veintidós

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Paulo

Terminé de llevar todo el equipamiento de esquí a la pequeña tienda que se encontraba a 5 metros de nosotros.

Le agredecí a la dependienta, le dí la plata y ella me devolvió mis pertenencias, cuando salí pude ver a mi novia sentada de brazos cruzados y con mala cara, no pude evitar sonreír.

Me acerqué a ella y la quedé mirando, está ni se inmutaba, me puse de cuclillas y la miré con una sonrisa.

—¿Seguís enojada?—me animé a preguntar, ella alzó una ceja y bajó un poco la bufanda que le tapaba la boca.

—¡Casi me mato idiota!—me gritó e hizo un gesto con sus manos—Y en vez de ayudarme te empezaste a reír, imbécil.

Solté un carcajada y recibí un empujón de su parte menos mal estaba apoyandome en sus piernas sino ya me hubiera caído.

—Perdón pero fue buenísima tu caída—reí nuevamente y ella me dio un manotazo—Dale no te enojés, vení.

—¡Yo no vuelvo a esquiar más Dybala!—se quejó haciendome reír. Hacía más de una hora que no me hablaba por el simple hecho de que no la ayude cuando se cayó y me empecé a reír pero era inevitable no hacerlo cuando se comió literal un árbol—A mi déjame con Giu tranquila.

—Dale gorda, hiciste solo la primera pista, bueno, ni eso. Solo la primera bajada—la miré mientras ella tenía un semblante serio—Todo el mundo se cae, dale.

—No, déjame de joder—se levantó y empezó a caminar hacia el bar, corrí un poco para alcanzarla e ir a la par de ella.

—Mañana venimos de vuelta y te enseño bien, dale—insistí con un mini puchero y haciéndole ojitos, rodó los ojos.

—Bueno...dale—contestó cansada, sonreí y me acerqué un poco más para darle un casto beso en los labios—En cuando me dejes sola, te mato.

Negué y le volví a dar un beso pero esta vez de manera más tierna. Nos acercamos hasta la barra para pedir la comida, no habíamos desayunado casi nada y para completar hacia un frío de cagarse.

Comimos entre quejas por parte de mi novia y risas por parte de mi hija y mías, nos encantaba joder a Lula.

Cuando terminamos nos volvíamos al hotel donde nos hospedabamos ya que se había hecho bastante tarde y estábamos muy cansados, sobre todo Giu que no había parado en todo el día y eso que solo tenía 6 meses casi para 7.

Mi novia la bañó para que se relajará un poco y para después hacerla dormir aunque sea una siesta, cuando lo conseguió la dejo en la cuna.

—No doy más—soltó un suspiro de cansancio y se pasó la mano por toda la cara. Me levanté y encaminé en su dirección.

—¿Nos bañamos juntos?—pregunte con una sonrisa haciendo que ella me mire un poco cansada pero finalmente asintió con pocas ganas—¿Que te pasa?

Volvió a suspirar pero esta vez pesadamente y me miró con los ojos apenados.

—Nada, simplemente estoy cansada—se encogió de hombros y se acercó para abrazarme un poco. La miré extrañada y rodeé mis brazos por su espalda—No te olvides que te quiero.

córdoba ; paulo dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora