Cap.10

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-¡No puedo creer que se los enviaran desde Grecia, y mucho menos que le llegaran en un día!- Aún sostengo entre mis manos aquellos pesados tomos de los cuales ha girado la conversación desde hace una hora.
-¿Acaso no habías oído hablar del envío express?- sonríe abiertamente. Se sujeta de los reposabrazos de la silla y la risa hace que su cuerpo se relaje por completo. Sus ojos se entrecierran por el movimiento de sus labios que su bonita sonrisa provoca.
Es bueno verlo así, no es el Andrew habitual. No es el profesor Bowman, es solo Andrew. Esta tan relajado y se siente un aire de confianza mutua en esta habitación hasta el punto de que él ya se ha acomodado en la silla acojinada detrás del escritorio. Mientras yo solo me he paseado por todo el estudio sacando y metiendo libros. Hojeando y leyendo todo lo que está al alcance de mis manos.
-Si, pero jamás me imaginé que llegaran tan rápido. Es fabuloso.- dejo de caminar y me siento en la orilla del escritorio, justo en medio del mueble y el.
-Lo es, supongo. - tuérce el gesto y se hace hacia adelante para recargarse sobre sus muslos.
Retiro la vista del libro para observar al hombre enfrente de mi. Sonrío levemente y por consiguiente se acomoda mucho más cerca hasta chocar rodilla con rodilla. Para acortar distancias abre las piernas y pega todo lo que da la silla a mi.
Sus acciones me desconciertan por un momento que instintivamente me retraigo, en cambio el ya no hace nada. Ha dejado de moverse y está como si nada. Mis rodillas ya no chocan con las suyas, ahora lo hacen con el asiento. Una sensación extraña empieza a correr en todo mi cuerpo, mi piel comienza a erizarse tanto que Andrew al notarlo sale de su trance y me toma de los brazos para poder pasar sus manos de arriba a abajo en un intento de calentarme.
-¿Tienes frío?- pregunta en un tono extraño pero atractivo. Se nota su auténtica preocupación.
Lo único que logro hacer es asentir tímidamente porque al parecer mis labios han decido quedarse pegados.
-¿Quieres irte a casa?- me tomo unos segundos para ordenarle a mi boca a no hacer el ridiculo y articular algo.
- N-no. Bueno, si quiere que lo ha-haga puedo irme.- ¿Pero que rayos me sucede? ¿Desde cuando tartamudeo enfrente de Andrew?
-Nunca dije eso. Por mi puedes quedarte el tiempo que tú quieras. Solo preguntaba por si querías que ya te llevara. En realidad, me gusta mucho que estes aquí.
Me mira fijamente y me pongo aún más nerviosa, pero justamente cuando ya iba a arruinar un poco más la situación diciendo cualquier tontería, su teléfono suena en un instante e inmediatamente se levanta para tomarlo.
-¿Si?.... Ok, por mi está bien.... Si claro...- Lo observó de espalda hablar con el teléfono en el oído y aprovecho estos instantes para ponerme en pie y dejar el libro en la mesa. Se da media vuelta y me mira con el gesto fruncido.- Ya te dije que no hay problema, Margarette tengo que hacer un par de cosas más. Debo colgar..... Si Bye, cuídate.
Finaliza la llamada.
-¿Era su esposa?- le preguntó algo que ya se para así no poder equivocarme y poner a mis nervios en un colapso. Suspira sonoramente.
-Si, era ella. Era de un asunto sin importancia. Pero ¿en que estábamos? Ah si, será mejor que te lleve a casa.- oh vaya.
-No hace falta, tomo un taxi o un Uber y listo, no hay necesidad de que usted se encargue.- busco mis cosas para irme.
-No, no es problema para mi. Me encantaría llevarte, anda. Además ya es tarde para que subas en autos con desconocidos.- camina hacia a mi y me pone la mano detrás de la cintura para que avance.
-No, lo digo en serio, puedo pedir un auto, no es tan tarde...- me interrumpe.
-Son las 11, es obvio que no permitiré eso...
-¿Que? ¿Las 11? Pero si yo sentí que solo estuve aquí una hora... no puedo creer que el tiempo se me pasó volando...- dejó la frase inconclusa y comienzo a caminar.
Puedo jurar que no percibí como el tiempo transcurrió extremadamente rápido. La compañía del profesor me es tan grata que mi cabeza únicamente se concentro en disfrutar el momento, su presencia y los libros.
-A mi me paso lo mismo, creo que es debido a que ambos comenzamos a sentirnos cómodos estando solos. Me refiero, encontramos otra tema en común e incluso sentí como el aire entre nosotros cambio. - Se detiene y me mira.- incluso me atrevo a decir que te sientes más cómoda conmigo que hace un par de días.
Me detengo y le dedico una leve pero sincera sonrisa. Es verdad lo que ha dicho pero no lo admitiré en voz alta porque últimamente he soltado muchas cosas que no han hecho más que avergonzarme enfrente de Andrew.
-Anda ya, que no quiero dejarte en casa a tan altas horas de la noche. Pero si no mal recuerdo traías contigo una mochila ¿O no?
Busco rápidamente a mi al rededor y vislumbro mi vieja mochila con la que llegue y la que por or poco dejo. Me la cuelgo del hombro y lanzo un guiño en su dirección, para asegurarle que lo que dijo era cierto.
Salimos de su estudio en silencio, pero no de esos que únicamente tensan el ambiente, más bien en un silencio tranquilo, casi familiar. Vuelve a colocar su mano en mi cintura para que me apresure y bajamos las escalera con rumbo hacia su puerta principal.
