Tulipanes

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Día 64 - Jueves

17/05/18

Definitivamente no había nada más en su cabeza que el nombre de Angel.

En realidad, lo único que tenía en su cabeza desde que lo conoció aquel primer jueves, era él. Y no lo iba a negar. Se había convertido en la musa de todas sus cartas y ni siquiera entendía cómo era posible que alguien lo hiciese sentir tan bien en tan poco tiempo.

Se había acostumbrado de pasar a un rojo en sus mejillas por la vergüenza y el dolor en su estómago por las náuseas, a no poder dejar de sonreír y una sensación de mariposas en la parte baja de su estómago.

Como hace ya varias semanas atrás, Teo no apareció en su vista ni en la escuela, pero él seguía sin tener tiempo para pensar en aquello. Como había decidido comenzar a hacerse valer, también había decidido esquivar todo aquello que lo afectara de mala manera, y hace mucho había entendido que Teo era parte de eso.

Comenzó a entender que hubo un gran cambio en él. Tanto su mejor amiga como (indirectamente) Angel lo habían hecho entender. ¿Cómo pudo creer que Teo estaba arreglando su vida? ¿Cómo pudo manipularlo de tal modo? Estaba molesto porque le había hecho tanto daño en tan poco tiempo que había aumentado el grado de su condición. Pero tampoco podía culparse; era indefenso, sensible, sentimental, inseguro y sobre todo inocente. Era parte de él y no podía eliminarlo tan fácilmente, pero sí lo podría intentar manejar todo aquello. Controlarlo. Mantenerse y avanzar de nuevo en su problema para volver a hablar. Angel era una muy buena ayuda desde que lo había conocido. ¡Logró hablar sin necesidad de alguna pregunta en particular! ¡Logró decir una frase de tres palabras sin temblar! Cada día era una pequeña pieza formando la fuerza que necesitaba para finalmente vencer todo lo que lo atormentaba.

Estaba cerca. Estaba muy cerca. Y estaba confiado, debía estarlo y quería estarlo. Porque a pesar de sentir ese nudo en su estómago, las ganas de ver a Angel lo consumían toda la semana hasta que el jueves llegaba de nuevo.

Por eso, una vez más, se dirigía con rapidez y una sonrisa preciosa, marcando pequeñas arruguitas en los costados de sus marrones ojos, hacia la salida del Instituto.

Se sorprendió de lo rápido que se movían sus pies pero se sorprendió aún más con la imagen con la que se encontró. Angel se encontraba sentado en el mismo banco que el jueves pasado. Lo miró dirigir su vista hacia él y su corazón se aceleró de una esperanza de que se encontraba allí por él. Y cuando se levantó sin quitar sus ojos de él, e hizo un gesto con su mano en su dirección para que se acercara, Noah no pudo evitar que de lo grande que se estaba formando su sonrisa, tuvo que morderse el labio inferior, con sus mejillas ardiendo de nuevo.

Angle tenía su cabello repleto de rulos rubios desordenados, sus manos metidas en los bolsillos del pantalón negro que se amoldaba a su cintura y sus piernas. Una camiseta blanca resaltaba el color de su piel, luciendo porcelana pura y las cadenas en su cuello y los piercings en sus orejas y en su nariz lograban un efecto perfecto en una pieza de arte.

Bajó un poco su cabeza al pensar en que no podría mantener la mirada sin desmayarse y comenzó a caminar hacia él. Al llegar a su lado, abrió la boca para que alguna palabra saliera de ella pero al instante la volvió a cerrar y tragó saliva.

- Hola, Noah. Te estaba esperando -. Su voz suave pero profunda llegó a sus oídos y le recorrió el cuerpo entero junto con esa electricidad que ya estaba acostumbrado a sentir cuando estaba junto a él.

Soltó un suspiro aliviado. ¿Lo estaba esperando? ¡Lo estaba esperando!

Una media sonrisa salió dirigida hacia Angel y tomó aire. - Hola.

El Chico De Los JuevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora