Capítulo 47

8.7K 684 39
                                    

Descolgué el teléfono justo cuando empezó a sonar.

"¿Quién?... Sí, soy yo... ¿Cómo?... ¿Esta tarde?... Sí, sí... ¿En serio?... Dios, va- vale, muchísimas gracias." La llamada terminó y no pude controlarme, di vueltas y saltos encima de mi cama hasta cansarme.

Esto se lo tengo que contar a alguien.

Aún con el pijama y las zapatillas de estar por casa, salí corriendo a la calle, con lágrimas en los ojos y el corazón a punto de salir llegué a la casa de Fran.

"¡FRAN! ¡BAJA YA!" Chillé. Se oyeron varios pasos y después a él hablar.

"Qué cojones, en este país nadie se puede dar una jodida ducha sin-" Justo cuando abrió la puerta me lancé a sus brazos y empecé a llorar. Él, asustado, me dió varias palmaditas en la espalda. "¿Estás bien? ¿Danielle?"

"Me- Me vuel-vuelvo a- a, a-" No podía hablar, la voz se me cortaba y Fran se soltó del abrazo para cogerme por los hombros y mirarme a los ojos. Me llevé ambas manos a la cara para que no me viese llorando y él las apartó.

"Entra." Abrió la puerta de nuevo y subimos a su casa. Una vez en su cuarto me dió un vaso de agua y se sentó en la silla de su escritorio mientras yo me sentaba en su cama. "Ahora tranquilízate y habla." Cogí aire y hablé sin parar de sonreír.

"Me acaban de llamar del juzgado. Dicen que las fotos que les enseñé coinciden con las fechas, y esta tarde van a volver a hacer otro juicio pero para dar el caso por cerrado. Me vuelvo la semana que viene a Australia." Fran se sacó las gafas y me miró directamente, sin saber si eso era bueno o malo. Después de un rato sin decir nada, se puso de pie y me dió un abrazo.

"Estoy muy contento por ti, por fin, joder." Terminó en un sollozo que me hizo llorar a mi también. Así abrazados estuvimos un tiempo sin poder parar de lloriquear. "Te voy a echar mucho de menos." Se separó de mí y pasó una de sus mangas por debajo de cada ojo.

"Yo también a ti. No me lo creo, de verdad. Llevo aquí cuatro semanas y te juro que pensaba que me iba a quedar para siempre. Por lo menos te he tenido a ti para que todo esto no fuese tan duro." Fran sonrió tristemente y me puso un mechón de pelo detrás de la oreja.

"Me ha encantado conocerte. Y, ¿qué se supone que voy a hacer en tres semanas de vacaciones sin mi mascota de compañía?" Reí y de pronto se me encendió la bombilla de ideas.

"¡Puedes venirte conmigo!" Él negó con la cabeza y yo le agarré de los hombros para que me mirase. "¡Vamos! Aunque sea un fin de semana, podrías venir con la excusa de que vas a practicar inglés."

"No creo que mi madre me deje, cielo. Pero yo si eso se lo comento, ¿vale? Ahora quiero que me prometas algo." Asentí mirándole. "Vas a arreglar las cosas con ese chico, ¿Luke? No te pido que volváis a salir, pero después de leer un par de esas cartas, creo que deberías perdonarle."

"Ha pasado mucho tiempo, eso lo escribió hace dos meses, no creo que siga sintiendo lo mismo." Fran me empujó y por poco caí al suelo.

"Eres una imbécil, ¡claro que siente lo mismo! ¿O es que tú has cambiado de sentimientos?" Negué con la cabeza lentamente. "Pues ya está, ahora prométemelo." Extendió su dedo meñique en mi dirección y, antes de cogerlo con el mío, le miré suspirando.

"Solo si me prometes que te vendrás un par de días a Sídney." Fran rodó los ojos y enlazamos nuestros dedos, cerrando la promesa.

-

El golpe del martillo contra la madera de la mesa me hizo sobresaltar. Después de pedir silencio, el juez se sento y me miró.

"Ya hemos examinado las fotografías, fecha, y lugar donde se tomaron y lamento comunicarle al bando del señor Cobrain, que todo coincide. Por lo tanto, la denuncia no es real y se ha tomado una decisión en el Tribunal de Justicia. Se le condena al señor Charles Cobrain y a su abogado, Reiquinn Plas, a una estancia en la Cárcel Central. El tiempo de esta estancia se establece de tres a siete años ya que a parte de mentir a la ley, se ha obligado a una familia a viajar desde la misma Sídney hasta España y a residir en este país durante cuatro semanas y dos días por motivos inexistentes. Gracias por su tiempo, el caso se da por cerrado." Apreté los ojos porque sabía que si no me contenía, iba a empezar a llorar igual que esa mañana en casa de Fran. Vi a un par de policías esposar a mi padre y a su abogado, quienes me miraron antes de irse y yo les mostré una sonrisa que no cabía en mi cara.

"Hora de irse a casa." Dijo mi madre.

Dios, iba a volver, iba a volver a la normalidad, a mi casa, con todo el mundo que echaba de menos.

En cuanto llegué a la casa donde nos habíamos estado quedando, llamé a Elena por teléfono y le conté todo. Ninguna de las dos nos podíamos creer que al final iba a volver.

Acordamos que iría a recogerme al aeropuerto y que después de eso me llevaría a mi heladería favorita para celebrarlo.

La emoción y los nervios me comían por dentro, y entonces, recordé que aún me quedaba una carta por leer.

"Abrir cuando me vuelvas a echar de menos."

"Sinceramente, no estoy muy seguro de si vas a leer esto, pero si lo haces entonces supongo que será porque me sigues echando de menos aunque haya pasado mucho tiempo sin vernos. No sé si cuando estés en España seremos capaces de llamarnos y arreglar todo a distancia, pero como ya te dije antes de que te fueses, eso de que las relaciones a distancia nunca funcionan es mentira. Sería capaz de llamarte todos los días y tirarme horas y horas hablando contigo, contándote cómo me ha ido el día o diciéndote lo mucho que te echo de menos. Me siento imbécil escribiendo esto, porque llevo casi dos semanas sin hablar contigo y no creo que tenga las narices suficientes de darte todas estas cartas antes de que te vayas. Ni siquiera puedo imaginarme cuando vuelvas, cómo estarás por todo lo que ha pasado. Quiero decir, un mes, vamos a estar un mes sin vernos, siempre se dice que el tiempo te hace olvidar, pero creo que yo nunca sería capaz de olvidar a la primera persona de la que me enamoré. Tampoco sé si voy a seguir estando igual que ahora, espero que esta sensación de estar muriéndome acabe pronto. Antes de terminar con esta carta, te quiero pedir un favor. Si has leído todas mis cartas, escríbete una cruz en la mano derecha para cuando vuelvas a Australia. Si has leído todas mis cartas pero no sientes lo mismo, dibújate un punto en la misma mano. Si solo has leido unas cuantas, dibújate una raya. Y si has leído todas y sigues sintiendo lo mismo y te arrepientes de que hubiésemos discutido, dibújate dos cruces en la mano derecha."

Amnesia || l.h (Temporada 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora