Capítulo 15

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Puedo sentir la calidez del sol en mi rostro, es suave y me reconforta, me genera paz interior

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Puedo sentir la calidez del sol en mi rostro, es suave y me reconforta, me genera paz interior. Escucho esa melodía que tanto me gusta, aquella que proviene de los pajaritos, y sonrío. Me encuentro sentada en el banco que esta frente al cerezo, disfrutando del hermoso día junto a John. Hablamos de cosas triviales y rebosa la armonía, todo es tan natural que me hace sentir serena, nos llevamos tan bien, que parece que nos conocemos desde hace años. Entonces toma mi mano, me regala una hermosa sonrisa y se acerca a mi lentamente para besar mis labios. Un dulce y cálido beso que llevo mucho esperando.

Es un momento mágico, algo que parece muy real y creo que va a durar para siempre, al menos hasta que el aparato del demonio comienza a sonar sin piedad, despertándome de mi maravilloso sueño. Al parecer he olvidado apagarlo y ahora me está torturando.

Intento abrir los ojos y siento como mi cabeza estalla en mil pedazos, se vuelve a armar y amenaza con estallar de nuevo. ¡Viva la resaca!

Tomo un respiro profundo, cuento hasta tres y me enderezo, sintiendo como si me golpearan con un palo en la cabeza. Me llevo una mano a los ojos para cubrirlos de la luz y los abro con lentitud. Pestañeo un par de veces hasta aclarar mi vista e inevitablemente me topo con todo el desorden de la noche anterior.

Suelto un gran suspiro, deseando que se limpie todo por arte de magia, y me dispongo a ir a mi habitación a apagar el despertador. Camino arrastrando mis pies, intentando juntar energías del aire.

Sinceramente no recuerdo como termine durmiendo en mi sillón arropada con la manta que estaba sobre mi cama, pero supongo que es obra de mi mejor amiga. Apago el despertador y me devuelvo a la sala, veo a mi alrededor en busca de mi móvil y lo encuentro sobre la mesa, entre los vasos y botellas vacías. Reviso los mensajes, encontrándome con una invitación de Alisson para ir a desayunar con ella, Maggie y Jake.

Tras enviarle una afirmativa de regreso, me dispuse a buscar un calmante para el dolor de cabeza o terminaría por explotar y, de paso, darme una buena ducha para quitarme el olor a alcohol. Llevo mucho tiempo sin apestar de esta forma.

Media hora más tarde, el dolor de cabeza sigue presente, pero menos intenso. Me encuentro limpia, con el rico aroma de mi perfume favorito, sin rastros de alcohol o de la fiesta de anoche, de la cual, por cierto, no recuerdo casi nada. La ducha me ha servido para aclarar un poco mi mente y ya puedo bajar a desayunar con mi preciosa Maggie.

Salgo de mi departamento, cerrando la puerta tras de mi e inevitablemente mis ojos se dirigen a la puerta de mi vecino. Siento el calor recorrerme el rostro al recordar el sueño que tuve y, al mismo tiempo, unas imágenes borrosas de la fiesta se incrustan en mi mente. Esto de tener lagunas mentales no es nada bonito.

—Pensé que ibas a estar muy ocupada como para venir—dice Alisson con una sonrisa pícara en su rostro mientras termina de abrirme la puerta—. Pasa, Maggie está en la cocina.

—¿Ocupada? Ah, el desastre que hay en mi departamento. Si, supongo que luego tendré mucho trabajo.

—Me refería a...

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