Cuando estamos parados enfrente de esta y hago el movimiento para alcanzar el picaporte, Andrew se adelante y como todo un caballero inglés, la abre y me sede el paso. Admito que un breve pero visible rubor cubre mis mejillas, ya que no es que esté del todo acostumbrada a estas cosas que supongo aquí son de lo más normal. Salgo y el viento helado hace que me haga chiquita y me abrace automáticamente. El cierra la puerta, cruzamos el jardín delantero y subimos al imponente auto de Andrew.
-¡Vaya que hace frío!- rompo el silencio que manteníamos.
-Si, mucho para estas fechas.- hace una breve pausa- Tengo hambre ¿tú no?
-Bueno, ahora que lo menciona en realidad tengo mucha, si quiere puede cenar en mi casa. Puedo hacerle cualquier cosa que se le antoje, aunque bueno, creo que nuestro menú se reduce bastante, tomando en cuenta que únicamente en mi refrigerador hay dos tomates y un par de huevos, que no sabría decir el estado en el que estén...
- Anda ya, no quiero que te preocupes.- enciende el automóvil y comienza a conducir al lado contrario por el que deberíamos ir.- Conozco un buen restaurante de comida italiana que cierra hasta muy tarde, podemos comer allí o si quieres lo cenamos en tu departamento.
-Me gustaría mucho, pero ¿A su esposa no le molestara que deambule por ahí muy noche conmigo?
-No, que va. Margarette pasará la noche en casa de sus padres, y no tiene porque molestarle el que pase contigo más tiempo.
-Si, supongo que está de acuerdo.
Digo sin afán de sonar incrédula, pero extrañamente mi voz y mis palabras me fallan una mala jugada.
- No miento. Es verdad.- contesta rápidamente Andrew - Maggie opina que debo ayudarte más, pasar más tiempo contigo, escucharte, e incluso si fuera necesario ella creé que podría ayudarte escolarmente hablando. - hace subir un par de veces las cejas en un movimiento de complicidad conmigo.
- ¿Escolarmente hablando? ¿A qué se refiere? - a penas y termino mi última pregunta y yo sola tengo la respuesta. Andrew únicamente se limita a encoger los hombros y mirar el camino.
Oh no, de esto no se trata.
Sin meditar mis palabras con anterioridad, suelto como voy pensando.
-¿Acaso Margarette y usted creen que al tratarlos a ustedes estoy esperando favores de su parte? ¿En tan mal concepto me tienen? - se me escapa un leve bufido - Mire, una cosa si dejaré en claro con usted; yo no vengo a pedir limosnas, no tengo ni la más mínima intención en volverme dependiente de ambos. Si el hecho de que me halla comunicado con su esposa antes de venir, lo hace creer que estoy esperanzada en que me solucionen la vida, le aclaro que mi intención nunca fue comunicarme con ustedes. Si no fuera por mi madre, este momento usted y yo no tendríamos nada que ver. Sería mi profesor, yo seguiría siendo su alumna, pero hasta allí. Ni siquiera sabria mi existencia. Bueno, me retracto. Sabría de mi existencia porque me conocería como la alumna extranjera que se mata por aprobar su materia y romperse la espalda en el camino.
Tomo un respiro ya que todo fluyó sin ninguna interrupción. Pero en ese momento antes de que tuviera tiempo de continuar, Andrew comienza a justificarse.
-Col, no quise que malinterpretaras esto...- ahora es mi turno de interrumpirlo.
- Jamás malinterpreté nada de lo que ha dicho. Claramente dijo que mis intenciones son ganarme su amistad, más bien su lástima, para que así logre tener un puntaje alto. Ser la favorita. Ser la consentida. Ahora, después de decirme esto ¿No quiere que me moleste? Ya lo dije una vez y puedo repetir las veces que quiera. Está maestría pienso sacarla adelante yo misma. No estoy pidiendo favores escolares, lo único que pido es que me trate como una alumna más, que me exiga lo mismo que a los demás. Y sobre todo; que me respete como la ser humana que soy. Estoy sola pero se defenderme.
Casi puedo jurar que al respirar hondo por la falta de aire pude ver la cara estupefacta de Andrew. Me hago a la idea de que mi discurso por más emotivo que fuera, halla hecho mella en su interior. Desbordé palabras en un par de minutos, y ahora me he quedado sin ellas. No sé qué decir. No sé que hacer.
Él continúa conduciendo. Observo de reojo su semblante y espero ver en su rostro el enojo que debe haber tenido por mi arranque de rebeldía. Pero la sorpresa ahora es mía. Tiene un gesto extraño para la situación; esta tranquilo. No tiene el cejo fruncido. No ha hecho ninguna mueca de molestia. Ni sonríe. Se limita a estar impávido.
Estoy de lo mas incómoda en el asiento de copiloto. Por una parte tengo miedo de que explote y me insulte. Pero también estoy rogando porque su coraje no le permita estar por más tiempo conmigo y me lleve devuelta a mi hogar. En este momento lo que más anhelo es estar acostada y envuelta en mis cobijas, así estaría peleando conmigo misma y no tendría que estar molesta con él.
No quiero estar molesta con él.
Pero para mí desgracia y mi suerte no da vuelta, ni se detiene para bajarme del auto. No es que piense hacer una escena digna de una adolescente dramática y bajar del auto azotando la puerta y caminar en medio de una calle a oscuras esperando que él venga tras de mí y me pida disculpas.
Suelto un pequeño suspiro de tensión, pero Andrew ni se inmuta. Parece absorto en sus pensamientos.
Por el momento decido dejarlo tal y como está, no quiero terminar de perder mi dignidad, ni tampoco quiero parecer débil y pedir disculpas por las cosas que dije y que en verdad creo.
Únicamente miro por el vidrio del auto, claramente trastornada sentimentalmente, mantengo mi autodominio y demuestro mi molestia cruzando los brazos y el entrecejo ceñido.

Sobre todas las cosas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora