treinta y ocho

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Paulo

Entré en la pieza, dejé el bolso en la cama y me fui directo al baño, escuché los pasos de mí novia atrás mío y su carcajada.

—Dale Exequiel—insistió aún riéndose, no le dí ni bola y entre en la baño.

Abrí la canilla y espere a que se calentase el agua mientras tanto me fui sacando la ropa. La puerta se abrió dándome como campo de visión a mí novia con una sonrisa de oreja a oreja y con la respiración agitada de tanto reírse.

—A mí no me causa—hablé—segunda vez en el día que me dejas con la pija parada.

Intentó reprimir la risa pero no podía porque al par de segundos estalló a carcajadas nuevamente, rodé los ojos y me dí la vuelta.

—Bueno gordo perdón, pero es que es muy graciosa la cara de indignado que haces—blanqueé los ojos y toque el agua para ver si ya estaba preparada, lo estaba.

Antes de sacarme la parte de abajo, mi novia se subió a caballito haciendo que inconscientemente la agarrase de las piernas para que no se cayera.

Rodeó sus manos por mí cuello y empezó a besar y lamer este, afiance mí agarre haciendola reír.

—No, basta que me lo volves a hacer—sentencie mientras la bajaba con cuidado de mí espalda.

—No...dale—me agarró de la mano para darme la vuelta y rodear sus brazos sobre mí cuello.

—En cuento volvás a...—no terminé la frase porque corto la distancia y rápidamente le seguí el beso.

Para estar más cómodos ella dio un salto y enredó sus piernas alrededor de mí cintura. La mantuve ahí para que no se cayera mientras ella jugaba con mí pelo.

—Pará, pará—puso sus manos en mí pecho para apartarse un poco, bufé.

—No ya esta, basta—respondí sacado y bajandola de encima mío para sacarme la malla, antes de entrar a la bañera me agarró del brazo.

—¿Por qué te enojas tonto?—preguntó, la miré obvio—Te iba a decir que te sacarás la ropa así lo hacíamos a dentro...

La miré sin ninguna expresión y me zafe de su agarre para por fin entrar, vi como se sacaba la bikini y entraba conmigo a la bañera.

—Veni idiota—me acunó la cara con sus manos y me acerco a ella para besarme, rápidamente me adapte a él y la agarre fuerte de la cintura. Sentí su sonrisa ya que nos estaba cayendo toda el agua—Está helada.

—Como tu corazón—respondí sonriendo un poco, me empujó y me miro mala cara haciéndome reír—Si tengo razón.

—Listo, chau—hizo un gesto e intento salir de la bañera pero no la dejé ya que la agarre de la cintura y la volví a besar—No, salí.

—Dale boba, te jodo—hablé entre besos, bajé haciendo un camino de besos hasta su cuello.

—Si me seguís dando besos me caigo así que teneme—jadeó con los ojos cerrados haciendome reír.

La volví a alzar de las piernas para tenerla a upa, ella enredó sus manos alrededor de mí cuello.

—Cuando quieras—murmuró en mí oído, sonreí y como pude me acomode en su entrada para penetrarla.

córdoba ; paulo dybala Donde viven las historias. Descúbrelo ahora