Confesiones y disculpas

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Al volverse más vulnerables e inseguros, las situaciones sociales en vez de convertirse en algo agradable en tiempos aceptables, se transforman en algo cada vez más desagradable, con lo que los desanima a pasar esos malos tragos y utilizar subterfugios de evitación y control de estas penosas situaciones.

Día 11 - Jueves (1/2)

22/03/2018

Escuchó unos toques en la puerta principal y corrió a despedirme de su padre con un abrazo. Salió de casa encontrándose a su amiga parada en frente con su mochila colgada en su hombro. Ese día sus verdes ojos se notaban más. Sonrió al verla.

Esa vez irían juntos al Instituto. El día anterior,  Abby le había dicho que no quería volver a dejarlo solo nunca más, que se sentía algo culpable por lo que había pasado, ya que últimamente no estaba mucho con él. Claro que le insistió en que nada de eso tenía que ver con ella y que no debería culparse de nada. Menos ella, la persona que más apoyo le daba, no quería que sintiese que debía estar junto a él a todas horas, y menos que se sienta culpable por no estarlo.

Pero tampoco había preguntado nada sobre el tema. Suponía que con ver su rostro luego de de llevarlo hacia a los jardines, era suficiente para saber que no debía preguntar. Tal vez se lo contaría luego, pero por el momento prefería no tocar el tema.

Aunque no le sorprendería que ya se hubiese enterado lo que había pasado en la cafetería. Los chismes en el Instituto corrían rápido y no tardarían mucho en llegar a los oídos de todos.

Caminaron en un silencio cómodo. No eran muchas calles de su casa hasta el Instituto, no tardaron en llegar. Ya habían bastantes alumnos en el lugar.

Abby lo miró al sentir que le apretaba la mano. Notó su nerviosismo e hizo una mueca.

Entraría en pánico y correría a los baños de nuevo si las personas que pasaban junto a él no lo dejaban de observar como si fuese un objeto de entretenimiento

- ¿Seguro que puedes quedarte sólo? -. Preguntó preocupada. No quería para nada dejarlo solo, lo sabía, pero no haría que ella perdiera su tiempo.

Asintió y le dedicó una pequeña sonrisa, pero no era bueno disimulando, y Abby se dio cuenta de eso. Porque lo conocía bien, tanto como la palma de su mano. Y cuando ni siquiera quería hablar con ella era porque evidentemente algo le sucedía.

- Puedo acompañarte hasta tu clase, le diré al profesor que se me ha hecho algo tarde porque el bus tardaba y listo -. Continuó pero Noah negó. Se sentía una carga para su mejor amiga y ya no quería eso para ella.- Mm, no lo sé Noah, ¿Estás seguro? -. Volvió a sonreír y asintió, soltando su mano. - Bien, pero cualquier cosa me mandas un mensaje -. No iba a insistirle más, pero aún podía notar la preocupación en sus ojos. Le sonrió para luego despedirse e irse hacia su clase.

Inhaló y exhaló.

Debía ir al baño antes de ir a clase porque esa mañana no había tenido tiempo de acomodar su cabello, además necesitaba mojarse la cara para poder respirar y tranquilizarse un poco. Todavía tenía bastante tiempo, entonces tomó los libros que necesitaba, los guardó en su mochila y caminó hacia los baños. Entró y por suerte estaba vacío. Dejó la mochila sobre el lavabo, y se miró en el espejo.

¿Era posible sentirse tan inseguro de sí mismo? No le gustaba la forma en la que se veía. Pasó sus manos por su cabello para acomodarlo. Seguía sin gustarle. Se quejó y suspiró cansado haciendo una mueca. Era evidente el disgusto que tenía por él mismo.

- Te ves genial, Noah, deja de preocuparte -. Pegó un salto de exaltación al escuchar esa voz detrás de él. Se giró rápidamente encontrándose a Teo. No lo había escuchado al entrar.

Oh no. No estaba listo para enfrentar a Teo de nuevo.

Mordió su labio y miró al suelo al sentirlo acercarse. Estaba intentando buscar su mirada pero Noah estaba completamente negado a mirarlo, no podía y no quería.

Volvió a girarse y tomó su mochila. Quiso esquivarlo pero el agarre de Teo en su brazo le impidió la salida.

- ¿Podemos hablar? -. Lo tironeó un poco haciendo que volviera a su anterior posición, pero esta vez acorralándolo contra una de las paredes.

Negó sin mirarlo. Teo aún no soltaba su brazo.

- Noah, quiero pedirte perdón -. Exclamó, acercándose, y de alguna manera lo escuchó verdaderamente arrepentido, pero costaba más creerlo. Volvió a intentar moverse pero el agarre del más alto se hizo más fuerte y esta vez lo tomó de los dos brazos. Lo intimidaba su mirada. Lo intimidaba la diferencia de altura que le llevaba. Lo intimidaba la manera agresiva en que lo sostenía. Sólo quería salir de allí. - No te dejaré ir hasta que me mires -. Negó de nuevo. No quería saber nada con él. Se sentía atrapado, acorralado, le faltaba el aire y su agarre dolía, quemaba. Quería correr de nuevo con Abby y dejar de sentir la presión que comenzaba a crecer en su pecho. - ¿Te gusta alguien? -. Preguntó esta vez. Su voz se volvió más gruesa y sus ojos se oscurecieron. Noah no dijo ni una palabra. - ¿Quién es, Noah? -. Su mandíbula se tensó.- ¡Contéstame! -. A medida que sentía que su ira aumentaba, la fuerza que ejercía sobre sus brazos también. El nudo en su garganta también le impedía hablar y sus ojos cristalizándose lo llenaban de vergüenza a medida que negaba una y otra vez a sus preguntas. - ¡No me mientas! -. Los dedos de Teo se clavaron en mi piel y un quejido salió de mis labios.- ¡Vengo a disculparme y me rechazas! ¡Te pregunto si te gusta alguien más y me mientes! ¡Joder, Noah!

Prácticamente gritaba en su cara.

Y Noah había comenzado a llorar, no podía controlarlo.

Se sentía tan débil. Su corazón latía con mucha fuerza. Nunca había pasado por una situación así, los mayores problemas que alguna vez tuvo fueron empujones en los recesos, algunos insultos y muchas burlas pero nadie hasta el momento lo había tratado de tal forma. Y tampoco había tenido ese tipo de contacto con nadie. Como siempre había ignorado a todos para poder soportar estudiar rodeado de tanta gente, nunca nadie le había gritado o maltratado así.

Teo respiró hondo. Noah pudo notar cómo intentó relajarse de alguna manera al momento en que soltó un sollozo. Lentamente apoyó su frente contra la suya y se sorprendió. Movió sus manos hasta dejarlas en las mejillas de Noah.

Lo siguiente que supo fue que su respiración se congeló por completo al escuchar las palabras que salieron de su boca.

- Me gustas -. Susurró. - No se qué me has hecho, niño, pero me tienes loco.

No sabía qué hacer o qué decir ante lo que había escuchado. Trataba de formular palabra alguna pero parecía que aún nada podía salir de su boca. No estaba cien por ciento seguro de lo que acababa de escuchar. "¿Gustarle? ¿Acaso me había vuelto loco y había comenzado a alucinar? Eso de ninguna manera podía estar pasando."

Y además... estaba atemorizado de decir o hacer algo que causara de nuevo el enfado de Teo.

- Desde el primer día que te vi, se me ha hecho imposible sacarte de mi mente -. Continuó hablando.- Y sueno como un imbécil totalmente cursi al decirte esto pero es la verdad. Por eso me volví loco al leer lo que habías escrito sobre alguien más que no era yo -. Teo lo miró a los ojos. Su rostro se había suavizado y acariciaba sus mejillas con sus dedos, secando las gotas que habían en ellas.- Y sé que eso no justifica lo que te he hecho... pero por eso quiero disculparme contigo. Estoy verdaderamente arrepentido. ¿Me perdonas, por favor, Noah? -. Sus respiraciones se mezclaban.

Estaba tan confundido. Pero el miedo que recorría su cuerpo no lo dejaba pensar con claridad y no pudo ver otra opción más que perdonarlo. Asintió lentamente dando a entender que lo había disculpado. Ya no tenía nada más que hacer. ¿Y si le decía que no y volvía a enfadarse? ¿Si reaccionaba peor? ¿Y si intentaba hablar y por eso causaba la ira de Teo de nuevo?

- Prometo que no se volverá a repetir -. Sonrió. Se alejó un poco y lo observó de pies a cabeza, haciéndolo sentir completamente incómodo. - ¿Vamos a clases? Creo que ya se ha hecho algo tarde.

Miró su su teléfono móvil y se sorprendió al ver la hora. La clase ya había empezado y seguro se llevarían un llamado de atención por parte del profesor. Acomodó su mochila sobre sus hombros y salió rápidamente del baño.

Y como siempre, con Teo siguiendo sus pasos.

El Chico De Los JuevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora