CAPÍTULO 7

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Los personajes de INUYASHA no me pertenecen sino a RUMIKO TAKAHASHI
Esta obra pertenece a KIM LAWRENCE, ha sido adaptada y modificada por mí.
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Los personajes utilizados pueden contener Ooc.
Los personajes son todos humanos, la trama se ubica en un universo alternativo.
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Capítulo 7

Kagome POV
El principio no fue nada prometedor.
Kagome salió del cuarto de baño y se encontró no en el pequeño dormitorio de techo inclinado y cama individual que identificó como suyo al entrar corriendo en el cuarto de baño, sino en una habitación más grande con una cama doble. Por un momento se quedó totalmente desorientada, antes de darse cuenta de que el cuarto de baño debía estar conectado con las dos habitaciones de invitados.

En el respaldo de una silla había una bata negra, sobre la cama una toalla húmeda arrugada, y en la cómoda una serie de enseres personales que junto con la fragancia masculina que flotaba en el aire le dijo claramente quién dormía en aquella cama.

Involuntariamente se llevó una mano a la boca para contener el grito que estuvo a punto de escapar de sus labios, pero no pudo evitar el temblor que se apoderó de su cuerpo. Echó a andar hacia la puerta, pero no llegó. Algo, probablemente una vena masoquista desconocida hasta entonces, la llevó con pasos casi hipnóticos hasta la mesita de noche. Allí estiró la mano y acarició el reloj de metal que tan bien recordaba en la muñeca masculina.

-El cierre está estropeado.

El comentario venía desde la puerta y Kagome dio un respingo al escuchar el sonido de la voz grave que tan bien conocía. Con las mejillas encendidas, giró en redondo y lo vio apoyado en el pomo de la puerta, con los brazos cruzados al pecho, la cabeza ladeada y observándola con irritación. Kagome no sabía cuánto rato había estado observándola.

-¿Te has vuelto a perder? —preguntó él con desdén, mirándola con frialdad.

-Lo siento... no quería... pensaba que era... estaba pensando en... otra cosa —«estaba pensando en ti», le hubiera podido decir.— Creía que era mi habitación. No estaba... ni siquiera sabía que era tu habitación.

Sesshomaru continuaba mirándola sin decir nada y ella sintió que el frágil dominio de sí misma se desvanecía por completo al pensar en tener dos habitaciones conectadas.

-No te preocupes, no volverá a suceder.

La primera vez que hicieron el amor ella le había dicho lo mismo.

Y lo volvieron a hacer.

Un fugaz destello brilló en los ojos masculinos y Kagome se preguntó si él también lo recordaría. Y si recordaría lo poco que le costó olvidarse de sus palabras y terminar de nuevo en su cama. Para superar la vergüenza que sentía, alzó la cabeza y se dirigió hacia la puerta con pasos firmes hasta que se dio cuenta de que para volver a su habitación tendría que pasar junto a Sesshomaru. Quizá incluso rozarlo.

Se detuvo en seco, y un estremecimiento que no pudo controlar la recorrió visiblemente al anticipar el inevitable contacto físico con él.

-Perdona...

Sesshomaru no reaccionó ante la cortés pero fría petición.

-Era una forma educada de pedirte que te apartes y me dejes pasar —continuó ella.

Los malos modales tampoco obtuvieron resultados. Sesshomaru permanecía inmóvil mirándola.

-¿Qué tal estas, Kagome?

Kagome parpadeó.

-¿Te importa?

-Parecías sorprendida de verme.

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