Cuando Jane me contó que querían hacerle una fiesta sorpresa a Rachel no pensé que iba a funcionar. Es decir, por poco y parecemos locos intentando disimular frente a ella, es raro que no se haya dado cuenta antes.—Yo tampoco creí que iba a funcionar. —suelta Karen.
—¿Lo dije en voz alta?
—Si.
—Oh.
Genial, debo controlar más las palabras que salen de mi boca.
Vemos a Rachel saludar a todos, decir algunas palabras emotivas de agradecimiento y tomarse fotos con Maggie. Luego pasea su vista por todo el lugar, admirando la decoración, logrando que a Karen se le infle el pecho de orgullo. La verdad es que está todo muy bonito.
—Gracias, ya lo sabía.
Bien, lo hice de nuevo.
Karen recibe a Rachel con los brazos abiertos y la estrecha fuerte, demostrándole todo su cariño. Más que una amiga, es una hermana mayor para ella. Luego me mira a mí, como preguntándose si yo también tengo cariño para darle y le sonrío al tiempo que la envuelvo en mis brazos.
—Gracias chicas, gracias por todo.
—Tonta, ¡me harás llorar! —protestó la más joven.
—Ya puedo ver tus lágrimas, Karen.
—Rachel, no seas mala.
Dicho eso ambas nos reímos, logrando que Karen nos golpee en el brazo a cada una. Sin embargo, eso no evita que ella también se ría.
La cumpleañera sigue con los saludos, hasta que decide que es suficiente y pone música para alegrar el ambiente. Por mi parte, me dispongo a hacer mi trabajo y preparar tragos, mientras que Jane se encarga de servir comida. No somos muchos en el departamento, pues para festejar reunimos solo a los más cercanos.
Veo a mi amiga contonear su cuerpo al son de la música y no puedo evitar sonreír.
—Parece que ha sido todo un éxito—mi atención se dirige a Jane, quien viene a traerme algunos pastelillos—. Me alegra verla contenta.
—A mí también...
—Ella se la paso lloriqueando en el lobby, tuve que aguantar las ganas de consolarla.
—Te entiendo.
Conocí a Rachel hace unos años, un tiempo antes de que Jane se mudara a este edificio, cuando ella volvía de su viaje y paso por mi bar-café. Al principio creí que era una mujer muy segura de sí misma, sociable y en extremo encantadora. Sin embargo, con el pasar del tiempo, algo no me cuadraba y me dispuse a charlar con ella seriamente. Una noche de borrachera, Rachel me contó que sus padres tenían una muy mala relación, en la que hubo años de gritos e insultos, años de adulterio por parte de ambos y todo eso desató un estruendoso encuentro que la afectó seriamente. Al final, sus padres la abandonaron a su suerte, la culparon de todos los problemas y así consiguieron desligarse de ella.
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El cerezo
Lãng mạnA Jane le encanta visitar el cerezo en sus ratos libres, es su lugar favorito en todo el mundo. Si no está allí, se encuentra escribiendo en su afán por compartir sus historias con el mundo. Después de todo, ha conseguido cumplir su sueño de ser esc...