CAPÍTULO 12

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Los personajes de INUYASHA no me pertenecen sino a RUMIKO TAKAHASHI
Esta obra pertenece a KIM LAWRENCE, ha sido adaptada y modificada por mí.
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Los personajes utilizados pueden contener Ooc.
Los personajes son todos humanos, la trama se ubica en un universo alternativo.
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Capítulo 12

Kagome POV
Era la clase de pregunta que se hacía mucha gente. ¿Qué hacer si aprietas el freno y no ocurre nada?

Kagome no esperaba averiguarlo, pero la situación se vio repentinamente complicada por la curva a la que se acercaba a bastante velocidad y el autobús de dos plantas que venía en dirección contraria.

Kagome giró bruscamente el volante a la vez que bajaba rápidamente las marchas y, gracias sin duda a la suerte y a su rápida reacción, el coche acabó metido en la cuneta, con la parte delantera incrustada en unos arbustos y la puerta del conductor atascada parcialmente por las ramas de un árbol. Afortunadamente, Kagome logró salir del coche con algunos rasguños, pero por lo demás ilesa.

El conductor del autobús se acercó con ganas de gritarle por conducir de manera tan peligrosa, pero cuando ella le explicó que le habían fallado los frenos se tranquilizó e incluso alabó la forma con que había logrado dominar el vehículo.

-Creía que me la iba a tragar —dijo el conductor, secándose el sudor de la frente con la manga.— ¿Han visto alguna vez un coche después de chocar de frente contra un autobús de dos plantas?

Ninguna de las personas que se habían arremolinado a su alrededor respondió.

-Porque no queda nada que ver.

Todos se echaron a reír, excepto Kagome que empezaba a darse cuenta del peligro que acababa de vivir.
Apretó los dientes e hizo un esfuerzo para que dejaran de castañetear—
Cielos, qué suerte ha tenido —repitió por tercera vez una de los pasajeras del autobús.

Kagome, consciente por fin de lo afortunada que había sido, asintió con la cabeza pero de repente todo a su alrededor se nublo por una décima de segundo. Le temblaban las piernas y apenas tenía fuerza para mantenerse en pie. Buscó un lugar a su alrededor para sentarse cuando un lujoso coche se detuvo a un par de metros de ella.

El conductor del vehículo se acercó y se plantó delante de ella en dos zancadas.

Oh, no, Sesshomaru la había seguido.

Kagome se humedeció los labios resecos con la punta de la lengua. Pálida pero decidida, esperó casi con resignación a ser el blanco de la ira de Sesshomaru, como de costumbre.

Sesshomaru, por su parte, estaba más que furioso. Seguramente más de lo que había estado en su vida, pero no debía extrañarle, se dijo al detenerse delante de ella. Aquella mujer era capaz de provocarle las reacciones emocionales más extremas.

Aunque esta vez prefería la ira a lo que sintió al ver el coche de Kagome hundido en la cuneta casi incrustado contra un árbol. Una sensación tan devastadora y desgarradora que no quería volver a sentirla nunca más.

-Hola, Sesshomaru —dijo ella, que nunca se había alegrado tanto de ver a alguien, a pesar de que estaba huyendo de él.

-¿Hola? —Repitió él, pasándose una mano por el pelo, más aliviado ahora que estaba comprobando con sus propios ojos que sólo tenía unos rasguños.— ¿Estás herida? —preguntó preocupado, apoyándole las manos en los hombros y recorriéndole los brazos y el cuerpo para asegurarse de que no había lesiones.

Muy a su pesar, la reacción de Kagome no fue precisamente la que se tiene en un reconocimiento médico.

-¿Qué haces aquí?

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