quince

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Maratón 3/3.

Lula

15 de Agosto de 2019
Buenos Aires, Argentina.

Me desperté por culpa de la música que provenía del baño, una canción de cuarteto sino me equivocaba.

Me refregué los ojos y me destapé para después sentarme contra el respaldo de la cama, me quedé mirando a un punto fijo hasta que se abrió la puerta del baño poniendome a Paulo con Giu en brazos como campo de visión, recién bañados.

—Buen día hermosa—dijo el cordobés acercándose un poco para darme un casto beso.

—Buen día—dije con la voz un poco ronca y le extendí los brazos para que me diera a Giu, ya que ella estaba enrroscada en la toalla y su padre igual con la diferencia de que este tenía prisa ya que entrenaba—Dame a la gorda.

—No, la cambio yo—se dio la vuelta para darme la espalda.

—Dejate de joder que vas a llegar tarde como siempre Paulo...—rodé los ojos.

—Que decida la nena—me miro y alzó a Giu—¿Quién querés que te cambie Giu?

Ella lo miró y se le dibujó una sonrisa con sus 3 arrocitos, asomándose el 4.

—Pa-pá—acotó ella y Paulo la acercó para llenarla de besos haciendola reir, era más cargoso.

—Mi gordita hermosa—dijo besándola.

—No se vale, solo sabe decir papá Paulo—me cruce de brazos y fruncí el ceño.

—No es mi culpa que me quiera más a mi que a vos—me guiñó un ojo y me sonrió divertido.

—Bueno, hace lo quieras. Después no putees cuando no tengas tiempo—me levanté de la cama y agarré la pila de ropa para después entrar en el baño.

Esperé a que el agua de la canilla se calentará mientras tanto me iba desvistiendo. Me metí y empecé a pasarme los productos para el pelo.

Me estaba pasando el acondicionador cuando escuché la puerta golpearse y antes de que dijera “ pasá ” ya había entrado un Paulo con pantalones de entrenamiento y con Giu en pañal.

—Llego tarde, ayudame—pidió haciendome un puchero para después mirarme de arriba abajo—Mirá el bombón que me como.

—¿No eras un re papi vos?—pregunte y el me miró con los ojos entrecerrados—Bueno, arreglate—sonreí y cerré la cortina para seguir bañándome.

—Te juro que dejó a la nena en la cuna y me meto en la bañera con vos para sacarte, dale Lula—me apresuró el ojiverde. Bufé y me termine de sacar el acondicionador, agarré la toalla y salí—Sos la mejor, te amo.

Rodé los ojos y agarré a mi hija para terminar de cambiarla, la abrigué bastante ya que estaba lloviendo.

Me empecé a cambiar yo mientras Paulo bajaba con mi hija al parking para empezar a acomodar las cosas e irnos a la cancha.

No tarde mucho más o menos unos 10 minutos, bajé corriendo y Paulo me esperaba en la entrada con Giu mirandome y sonriendo un poco.

Abrí la puerta de atrás y me senté al lado de mi hija. Abrí el neceser y empecé a maquillarme un poco ya que estaba horrible.

Encaminamos hacia la cancha a mil por hora, siempre tarde con este pibe. Una vez llegamos a la cancha, Paulo me dejó en la entrada con el carrito de Giu y ella, para buscar un aparcamiento.

Entre en la cancha y me encontré a algunos de los chicos y para mí suerte no me encontré con Giovanni quién me había escrito el día antes.

Subí a los palcos con Giu y me senté con ella en brazos, minutos más tarde vi a mi novio aparecer en la cancha prácticamente corriendo y metros atrás a Lo Celso.

Intenté ignorarlo y me concentre en Paulo pero era imposible, cada dos por tres cruzábamos miradas y de vez en cuando me guiñaba un ojo.

Paré a Giu en mis piernas mientras seguía mirando el entrenamiento, habían empezado a jugar un partido.

Mi hija estaba todo el rato saltando y no paraba de reirse, me dí la vuelta para ver la causa por la cual mi hija se reía.

Y abrí mis ojos de par en par al ver a mi papá con la camisa de la selección argentina con el número de Paulo y todo pintado como si fuera un partido del mundial, sin duda mi papá era de lo que no había en este mundo.

córdoba ; paulo dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora