cuarenta

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Fui a la cocina a dejar los últimos platos de la cena y ayudé a Alicia a secarlos mientras que ella los limpiaba.

—Veo que les va bien—saltó derrepente Alicia haciendo que yo la mire con el ceño fruncido—Con Paulo digo.

—Ah—alargué la a y sonreí—No somos novios pero. Sí, estamos bastante bien.

—Aunque alguno de los dos se mandé cagadas, ustedes están destinados a estar juntos desde siempre.

Me quedé callada no sabía que contestarle al respecto así que me limité a seguir secando los platos.

—Seguro Adolfo está re contento, siempre quiso que estén juntos—habló después de unos segundos de silencio, la miré y le sonreí tiernamente.

—¿De que hablan?—preguntó el ojiverde mientras pasaba sus manos por mí cintura.

—De nada—acotamos al unísono Alicia y yo.

—Son más mentirosas las dos—rodó los ojos mientras reíamos—¿Vamos?

—Vamos—asentí y me acerque a Alicia para despedirme.

Después de eso, fuimos al living para terminar de despedirnos del resto de la familia. Me encantaba estar con ellos porque son una familia muy unida cosa que la mía no.

Nunca podemos comer de una manera decente en mi casa, porque o mí mamá no esta, mí viejo llega tarde o yo tengo facultad o cualquier otra cosa.

Agarré mí neceser y salimos de la casa con un poco de frío, se estaba acercando el invierno y se notaba.

Entramos en el auto sin emitir ninguna palabra y nada más entrar prendi la calefacción.

—Gracias por venir Lu—susurró el cordobés mientras posaba su mano en mí pierna.

—De nada bebé—me acerqué a él y le di un beso en el cachete.

La cosa más importante para Paulo era la familia siempre fue muy apegado a ellos y eso era muy lindo.

Salí de mí trance al escuchar a Paulo cantar y reírse al mismo tiempo, lo mire confundida y después sonreí.

Estaba sonando cuarteto y por lo que sabía le encanta y se sabe casi todas las canciones. Me acerque más a la radio y subí el volumen.

Mientras el cantaba con una sonrisa, manejaba dando golpecitos en el volante. Yo lo miraba detenidamente nunca me había parado a observar cada lunar, peca o alguna pequeña cicatriz de su cara.

—Me vas a ojear si me seguís mirando así—acotó con una sonrisa. Sacudí un poco mí cabeza y lo mire seria—¿que mirabas? ¿Lo lindo que soy?

—Sos horrible, callate—me acomodé en el asiento y me puse a mirar por la ventanilla.

Después de 15- 20 minutos llegamos a la casa de Alicia, la recién nombrada se había quedado a dormir en casa de Gustavo supuestamente para pasar tiempo con sus nietos.

El ojiverde estacionó enfrente de la casa y bajamos. Y para mí desgracia mí papá salía en pijama a sacar la basura.

Este nada más vernos se le dibujo una sonrisa en la cara mientras que yo rodaba los ojos. Se acerco hasta nosotros y nos saludo.

—¿Me podes explicar por qué vas a tirar la basura a las 3 de la mañana?—pregunté con el ceño fruncido.

—Que sé yo, para ver el panorama. Y que panorama, mamita—nos miro de arriba a bajo y sonrió—¿Hoy garchan no?

córdoba ; paulo dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora