dos

19.5K 884 122
                                    

—¿Lula?—preguntó Alicia con el ceño fruncido a lo que yo después de un par de segundos reaccione y asentí—¡Estas re grande y re linda!

—Gracias—sonreí y le dí un beso en el cachete.

Hacía bastante tiempo que no los veía y para ser concretos desde la muerte de Adolfo, el padre de Paulo.

—Hola nena—me saludó Mariano—Estas re grande.

—Y vos viejo—reí y lo saludé al igual que a Gustavo.

Casi toda la familia Dybala ya había pasado a mi casa y faltaba uno, el ojiverde.

—Hola—saludó con una sonrisa amplia.

—Hola—respondí secamente y me dí la vuelta para volver al living.

¿Ahora se hacía como si no hubiera pasado nada? ¿Quién mierda se cree este pendejo?

—Ma—la llamé una vez entre en la cocina.

—¿Qué pasó Lu?—alzó la vista.

—Me siento mal—respondí, ella iba a hablar pero añadí—Me duele la panza.

Sabía que mi mama iba a saltar con Paulo porque la conozco, cuando era chiquita yo le conté lo que me había pasado con el ojiverde y lo mal que me habia sentido tras la pérdida de su amistad.

—Lula—alargó la a un poco cansada.

—Por favor—rogué y la miré fijamente a los ojos.

—No, hija ya tienen 23 años déjense de joder—contestó abriendo la heladera para sacar el jugo mientras que yo rodaba los ojos—No son más unos nenes.

—¿Te ayudo en algo Silvia?—preguntó Alicia.

—No, muchas gracias. Anda y ponete comoda—le regaló una sonrisa.

—Bueno—contestó y me miró—Vení.

Le regalé una sonrisa y me acerqué. Alicia era una segunda mamá para mí; me cuidaba, me ayudaba y me apoyaba. Siempre me decía que formaba parte de la familia Dybala desde que nací ya que aparte de vivir al lado, mi vieja y ella se conocían desde chiquitas.

—Ya sé que es incómodo para vos, pero ya pasaron 12 años, Luli—comentó haciendo referencia a lo que pasó con su hijo menor.

—Lo sé, pero entendeme no es fácil—solté como pude, ella me abrazo.

Sabía lo importante que era para mi su hijo, hasta cuando se enteró de la noticia me ayudó y apoyo a mi en vez de a Paulo.

—Ya está—sobó mi espalda y se separó para mirarme.

—Gracias por todo Alicia—hice una pausa—A vos y a Adolfo por todo, posta.

Aparte de extrañar mi amistad con el cordobés, extrañaba al padre del recién nombrado.

Adolfo siempre estuvo más apegado a mi, manteniamos una relación padre e hija adoptiva. Siempre me decía que era su nena, la hija que nunca tuvo.

Cuando me enteré de que había fallecido a causa del cáncer me sentó como un balde de agua fría.

Me acuerdo la cara de Paulo al enterarse de dicha noticia, el también era muy apegado al padre iban para todos lados juntos.

—Sabes que sos como mi hija—besó mi frente.

Hablamos un poco más hasta que mi mama terminó de poner toda la comida en la mesa.

Alicia y mi mama hablaban de cosas insignificantes asi que decidí meterme en la conversación de los hombres, estos hablaban sobre fútbol, soy fanática asi que no dude ni dos segundos en meterme.

—Bueno, ¿y vos Pau? ¿Cómo te va en la Juve?—preguntó mi papá tomando un poco de vino.

—Bien, muy bien por suerte—le sonrío y me miró.

—¿Y vos que onda enana? ¿algún novio?—saltó Mariano derrepente, cambiando totalmente de tema.

—Sí—contestóó mi viejo por mí.

—¿Sí?—esta vez hablo Paulo.

—¿Como se llama?—preguntó Mariano con una sonrisa.

Lo miré a él y desvíe la mirada hacia mi papá, este estaba apunto de abrir la boca y lo fulminé con la mirada, sabía perfectamente la boludez que iba a decir.

—Ay dale contesta—insistió Mariano.

—Dale contesta—habló mi papá con una sonrisita que tenía ganas de borrarle.

Sentía la mirada de los cuatro hombres sobre mi, me estaba poniendo nerviosa, —Me voy al baño.

córdoba ; paulo dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora