CAPÍTULO 8

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Los personajes de INUYASHA no me pertenecen sino a RUMIKO TAKAHASHI
Esta obra pertenece a KIM LAWRENCE, ha sido adaptada y modificada por mí.
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Los personajes utilizados pueden contener Ooc.
Los personajes son todos humanos, la trama se ubica en un universo alternativo.
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Capítulo 8

Kagome POV
Alguien se había dado cuenta de que la noche anterior se había retirado alegando que le dolía la cabeza. Al menos no era mentira. Kagome se apretó las sienes. Esa mañana, el insoportable dolor de la noche anterior era al menos un poco más llevadero. Kagome se miró al espejo y apenas se reconoció. No se debía sólo a que no llevaba maquillaje y a que había elegido la ropa sin ninguna concesión al estilo ni a la coordinación de colores. Lo peor era que su lenguaje corporal hablaba de derrota, la misma derrota que se veía reflejada en las sombras bajo sus ojos azules.

Estaba frunciendo el ceño a su reflejo en el espejo cuando oyó unas risas desde la planta de abajo. Se estaban divirtiendo, sin duda, y una oleada de auto- compasión la invadió.

«No seas tonta», se dijo. «Nadie te obligó a acostarte pronto, y nadie te obligó a sentarte en una esquina y a no decir casi nada». Su única contribución a la cena de la noche anterior habían sido unos cuantos gruñidos.

Un destello de resolución brilló en los ojos azules y, poniendo los hombros rectos con firmeza, se acercó al armario y abrió las puertas de par en par.

El contenido no ofrecía mucha elección. Por fin, sacó un pantalón de lino en tonos tostados y un suéter de punto negro con el cuello de pico que todavía tenía la etiqueta de la tienda. Cuando se puso los pantalones le quedaban demasiado grandes, y los cambió por una falda de vuelo en un tejido estampado de colores pálidos.

Después se recogió el pelo en una coleta con un pañuelo de seda y soltó unos cuantos mechones que sirvieron para enmarcarle la cara y suavizar el efecto.

Dios mío dijo en voz alta al espejo. Tengo pómulos.

Fascinada por el descubrimiento, trazó el perfil con el dedo, todavía no muy marcados. Después se dio unos toques de color en las mejillas y los labios.

La diferencia fue sorprendente.
Después del desayuno Miroku y Sango anunciaron su intención de ir andando hasta el pueblo a comprar leche.

-Pásenlo bien -dijo Sesshomaru mirando los zapatos de tacón de Sango y pensando que, con los agujeros y baches del camino, no llegaría muy lejos.

Sesshomaru oyó el ruido de la puerta cerrarse, que tres segundos más tarde se volvió a abrir.

-He olvidado las gafas -dijo Miroku en voz alta para que lo oyera su novia, y después, en tono más bajo y confidencial añadió: -Escucha, Sesshomaru, siento mucho lo de... -señaló con la cabeza hacia las escaleras.- Dios, que antipática es.

-Sólo estuvo un poco callada.

De hecho no se había reído ni una sola vez. A Sesshomaru le había gustado oír su risa. Y ver cómo se le iluminaba la cara cada vez que reía.
Estás siendo muy generoso -dijo Miroku, sin entender la extraña expresión en el rostro de su amigo.

-¿Vienes o no? dijo Sango desde la puerta.

-Ya voy.

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