Abro una pequeña mochila negra y meto en su interior el gorro de Armin, un cuchillo, y una pistola con veinte balas que el Coronel había tenido la decencia de prestarnos.
No podía creer que en tan solo unos minutos fuéramos a abandonar la Academia. Por fin habíamos encontrado un refugio estable y ahora iban a quitarnoslo de las manos, lo que significaba una muerte segura. En el tiempo que llevábamos aquí dentro los muertos habían cambiado, eran más rápido, agiles y hasta me arriesgaría a decir que más inteligentes.
Allí fuera acabarían con nosotros, con todos. Nuestro grupo había aumentando en número y ahora llamábamos mucho la atención. Debíamos organizarnos bien para no ser atrapados, pero no estaba segura de si eso funcionaría siempre.
Estaba asustada. Más que nunca en la vida. Me aterraba salir fuera y morir a la vuelta de la esquina, aunque más me aterraba la idea de que tal vez tuviese que ver a alguno de mis amigos convertirse en esas cosas.
Levanto la cabeza y miro mi reflejo en el espejo del baño. Mi pelo está revuelto, pero no me importa. Hacía demasiado tiempo que me importaba una mierda como luciese. Mi camisa blanca está desgarrada y con varias gotas de sangre en una de las mangas. Llegado a este punto no sabía distinguir si era de un zombie o uno de mis acompañantes.
Cierro los ojos y empiezo a pensar en los últimos meses. En cómo ha cambiado todo desde entonces. En lo mucho que echaba de menos el puré verde de mi tía que tanto había detestado. En las clases del señor Farrés. En las tardes de juegos en casa de Armin y Alexy. En las horas de estudio con Nathaniel, repitiéndome desesperado una y otra vez el mismo párrafo y yo sin entender ni mierda.
Lo tenía todo y no era consciente de ello. Mi vida era perfecta y, en cambio, siempre me empeñaba en pensar lo contrario. ¿Cómo podemos ser tan ciegos a veces? ¿Por qué nunca valoramos lo que tenemos hasta que lo hemos perdido?
Escucho la puerta del baño abrirse y me giro.
-Lo siento, no sabía que estaba ocupado.
Armin está pálido. Las cuencas de sus ojos están tan hundidas que parece un personaje sacado de las películas de Tim Burton. Me dolía verle así.
-Tranquilo, puedes pasar. No me importa.
Mi mejor amigo asiente serio y cierra la puerta tras él. Se echa un buen manotazo de agua sobre el rostro y restriega sus ojos con sus dedos. Algunos mechones de su flequillo negro se mojan y se pegan a su frente, y yo me los quedo mirando como una estúpida.
-¿Cómo estás? -pregunto, y noto como me tiembla un poco la voz.
Armin apoya ambas palmas sobre el lavamanos y mantiene sus ojos azules clavados en el suelo.
-Bien -contesta sin más, pero sé que es mentira.
-Armin. -Muy a su pesar, acaba levantando la cabeza para mirarme-. Siento mucho lo de Laeti.
Vuelve a desviar la vista y yergue la espalda, intentando aparentar una frialdad que no me creo.
-No importa. Todos los días muere gente.
-Lo sé, por eso es normal que te sientas mal y...
-No me siento mal.
-Sabes que eso no es verdad. Tú... la querías, ¿No?
Mira su reflejo en el cristal y muerde su labio inferior. Después vuelve a dirigirse a mí.
-Supongo. Hace mucho que ya no sé qué siento o he sentido. Tanta sangre y muerte me nubla la vista, Maya.
Le entiendo. En parte me pasa lo mismo, aunque el único sentimiento que no ha cambiado ni un pelo ha sido el amor que siento hacia él.
-Saldremos adelante -le doy esperanza, aunque ni yo misma me creo mis palabras-. Siempre lo hemos hecho. Esta vez no será distinto.
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Survival plan [Fanfic CDM] [Armin x Sucrette]
Fanfiction-¡Deseo que ocurra un Apocalipsis zombie! -Exclamó Armin poniéndose en pie sobre el tejado mientras señalaba aquella solitaria estrella fugaz. -¡No desees esas cosas, Armin! -¿Qué? Fuiste tú la que dijo que estaba hasta las narices de esta vida monó...