La timidez excesiva, la inhibición y los temores de sentir vergüenza interfieren con la vida diaria. En lugar de disfrutar de las actividades sociales, las personas que sufren de fobia social probablemente les teman y las eviten casi en su totalidad.
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Día 4 - Jueves (2/2)
15/03/2018
Doce menos veinte tocó la campana de salida. Un gran "¡Por fin!" salió de las bocas de algunos de sus compañeros.
Juntó sus útiles y sacó su móvil del bolsillo trasero del jean que llevaba puesto esa mañana, para mandarle un mensaje a Abby, pero enseguida recordó que solo su clase salía temprano los jueves porque los alumnos de división B, donde estaba anteriormente, debían entrar doce menos diez.
Sabía que en cualquier momento podrían llegar quienes eran sus ex-compañeros. O mejor dicho, quienes eran los encargados de hacerle la vida imposible hace un tiempo atrás, por lo que enseguida tomó todas sus cosas apurado para salir cuanto antes del instituto.
Metió su mano dentro del uno de los bolsillos de su mochila buscando una sus mejores distracciones del mundo real; los auriculares, pero se empezó a desesperar cuando notó que no estaban. Revisó en todos los bolsillos pero nada. No estaban.
¡Genial! ¿Cómo se supone que iba a caminar tranquilo por la ruidosa calle sin sus auriculares?
Miró como salió por último la profesora y quedó solo en el salón. Ni siquiera había ido Teo a la clase, y no tenía ni idea del por qué, pero sabía que ese chico le importaba muy poco faltar a sus clases.
Echó un vistazo al reloj de pared sobre la pizarra blanca. Si los buscaba rápido, tal vez no se cruzaría con nadie.
Dejó de nuevo sus cosas sobre el pupitre y se arrodilló. Miró bajo de la mesa: nada. Bajo la silla: nada. Bajo los lugares de sus compañeros: nada tampoco.
De repente, la puerta se abrió y eso hizo que levantara la cabeza exaltado y se golpeara torpemente contra el pupitre. Sus manos fueron hacia su cabeza, en el lugar afectado, con una mueca de dolor.
Unos pasos se escucharon acercarse y sus mejillas volvieron a su ya característico rojo. Levantó la vista lentamente, encontrándose con una divertida pero a la vez confusa mirada color avellana, haciendo que su corazón se acelerara.
El chico levantó una ceja al mirarlo. - ¿Estás bien? -. Preguntó, con un toque de gracia en sus palabras.
"Acabo de darme el golpe de mi vida porque abriste la puerta como si un asesino te estuviese persiguiendo, pero me encuentro genial, gracias."
Bufó por lo bajo, se levantó y bajó la mirada. Sin decir nada, tomó sus cosas y esquivó al chico, yendo en dirección a la salida. Prefería ahorrarse otra burla más en el día.
Apoyó su mano en la puerta pero la voz del chico lo hizo frenar.
- Espera... - . Noah suspiró. Siempre se esperaba lo peor de las personas, por lo que usualmente solo ignoraría, sin embargo, apretó sus manos en puños contra su camiseta y lentamente se giró mordiendo su labio.
Esta vez, lo observó más detalladamente. Llevaba un jean negro combinando con una camiseta también negra con algunas palabras. Sus labios eran gruesos, su nariz con un aro en el lado derecho. Sus ojos avellana y su cabello rubio y largo, sus rizos no muy definidos caían sobre sus hombros sofisticadamente. Parecía mayor que Noah. Le inspiraba un aire de diversión, pero era extraño, no lo sentía mal, pero de alguna manera le preocupaba tener toda su atención sobre él. Es decir, no solía tener la atención de nadie sobre él, nunca, por lo que la mirada interrogante del de ojos avellana le picaba en la piel, como si fuese algo que le gustaría despegar pero no podía.
Y por un momento se quedó sin aliento.
El chico se acercó unos pasos y se agachó para tomar algo del suelo, dos filas adelante del pupitre de Noah. Caminó hacia él y la presión en su pecho aumentó. Le extendió la mano.
- Creo que buscabas esto -. Le mostró los auriculares blancos.
Instantáneamente, casi de manera robótica, extendió su mano también y los tomó. En el movimiento, sus dedos rozaron su piel y un escalofrío le recorrió el cuerpo.
Finalmente, asintió en modo de agradecimiento y volvió a dirigirse a la puerta, con sus manos comenzado a sudar de nuevo.
Caminó apurado hasta la salida de la preparatoria. Necesitaba un poco de aire.
Suspiró de nuevo cuando por fin salió del instituto y cerró sus ojos susurrando un "imbécil" en su mente. Sentía que se asfixiaba, sentía que le faltaba el aire... solo por un simple toque.
En esos momentos, odiaba completamente su maldito autismo y su fobia social. Odiaba quedar como el tímido. El que no socializa con nadie. El que le cuesta decir dos palabras. Lo odiaba y no podía evitar pensar en que había quedado como un idiota frente a aquel bonito chico.
"Odio esta parte de mi"
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El Chico De Los Jueves
Teen FictionNoah quiere saber cómo se siente estar enamorado y el chico de los jueves se lo está demostrando. • • ~ Todos los derechos a la autora, yo ~ ~ NO se permiten adaptaciones ~ ~ PROHIBIDA SU COPIA TOTAL O PARCIAL SIN MI CONSENTIMIENTO~