Capítulo 15: Espejismos

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Si bien Iria no estaba convencida en su momento de que no había mejor opción que descansar en el templo de los monjes, durante la primera semana de viaje hacia el cristal de fuego cambió de parecer. Tenían que recorrer un largo camino hacia el desierto de Saleryx, donde se hallaba el volcán Pirios, y debían hacerlo evitando acercarse a las ciudades. Acababan de descubrir que I-leth se había aliado con las fuerzas del mal cuando huyeron de Bacia, escapando de la trampa que le habían tendido en el campamento militar de I-leth, al ver a las criaturas reptilianas, o draconianos como se había referido Lilith en la visión de la sacerdotisa, dentro de las tropas humanas del imperio como si formasen parte del grueso de su ejército. Nadie podía asegurar que otros reinos hubiesen resistido la tentación de aliarse con semejante poder para ver cumplidas sus ambiciones o, peor aún, consiguieran defenderse contra las hordas invasoras que, poco a poco, iban dejando una enorme huella de destrucción a lo largo y ancho del continente. No sabían si en la siguiente ciudad que visitaran encontrarían a esos draconianos patrullando las calles invadidas o si les intentarían tender otra trampa. Sea como fuera, debían tomar todo tipo de precauciones para evitar que las encontrasen si querían llegar ilesas al desierto. Y llegar al desierto realmente no supuso mucho problema, más allá de tener que racionar sus suministros, y reponerlos fue realmente sencillo recogiendo algo de fruta o yendo Lyris a cazar algún animal para poder abastecerse con alguna que otra pieza de carne. Y por el camino tampoco encontraron señal alguna de que los draconianos se encontraran por esa zona, ni que hubiesen pasado por ahí.

En mitad de una llanura era fácil viajar a caballo, incluso saliéndose de los senderos y caminos construidos por los humanos, y la comida nunca escaseaba, el agua siempre abundaba en los ríos y lagos, y descansar a la intemperie no era para nada problemático, especialmente ahora que empezaba la época estival y el clima se estaba volviendo cada vez más cálido. Aunque, quizá, era porque se estaban acercando al desierto. La arquera y la sacerdotisa no tenían del todo claro cuáles eran las razones, pero ese trecho hasta el desierto, incluso debiendo alejarse de las aldeas y teniendo que suministrarse con lo que le proporcionaba la naturaleza, estaba siendo literalmente un paseo por el campo. En cambio el desierto era totalmente distinto.

Ambas sabían que el desierto era un lugar cálido y arenoso, de vegetación pobre y ausente de agua salvo por pequeños oasis que se hallaban repartidos por él. Iria lo había leído en numerosos manuscritos que hablaban sobre la vida en el desierto, o en las descripciones que se mencionaban en los cuentos, y Lyris lo había escuchado principalmente de las historias que se contaban en la ciudad donde se crió antes de que la enviaran al templo. Pero ninguna de ellas se imaginó jamás cuán difícil era no solo andar sobre la arena del desierto sino resistir ese calor agobiante. Sentían su piel arder por los rayos del sol y el aire a su alrededor. Y a los caballos les costaba bastante trabajo galopar sobre la arena, acostumbrados a pisar tierra firme. Tuvieron que aminorar el ritmo para evitar que se cayeran por las dunas formadas por la arena acumulada a causa del aire y de las tormentas de arena que solían azotar el desierto a menudo.

-Como sigamos a este ritmo va a dar tiempo a que se apoderen del cristal del fuego y del agua, y que conquisten el mundo entero-protestó Lyris, como llevaba protestando desde hacía unas horas, cuando entraron en el desierto, empezando a mosquearse al sentir que no conseguían avanzar apenas. Y era normal tener esa sensación, especialmente porque todo lo que había a su alrededor, todo el panorama que la rodeaba, era un enorme cúmulo de arena que lo cubría todo allá a donde fuesen y por donde miraran, recorrieran la distancia que recorrieran. Ni oasis ni poblados... Nada-. Como no encontremos pronto un sitio con sombra y agua como para poder abastecer a un reino entero voy a acabar muriéndome por una insolación. O deshidratada. O las dos cosas. ¡Y yo no quiero morir aquí!

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2019 ⏰

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