cuarenta y ocho

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14 de febrero de 2020
Córdoba, Argentina.

Terminé de poner las cosas sobre la mesa, en nada iban a empezar a llegar el resto de la familia ya que teníamos que festejar el cumple de Giu, un año.

Me había puesto un enterito un poco suelto, porque ya se me notaba bastante la panza estaba de cinco meses y parecía que iba a explicar de lo grande que la tenía.

—Dame que te ayudo—intervinó Paulo mientras me sacaba los platos de las manos y los llevaba al patio—Vos sentate.

—Paulo, estoy embarazada no discapacitada—aporté rodando los ojos.

Últimamente no me dejaba hacer nada, todo el y me molestaba porque que estuviera embarazada no quería decir que no pudiera hacer cosas o que fuera de cristal y frágil por tener un bebé en la panza.

Me senté en el sillón y agarré a la gorda en brazos para después llenarla de besos, mí nena se hacía grande.

En un momento Giu apartó la vista de mis ojos y la centro en mí panza, la senté sobre mis piernas y con la manita empezó a tocar mí panza ya que le llamaba la atención, alzó la vista y me sonrió mostrándome sus dos arrocitos.

—Hermosa que sos—alargué la s y la alcé un poco para darle besos babosos en esos cachetes que tanto me gustaba apretar.

Se quejó un poco y la volví a sentar en mis piernas para apoyar una de sus manitos nuevamente en mí panza y mostrarle como el bebé daba patadas.

Escuché su risa al ver como sintió la patada que dio esté. Un Paulo con una sonrisa de oreja a oreja se acercó hasta nosotros y se puso de rodillas para estar a la altura de mí panza.

Agarro a Giu y la paró para estar al lado de el, por suerte ella ya había aprendido a caminar y era capaz de mantenerse en pie.

El ojiverde se acercó un poco más y besó mí panza mientras que mí hija veía atenta toda la situación haciendome reír por la cara que puso y me reí más todavía cuando le dio un manotazo en la cara a su progenitor.

—Quiere que le des mimos a ella, que celosa que es—hablé tocándome la panza, Paulo la agarró y la llenó de besos. Los miré mientras hacía puchero—¿Y a mí no me das?

Se despegó de la bebé y se levantó para darme un suave y tierno beso en la comisura de los labios. Volvió a ponerse cómo estaba y con Giu empezaron a tocarmela panza mientras que Paulo le hablaba al bebé con una voz que me causaba mucha gracia. Era la escena y el momento más lindo del mundo.

Tocaron el timbre y este se levantó para abrir la puerta seguramente ya habían venido todos, y estaba en lo cierto, tanto la familia de Paulo cómo la mía—mi papá y su novia— habían venido al igual que Noa con Kichan.

Mí amiga se acercó a mí con una gran sonrisa y me abrazo como pudo ya que la panza nos impedía completarnos. Sentí mí hombro húmedo y aparte un poco a Noa para verla llorar.

—¿Que te pasa negra?—pregunte un poco preocupada, con el dorso de la mano se limpio las lágrimas y me lleno de besos.

—Te extrañé—acotó antes de volver a abrazarme.

Y era verdad, hacía más de medio año que no veía a Noa pero simplemente porque no se daba o porque estábamos ocupadas.

Me acerque a mí familia para saludarla, pero fue en vano porque mí papá me esquivó y fue directamente a agarrar en brazos a su nieta, sintiendo un poco de celos porque desde que mí hija había llegado al mundo yo pasé a segundo plano para mí papá, ya no era más su nena.

Terminé de saludar a Alicia y nos encaminamos todas hacia el patio donde ya estaba todo preparado, pero antes fui a la cocina para llevar las servilletas y la presencia de mí progenitor me asustó.

—Me asustaste nene—hable con una mano en el pecho haciendolo reír.

—¿Como estás?—preguntó con una sonrisa acercándose a mí y tocándome la panza para después agacharse y besarla—Tengo unas ganas de que nazca ya.

—Yo también quiero.

—¿Quién va a ser el padrino?—cuestionó con el ceño fruncido.

—No sé para qué preguntas si me vas a llenar la cabeza con que querés ser vos cómo hiciste con Giulia—rodé los ojos haciéndolo reir.

—¿Y la madrina?—me miró con una ceja alzada.

—Va a ser Dolo, ya se lo pidió. Aparte medio que se había enfadado conmigo cuando le dije que la madrina de Giu era Noa—comenté y el asintió.

Nos acercamos hasta la mesa donde ya estaban todos sentados y charlando de varias cosas, se habían dividido en dos. Por un lado estaban Alma, Romina, Dolores, Alicia, Laura y Noa y por el otro lado el resto.

Me acerque hasta las chicas las cuales estaban hablando sobre Giu quién estaba arriba de su madrina jugando.

❀ ❀ ❀

Después de haber comido y debatido, estábamos haciendo sobremesa todos juntos, algunos trajeron las cartas para jugar al truco.

—¿Y ya saben que va a ser?—preguntó Mariano mientras tomaba la bebida de su vaso, negué.

—Vamos a esperar hasta que nazca—explicó Paulo tirando una carta.

—¿Posta? Ay no—habló ahora la sobrina del cordobés con un poco de desilusión—Yo quiero saber si voy a ser madrina de una hermosa Lulita o de un fachero Paulito.

Nos empezamos a reír todos y me levanté para ir a buscar el celular ya que íbamos a empezar a sacarnos fotos con Giu y a cantarle feliz cumpleaños.

Nada más agarrarlo vi que tenía un par de mensajes de un número que no tenía agendado pero para mí suerte si reconocí.

+54 632 917 528 : Hola hija, ya se que no me tenés agendada porque no me aparece tu foto ni nada, pero te escribo porque quería desearle un feliz primer añito a mí nieta.

+54 632 917 528 : Vi algunas fotos en Facebook y es igual a vos cuando eras chiquita. Sé que no me querés ni ver y que soy la peor madre de este mundo. Pero no te olvides de que sos una de las cosas más importantes de mí vida, y que a pesar de las circunstancias siempre te voy amar. También felicitarte por mí próximo nieto que seguro que es igual de lindo que Giu.

+54 632 917 528 : Me gustaría juntarme con vos, para aclarar algunas cosas y que veas un poco como fue el tema desde mí punto de vista y perspectiva, felicidades nuevamente, te amo.

Nada más terminar de leer esos tres mensajes, fui a los tres puntos que había en la barrita. Apreté más y la bloqueé.

córdoba ; paulo dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora