CAPÍTULO 9

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Los personajes de INUYASHA no me pertenecen sino a RUMIKO TAKAHASHI
Esta obra pertenece a KIM LAWRENCE, ha sido adaptada y modificada por mí.
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Los personajes utilizados pueden contener Ooc.
Los personajes son todos humanos, la trama se ubica en un universo alternativo.
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Capítulo 9

Sango POV
—KAGOME, ¿qué estás haciendo?

Kagome dejó caer la pila de troncos de leña que llevaba y se volvió a mirar a su amiga con expresión de culpabilidad.

-¡Deja eso ahora mismo! —le ordenó Sango con las manos en las caderas.

-El médico me dijo que un poco de ejercicio me vendría bien —protestó Kagome.

-Me temo que el médico se refería a un paseo por el campo, no a cargar leña como una mula —Sango se volvió a mirar al hombre alto que las contemplaba de pie desde el umbral.— ¡No te quedes ahí, recoge eso! —y se volvió a Kagome.— Cualquiera pensaría que quieres hacerte daño.

Esta vez Kagome no escuchó sus palabras. Tenía los ojos clavados en la figura alta y silenciosa que continuaba mirándola desde la puerta. Sus miradas se unieron, y la fuerza del contacto la golpeó como un mazo.

Kagome cuadró los hombros, tratando de recobrar fuerzas. Sango se acercó a ella.

-No tienes muy buena cara. ¿Cómo has podido ponerte a cargar leña? —Le reprochó poniéndole una mano en el brazo.— Ven a sentarte.

-Por el amor de Dios, no pesan y no soy una inválida. Ya han pasado seis meses.

En el momento en que las palabras salieron de su boca Kagome se dio cuenta de su error.

Sesshomaru, que hasta el momento había estado en silencio, hizo la única pregunta que no debía.

-¿Seis meses desde qué?

-Desde nada.

-Desde que perdió el niño.

Las dos frases contradictorias fueron pronunciadas a la vez.

Kagome se encontró mirando directamente a los ojos dorados de largas pestañas que era el único sitio donde no quería mirar.

«Tranquilízate, Kagome. Sólo parece que puede leerte el pensamiento. Pero no es verdad».

Se hizo un breve silencio cargado de tensión y por fin Sesshomaru habló en una voz que no era tan serena ni segura como de costumbre.

-¿El niño? Estabas embarazada.

Horrorizaba Kagome sintió las lágrimas que le llenaban los ojos, y sin poder evitarlo dio media vuelta y fue a las escaleras. Las subió de dos en dos y no se detuvo hasta llegar a la pequeña habitación del desván.

-Todavía está muy reciente. No le gusta hablar de eso —dijo Sango, que se sentía obligada a ofrecer algún tipo de explicación sobre la extraña conducta de su amiga hacia aquel hombre español sofisticado y urbanita.— Estaba de seis meses cuando descubrieron que el corazón había dejado de latir.

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