Capítulo 11: Conflictos - mini-maratón -

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Kira coloco el ultimo cubierto que faltaba en la rectangular mesa. Todo estaba en orden, faltan 20 para que llegaran los Colenman-Rush, y ella ya sentía que cargaba con todos los problemas del mundo sobre los hombros, pero, como se trata de Kira, lo ocultaba tras una sonrisa tan grande que se le achinaban los ojos.

Los ultimos retoques, y ya. Cameron seguía en la cocina, lavando las cosas que se habían utilizado, y America se estaba cambiando en su habitación.

Kira decidió hacer lo mismo. Subió a su recamara, abrió la puerta y se dirigió al ropero. Abrió la puerta izquierda de este, donde un enorme espejo de cuerpo entero reflejaba su presencia en aquel lugar.

Cogió de una percha un vestido ajustado negro, y se lo colocó frente a su cuerpo, observando hacia el espejo, un asentimiento de cabeza hacia si misma basto para cerrar todo y dirigirse al baño con el vestido entre manos.

Mientras tanto, America daba mil vueltas en su recamara, miles de prendas estaban esparcidas sobre su cama, y cuando digo miles, no exagero. Revolvió ese montón de ropa, buscando algo que quizá haya pasado por alto. 

Hasta que lo encuentra, un jean medio desgastado sobre las rodillas, color azul marino, con parques en forma de labios, cactus y hasta corazones. La cena era semi-formal, así que no veía mal en ponerse eso. Una remera negra que caía sobre los hombros como la seda misma, y una camisa a cuadros roja. El outfit perfecto para la ocasión, de calzado, unas plataformas negras y ya estaba lista para darle su mejor sonrisa al enemigo.

-America -toca la puerta desde el otro lado Kira, quien ya estaba vestida y maquillada-, apúrate amor, llegaron.

America le contesta que ya bajaba y se mira en el espejo de su cómoda. Faltaba algo, estaba hermosa, sin duda que sí, pero sin embargo...

De pronto lo vio, un antiguo collar con un colibrí se escondía tras unas cuantas pulseras. Lo cogió con delicadeza, no sabía de donde había salido, pero sin duda lo utilizaría.

Se maquilló con tonos suaves, a excepción de sus labios, estos estaban pintados de un rojo carmesí intenso.

Cogió su móvil y bajo a la planta baja, todos la esperaban sentados en la mesa.

Al parecer su madre ya había presentado a Cameron, porque este conversaba animadamente con Alex, mientras bebían una copa de vino blanco cada uno.

Jennifer y Kira charlaban de posiblemente una nueva tienda que abrieron en el centro, comparándola con otras más viejas.

Connor se encontraba con su celular, chateando con algún amigo, o con Aurora, no lo sabremos.  Sin embargo, fue el primero en escuchar los pasos de America bajando por la escalera. Sus miradas se cruzaron, y aunque fuera por unos pocos segundos, fueron suficientes como para que America elevara el dedo corazón y sonriera egocéntrica, lo cual, al castaño no le hizo mucha gracia ese gesto. Jennifer es la segunda en notarla.

-Oh, Mer, ala, pero que guapa que vienes. Me hubieras dicho y combinábamos, tengo una camisa roja también en casa -sonríe ella, haciendo que Kira riera por las ocurrencias de la amiga de su madre.

-Estas hermosa Jenn -dice la joven pelirroja y le besa la mejilla con un sonoro beso.

Y no era mentira, a sus 42, casi 43 años, Jennifer Rush estaba como a sus 27 años. Tenía un cuerpo como para presumirlo, un vestido morado marcaba perfectamente sus curvas, desde el corsaje hasta la rodilla, todo le sentaba de maravilla.

-Gracias linda -guiña un ojo la castaña.

America le asiente a Alex a modo de saludo y cuando pasa por Connor le empuja levemente la cabeza.

Mi Madre y YoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora