Los sentimientos fuertes de timidez e inhibición se transforman en un poderoso miedo. Como resultado de ello, las personas se sienten incómodas en situaciones sociales normales de todos los días.
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"Día 1 - Lunes (2/2)
12/03/2018Ya me habían llamado anticuado varias veces antes por escribir cartas. No lo entendía, ni siquiera se las enviaba a alguien, eran para mí. Además, ¿Qué tenía de malo eso?
Abby me había visto escribiendo una de mis tantas cartas pero esta vez lo hacía en un cuaderno nuevo y me preguntó: "¿Acaso tienes un diario secreto?"
Por suerte ella es la que me dice que no haga caso a las cosas que los demás me decían. Yo pensaba que no era de anticuado escribir cartas. Y mi cuaderno es muy importante para mi. El anterior lo había terminado y sentí que no sería capaz de encontrar uno igual pero mi madre pudo conseguirme uno y me puso contento ya que yo no podría sobrevivir sin él.
A veces no tenía con quién hablar, entonces mi mejor forma de desahogarme, era escribir. Escribir lo que siento, lo que pienso, lo que me pasa.
Adoro expresar mis sentimientos de esa forma. En realidad, es la única forma que tengo.
Pero ahora solo pensaba en las palabras de mi psicóloga al decir que eso era una manera de guardar todos mis sentimientos para que nadie pudiera descubrirlos.
Como cuando me preguntaban "¿Cómo estas?". Es una pregunta que parece tan simple de responder pero que en realidad era lo que más costaba. Estaba tan acostumbrado a responder con un "bien" o un "no lo sé". Acostumbrado a ocultar mis sentimientos, diría yo.
A pesar de que cuando Abby me preguntó en el receso le haya dicho que estaba bien, en realidad, ese día no me había ido tan bien; El profesor de Física me había llamado la atención dos veces. La primera fue porque, según él "no estaba prestando atención a la clase". Claro que casi muero de la vergüenza cuando todos me miraron. No pude hacer nada más que balbucear llevándome algunas risas de mis compañeros. Luego me hizo pasar al frente en modo de castigo, y bueno... solo estaba estático en mi lugar, temblando y sintiendo las ya habituales ganas de vomitar mientras me preguntaba cosas que yo apenas oía.
Lo peor; los comentarios del profesor.
"¿Qué? No te entiendo, habla claro"
"¿Acaso tienes problemas para hablar?"
"Pensé que hablabas español"
Y así hacía que la clase completa se riera de mi.
¿Acaso no son los profesores los que tienen que evitar las humillaciones entre los alumnos? ¿Es correcto lo que ese profesor me había hecho? No, claro que no.
Bueno, todo estaba bien. O intentaba convencerme de que lo estaba.
El día continuaba y todavía podía tener algo bueno."
Suspiró dejando su lapicera sobre la mesa de la cafetería escolar. Apoyó su codo izquierdo sobre la mesa para dejar su mejilla sobre su puño. Subió el volumen de la música que pasaba por los audífonos, evitando escuchar el barullo del lugar.
El timbre que indicaba el final del receso sonó y todos comenzaron a irse a sus clases. Pero no se había dado cuenta hasta que el señor de la limpieza se acercó y le tocó el hombro avisándole que ya era hora de volver a clase.
Acomodó todas sus cosas y se levantó. Le agradeció al hombre mostrando una tímida sonrisa y comenzó a caminar rápidamente hasta la salida con la cabeza hacia abajo, sosteniendo con fuerza sus libros, esquivando a varios alumnos que charlaban animados.
Finalmente llegó a la clase unos minutos antes de que el profesor entrara.Miró hacia su lugar y frunció el ceño al notar que alguien más estaba en el lugar que le pertenecía... o bueno, se suponía. Le sorprendió ver a otro chico sentado allí; no se había sentado nadie junto a él en la clase anterior, no entendía por qué ese chico se encontraba justo ahí.
Recorrió con sus ojos todo el lugar con la esperanza de encontrar un lugar vacío pero falló en el intento.
No le quedó otra opción más que mentalizarse y, lentamente, acercarse. Notó que el desconocido chico hacía garabatos en una hoja perezosamente, como si hasta le costara levantar el lápiz en su mano.
Parecía intimidante.
Tenía algunos piercings y tatuajes en sus brazos.
Estaba a unos pasos de él y en ese momento dudó. Realmente dudó si era buena idea continuar acercándose.
Le produjo una rara sensación, como un escalofrío. Como si de repente se estuviese dirigiendo hacia la cueva de un lobo... o ese sentimiento que tienes al caminar solo, en la noche, y temes por cualquier ruido a tu al rededor. Sí, era raro.
Pero él podía ser muy curioso a veces.
Y luego notó sus ojos moverse y su mirada caer justo en la suya. Ah, mentiría si dijera que no quedó prácticamente paralizado. Él no estaba acostumbrado al contacto visual, no, para nada, y el verde perla impactando en su dirección le provocó una extraña incomodidad.
El chico frunció el ceño y de repente sintió la necesidad de girarse y no enfrentarlo. ¿Ah? ¿Enfrentarlo? Ni siquiera podría pensar en eso.
Pero supo que era demasiado tarde cuando a sus oídos llegó su gruesa y rasposa voz, helándole hasta los huesos.
- ¿Buscas algo?
Solo pudo bajar la vista, quedando delante de esa mirada esperando una respuesta, un sonido, un movimiento tal vez. Así que se obligó a sí mismo a negar rápidamente.
- ¿Entonces? -. Volvió a hablar.
Abrió la boca para contestar pero inmediatamente la cerró. No sería capaz de hacer que nada saliera de ella; sus manos sudaban, y por más que tratara de ocultarlo pasándolas por el borde de su camiseta, el calor en sus mejillas lo delataría, y podría llegar a soltar alguna estupidez.
- ¿No vas a decir nada? -. Levantó las cejas como esperando a que hiciera o dijera algo.
"¿Qué se supone que debería hacer cuando se habla con una persona? Oh Dios"
Solo se quedó allí parado, sintiendo como los latidos de su corazón aumentaban en velocidad.- Bien, has lo que quieras -. Contestó en un tono agresivo el chico de tatuajes. Se encogió de hombros y continuó con lo que hacía, dejando de mirarlo.
Frunció el ceño y se sintió algo ofendido. Ah, ese chico tampoco ayudaba mucho siendo grosero.
Borró su anterior pensamiento cuando sus ojos volvieron a él. Como si su mente se hubiese quedado nuevamente en blanco.
Lo observó dejar su lápiz y girarse lentamente hacia él de nuevo. Mordió su labio y volvió a bajar la mirada cuando el chico levantó una de sus cejas. Ugh, intimidante. Tanto como para hacer que todo su "valor" que hace unos minutos atrás tenía como para si quiera mirarlo directo a los ojos, se esfumara por completo.
El chico sonrió de lado y estiró su brazo, quitó su mochila del pupitre junto al que a partir de ese momento era suyo.
- Siéntate ahí -. Hizo un gesto con su cabeza.
Antes de que pudiese siquiera pensar en negarse a sentarse allí, la profesora entró por la puerta y no tuvo otra opción más que aceptar y sentarse junto a aquel extraño chico.
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El Chico De Los Jueves
Teen FictionNoah quiere saber cómo se siente estar enamorado y el chico de los jueves se lo está demostrando. • • ~ Todos los derechos a la autora, yo ~ ~ NO se permiten adaptaciones ~ ~ PROHIBIDA SU COPIA TOTAL O PARCIAL SIN MI CONSENTIMIENTO~