04 [Yugyeom]

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Termino sentado en el suelo con Jin, delante de él. Besándole. Hace un rato que me ha agarrado por los hombros, a ambos lados del cuello, y no me suelta.

Para ser sincero, no tengo muy claro qué estamos haciendo, pero, ahora mismo, ya no hay nada ardiendo. Y me parece que quizá hayamos resuelto algo. Aunque, probablemente, esto sea un problema nuevo.

Durante un minuto, pienso en Jane y me siento un cabrón, pero luego me acuerdo de que ya no estamos juntos, así que no le estoy poniendo los cuernos. Y luego me pregunto si lo que está pasando en este momento significa que soy gay. Pero Jin y yo estamos escondidos entre los árboles, donde nadie puede vernos, así que decido que no tengo que responder esta última pregunta ahora mismo.

Lo único que hago es aferrarme a Jin, eso es lo que tengo que hacer.

Aún tengo las manos en sus mejillas y ya no están frías, al menos no donde las he tenido apoyadas. Y, cuando succiono sus labios, casi se vuelven rosas. Durante unos segundos, al menos.

Me pregunto cuánto tiempo lleva Jin deseando esto.

Me pregunto cuánto tiempo llevo yo deseando esto.

Yo creo que no lo he estado deseando, que la posibilidad se me acaba de ocurrir por primera vez. Pero, si eso es así, entonces ¿por qué tengo en la cabeza una lista de todas las cosas que siempre he querido hacer con Jin?

Como esta: pasarle la mano por el pelo. Es suave, y se desliza entre mis dedos. Cierro el puño y presiona su rostro contra el mío, luego con la misma brusquedad, aleja la cabeza.

—Lo siento —digo. (Estoy sin aliento. ¡Que vergüenza!)

Jin me suelta el jersey y sacude la cabeza, sujetándose la frente.

—No. Es solo que... ¿Dónde tienes el crucifijo?

Palpo el suelo, buscándolo a tientas a nuestro alrededor. Cuando lo encuentro, lo sostengo entre nuestras caras.

—Vuélvetelo a poner —me pide.

—¿Por qué? ¿Me vas a morder?

—No. ¿Alguna vez te he mordido?

—No. Tampoco me habías besado nunca.

—Tú me has besado a mí, Yu.

Me encojo de hombros.

—¿Y? ¿Me vas a morder?

Jin se pone de pie.

—No... pero igual me ayuda a dejar de querer hacerlo. Necesito beber. Ha pasado mucho tiempo —mira a su alrededor, pero está demasiado oscuro para ver nada. Vuelve a mirarme, y luego aparta la vista avergonzado—. Oye, tengo que... cazar. ¿Me esperas?

—Voy contigo —respondo.

—¡Por Crowley! —exclama—. No, no vienes conmigo.

Me pongo de pie de un salto.

—¿Vale cualquier cosa?

—¿Cómo?

—Cualquier cosa que tenga sangre, ¿verdad?

—¿Qué? —pregunta de nuevo—. Sí.

Le cojo de la mano.

—Atrae algo. Tiene que haber hechizos para cazar.

—Sí los hay —responde, bajando las cejas—. Pero solo funcionan a distancias cortas.

Le doy un apretón en la mano.

Saca la varita y me mira como si yo fuera un idiota superespecial.

¡Ciervo! —dice, apuntando con la varita mágica hacia los árboles—. ¡Un venado! —mi magia brilla a nuestro alrededor.

En menos de un minuto, un ciervo camina a través de las ramas oscuras.

Jin se estremece.

—Tienes que dejar de hacer eso.

—¿El qué?

—Esos despliegues de magia, como si fueras Dios.

—¿Por qué? —digo—. Es genial.

—Es aterrador.

Le sonrío.

—Es genial.

—No mires —dice mientras se dirige hacia el venado.

Sigo sonriéndole.

Se da media vuelta para mirarme.

—No mires.

Moriré besando a Kim Yugyeom ► jingyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora