Los sanadores del castillo de Kryn anunciaron que el tobillo de Iria todavía tardaría una semana más en recuperarse, y que en esa semana la sacerdotisa tendría que mantener un completo reposo para asegurar la buena curación de su inflamación. Habían elogiado el trabajo que había hecho Lyris inmovilizando el tobillo de Iria con tan pocos recursos pero no había sido suficiente debido al camino que había realizado para llegar a Kryn. Una semana era demasiado tiempo para la joven de pelo azul, quien necesitaba encontrar cuanto antes la forma de detener a esas bestias. "¿Cómo puedo enfrentarme yo sola a ellas? ¿Cómo voy a liderar al mundo entero contra la diosa de la oscuridad, si no soy más que una chiquilla indefensa que ha tenido suerte de sobrevivir cuando vinieron esos monstruos?" se preguntaba una y otra vez leyendo la carta con detenimiento, intentando descifrar algún posible código oculto que hubiese inventado la madre superiora para evitar que las personas equivocadas consiguieran esa información. Y por más que pensaba en unir las primeras palabras de cada línea, las primeras letras de cada palabra y distintas combinaciones y anagramas del contenido de aquella carta, su cabeza era incapaz de dar con la clave para encontrar la forma de vencer en esa guerra que se veía obligada a liderar.
Ni siquiera comprendía por qué ella, precisamente ella, era la personificación de Gaia. No notaba que fuese distinta a cualquier otra persona, por más que se mirase al espejo o se analizase a sí misma no veía que resaltase de cualquier otra persona ni que fuese especial. Solo era una chica normal y corriente. Si bien era cierto que era una chica de gran belleza, eso no era nada especial, y mucho menos para convertirla en la encarnación de una diosa. No había nada en ella que pudiera demostrar que realmente era Gaia. Ni siquiera tenía recuerdos de haber sido en alguna vida pasada una diosa, ni visiones sobre su existencia como deidad. Nada, todo lo que conseguía encontrar cuando meditaba sobre ello era un profundo vacío en su mente nublada.
Durante aquella semana Iria solo abrió la boca para comer, beber y protestar. Detestaba estar encerrada en su habitación tumbada en la cama con la pierna en alto a la espera de que unos sanadores aprobasen que podía abandonar el palacio y volver a viajar. Mientras tanto, un ejército de bichos monstruosos podía estar arrasando poblados cercanos o incluso buscándola a ella. El primer día tras su regreso del templo peleó una y otra vez, cabezuda, contra el monarca intentando convencerle de que tenía que buscar información sobre cuáles debían ser sus siguientes pasos.
-No le pido que me deje irme de Kryn y me marche a recorrer el mundo, solo le pido que me deje salir de la habitación, rebuscar en la biblioteca todo lo que pueda serme de utilidad, y que este tiempo que tengo que estar en reposo sea productivo-argumentó esperando que el rey le diera permiso para ello.
-¿Entiendes lo que significa la palabra reposo?-preguntó irónico el rey-. Mira, no sé qué es lo que habrás encontrado que te ha hecho estar así, y me da igual si no quieres compartirlo conmigo, estás en tu derecho. Dices que tienes que seguir viajando y buscar algo que todavía no sabes lo que es. Y desde que salimos del templo estás extrañamente callada. Solo hablas para discutir. Si no quieres hablar conmigo lo entenderé, y tampoco te forzaré a ello, pero está claro que necesitas descansar, relajarte y desentenderte durante este tiempo de reposo para que estés en condiciones de seguir adelante.
-Pero...-intentó protestar Iria, exhalando un suspiro.
-Nunca serás capaz de encontrar el camino mientras viajes entre la niebla-interrumpió el monarca, cansado de tanta discusión-. Está claro que tienes la mente nublada por lo que hayas encontrado, que hay algo rondando en esa cabecita tuya que te está preocupando. Lo más que puedo ofrecerte es buscar lo que necesitas mientras tú descansas. Pero no puedo buscar algo de cuya existencia desconozco, es imposible encontrar algo sin saber lo que busco. ¿Compartirás conmigo ese descubrimiento que tanto te preocupa, o tendré que quedarme sentado en el trono hasta que tú puedas moverte por ti misma?
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Iria
FantasyCuentan que cientos de años atrás la diosa Gaia derrotó a las fuerzas del mal y las exilió al más allá. Desde entonces el palacio donde se disputó la batalla definitiva se ha convertido en un templo para su culto, donde hijas de monarcas y mujeres d...