Entonces coges aire y cierras los ojos.
Te vas sumergiendo y notas como cada gota cubre tu piel hasta hundirte por completo.
Sientes frío por momentos, pero te acostumbras y continúas.
Sientes como todos los gritos se quedan expuestos en el exterior y obtienes por un instante algo de calma.
Sientes el cabello moviéndose libremente , burbujas de oxígeno que escapan libremente allá de donde no quieren volver, no ves inconveniente y te alejas.
Te sientes capaz y sigues nadando, pero
Siempre con los ojos cerrados porque sabes bien que sino escuecen.
Y sigues y sigues.
Puedes moverte como quieras, sonreír o llorar, nadie lo ve, estás aislado.
No quieres volver a la orilla, aquí estás bien.
Y sigues y sigues.
Tratas de nadar pero poco a poco te vas quedando sin fuerzas.
Llegas a ese momento en el cual te quedas sin respuesta.
Miras arriba y te das cuenta de lo hundido que estás.
Nadie puede ni verte ni oírte más.
Te mueves desesperadamente hacia arriba.
Abres los ojos y te escuecen, pero lo necesitas para ver el camino de regreso.
Te das cuenta de lo lejos que has llegado.
Nunca imaginaste hasta que punto llegarías.
No sabes si vas a aguantar.
Sientes ansiedad por una bocanada de aire.
Mueres y matas por respirar de nuevo.
Sigues nadando porque es lo único que te queda.
Y te sigues desesperando.
No puedes más y tu angustia aumenta por momentos.
Ya no ves un horizonte y prefieres cerrar los ojos.
Sabes que no hay vuelta atrás, sientes que no vas a llegar.
Sientes que...
De repente una mano te agarra y te saca al exterior.
Tus pulmones reciben el aire que necesitan.
Expulsas todo el agua que has tragado miras de nuevo hacia arriba
Te tumbas mientras te recuperas y no encuentras la respuesta.
La buscas por todos lados pero no encuentras su presencia.
Y es justo en ese momento,
En ese instante
cuando te das cuenta de que a veces es necesario tocar fondo para ver las cosas con claridad.