El viejo salón de música

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Día 71 - Jueves

24/05/18

Otra semana había pasado. Otro jueves que llegaba y llenaba su pecho de emoción.

Ya no habían palabras que siguieran describiendo todo lo que pasaba por su cabeza. Todo lo que estaba sintiendo. Eran una nueva experiencia en su vida y sinceramente creía que podía convertirse en la mejor de todas

Caminaba con rapidez y emoción, como ya se estaba acostumbrando, hacia la salida del Instituto. Definitivamente quería encontrar a Angel otra vez y seguir hablando con él. Quería que le preguntara cosas. Quería preguntarle cosas. Quería conocerlo. Quería escucharlo. Estar con él. Apreciarlo.

Angel.

Si no fuera tan inseguro con respecto a todo lo que conlleva la vida, creería que estaba.... enamorado de Angel.

Enamorado de Angel.

La vulnerabilidad en esas palabras era clara. ¿Estaba enamorado de ese chico de rulos? Él claro que sabía que era gay.

¿Soy gay? Soy gay.

Ojalá pudiera decirlo en voz alta.  Gritarlo. Anunciarlo con orgullo. Tomar la mano de algún chico, abrazarlo, quería besar, demostrarle todo su amor sin tener vergüenza de lo que era. Él lo sabía desde... suponía que siempre. Lo sabía su mejor amiga, lo sabían sus padres. Hasta estuvo en una especie de relación con Teo, pero... nunca antes había sentido lo que sentía por Angel.

Eso confirmaba cualquier otra duda que podría llegar a tener con respecto a su sexualidad.

No me gustan las chicas.

Hubo un momento en su vida que lo dudó. Se sintió atraído por una chica; Abby, su mejor amiga. Él realmente creía que ella podía ser la excepción, pero terminó descubriendo que solo era una admiración especial por todo el cariño que ella le brindaba.

Me gustan los chicos. Me gusta Angel.

Lo tenía claro. Y la presión en su pecho mientras se acercaba una vez más a él se lo confirmaba.

Esa sonrisa con la que lo miraba atento. Sus ojos penetrando en los suyos. Sus labios gruesos y rosas; todo aquello era su perdición. Podía matarlo, pero viviría en el más allá con la felicidad de haber sido así de bendecido.

- ¡Hola, Noah!

Angel fue, como siempre, el primero en hablar. Esa vez el color miel de sus ojos era más intenso, y a Noah le encantaba. Tampoco se cansaría de observar los preciosos rizos que se marcaban perfectamente, y caían sobre su frente. Tampoco dejaría de apreciar lo simple pero detallada y condenadamente sexy que se veía con ese piercing en la nariz.

Sí. Me gusta Angel. Cielos, me encanta.

- Que bueno que has venido de nuevo -. Noah no disimuló su sonrisa.- ¿Cómo estas hoy?

- Bien.

Angel lo observó por unos segundos con una media sonrisa.- ¿Sí? ¿Muy bien? ¿Estas de buen humor?

Angel entrecerró sus ojos cuando Noah ladeó la cabeza. Suspiró una vez más y tomó aire de nuevo para pronunciar; - Sí. Muy bien, buen humor.

Noah quiso saltar de la emoción al haber dicho aquella frase. Era larga, no había temblado, no habló en susurros. Lo mejor de todo era que todo era mérito suyo, pero Angel indirectamente lo estaba ayudando.

Aunque eso era lo que él creía. Lo cierto era que su ayuda no era indirecta, Angel sí sabía la "condición" de Noah. No hizo falta que alguien se lo dijera directo. Él se había dado cuenta desde la primera vez que intentó cruzar palabra con él.

El Chico De Los JuevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora