Una protección peligrosa

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Quienes padecen de este trastorno, suelen ser capaces de interactuar con su familia y con unos pocos amigos muy cercanos. Pero conocer gente nueva, hablar en un grupo o en público puede hacer que su timidez excesiva salte a la luz.

Día 4 - Jueves (1/2)

15/03/2018

"Ah, jueves, no me falles."

Fue lo primero que pensó al despertarse el jueves por la mañana.

Siempre había creído que algún día iba a poder superar su temor a prácticamente todo, pero también pensaba que mientras siguiera pasando por momentos totalmente vergonzosos como siempre, no lo podría hacer nunca.

Ese día lo motivaba que saldría más temprano. Tenía dos horas de Inglés, receso y una hora más de Literatura. Eran el único grupo que salía temprano, para su suerte.

Sin embargo, su mayor motivación del jueves era que su compañero de banco tendría menos tiempo para molestarlo, y él no tendría que soportarlo tantas horas como usualmente lo hacía.

Sí, ese chico tatuado no dejaba de burlarse de todas las formas posibles de Noah desde el lunes pasado. "¿Qué encontraba gracioso en burlarse de mi nerviosismo cuando me preguntaban algo en clase? Pareciera como si lo disfrutara, no sé, como si disfrutara de mi timidez... de verme temblar de los nervios. Qué fastidio."

Lo peor era que siempre trataba de contestarle pero quedaba como un tonto que le hacía caso en todo lo que él decía aunque intentara ignorarlo a toda costa.

Teo Dallas se había encargado de hacer imposibles sus clases, las únicas que había tenido hasta ese momento. Ah, y que solo sabía eso de él; que se llamaba Teo y le gustaba molestarlo.

En el receso de clases, caminaba por el pasillo tranquilamente. Estaba yendo hacia la cafetería mientras leía muy concentrado el capítulo del libro que la profesora de Literatura les había indicado leer el lunes anterior.

Hasta que de un momento para otro, chocó con fuerza contra alguien. Así como en las películas de amor adolescentes dirían algunos... así como en las películas de terror diría él.

El golpe fue tan fuerte que lo hizo tropezar y caer hacia atrás, haciendo que su libro y demás cosas se esparcieran por el suelo.

Cuando miró hacia arriba tratando de saber contra quién se había chocado,  tembló al darse cuenta de que era uno de último año. Alto, robusto, ojos oscuros, vestido con la camiseta del equipo de fútbol del Instituto.

Lo miraba como si quisiera matarlo. Lo haría, de eso no dudaba.

En ese momento comenzó lo que declaró como: La peor vergüenza de su vida.

Todavía en el suelo, intentó recoger sus cosas rápidamente pero en definitiva, el de último año no se lo permitiría tan fácil; pateó sus libros hacia otro lado. Noah sintió desmayarse allí mismo.

Intentó que un "lo siento" saliera de su boca pero parecía mudo, como siempre. El chico lo tomó fuertemente del brazo y lo jaló haciendo que se levantara del suelo. Sus amigos comenzaron a reírse. Claro que se reirían si en ese momento se encontraba temblando de miedo.

Miedo, ese sentimiento del que estaba tan acostumbrado.

Sintió que le había hecho daño en el brazo y quería gritarle que mejor podía ir a meterse con alguien de su tamaño; a ver si se creía tan fuerte. De verdad quería hacerlo, y tal vez en otra vida, un Noah más fuerte lo habría hecho, pero en esta vida, el débil Noah era quien estaba allí, a punto de ser el saco de boxeo de los alumnos de último año.

Lo empujó con brutalidad contra los casilleros y ya todos miraban la escena. Solo logró hacer una mueca de dolor por el fuerte golpe en su espalda.

- Estás muerto -. Habló el chico con agresividad.

Cerró los ojos con fuerza esperando el golpe, esperando sentir el impacto contra sus mejillas. Se esperaba mínimamente un labio roto, el ojo morado o incluso una nariz rota, pero el golpe nunca llegó.

Abrió nuevamente sus ojos, dándose cuenta de que alguien se había colocado delante de él, como protegiéndolo. Miró su cabellera oscura y sus tatuajes.

Era Teo.

No podía ser Teo.

- No te metas con él -. Soltó para luego empujar a aquel agresivo chico. Solo eso bastó para que el de último año se riera de Teo y comenzara una pelea. Teo parecía una bestia golpeándolo con tanta fuerza y Noah solo podía mirar la escena asustado y temblando. Quería correr de allí.

Cuando Teo terminó su "trabajo", dejando al chico casi inconsciente, se levantó y se giró para mirarlo.

Oh no. Verlo de espaldas y saber que era Teo pero rezarle al más allá que tal vez se estuviese confundiendo, era muy distinto a verle directamente la cara y confirmar completamente que sí era el chico de ojos verdes y dibujos en sus brazos quien lo miraba con su característico ceño fruncido y mueca de querer aniquilar a quien se cruzara en su camino. Y Noah seguía pegado a los casilleros, asustado.

Asustado cual cachorro débil e indefenso, tal como Teo lo había descripto con anterioridad.

Teo quiso sonreír. ¿Por qué lo haría? ¿A caso le gustaba recalcar el que se veía tan pequeño y débil frente a él? Uh, no necesitaba que se lo dijera o demostrara, bien sabía él que su fuerte definitivamente no era el controlar sus nervios.

Lo observó mirar sus cosas en el suelo, y, sorprendiéndolo, las recogió. Lo tomó del brazo arrastrándolo con él hacia los baños.

Aún no podía creer lo que había sucedido.

Cuando entraron, lo soltó y se lavó las manos, las cuales tenían sangre del chico que acababa de moler a golpes. Así como si nada, como si la sangre en sus manos no le importaba en lo absoluto. Era como lavarse las manos luego de mancharte con pintura o comida. No pudo quitar su mirada de sus movimientos, incluso se sorprendió cuando soltó una pequeña risa al ver la sangre correr junto al agua hacia el centro del lavamanos blanco, y manchándose de rojo.

Luego volvió a mirarlo y contuvo su respiración por un instante.

- No te metas con esos idiotas, niño -. Dijo, utilizando el apodo que le había colocado el primer día que se conocieron.

Comenzó a negar rápidamente sintiendo un nudo en su garganta.

"¿Qué? Yo no me metí con nadie". Nunca lo hacía, claro que no. Imaginarse en una situación como la que había pasado hace un momento de nuevo no sería posible, es que, ni siquiera se hubiese imaginado haberlo pasado. No mentía al decir que siempre intentaba mantenerme alejado lo más posible de la personas, en general.

No sabía cómo decir que no había tenido la culpa de lo sucedido. Teo soltó una risita... otra vez riéndose de su desesperación.

- Está bien, no te preocupes -. Se dirigió hacia la puerta pero antes de salir, giró su cabeza en su dirección mostrando una pequeña sonrisa la cual gritaba peligro con todas sus letras, mientras Noah permanecía inmóvil. - Recuerda que solo yo puedo molestarte -. Dijo sin más, para salir del lugar.

El Chico De Los JuevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora