XXVII: Desaparición

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Han pasado 84 años....... desde la última publicación y lo lamento mucho. Pero sabía que no se merecían capítulos a medio hacer por estar apresurada. Espero lo disfruten.


Le dolía la cabeza. Era un dolor punzante que al parecer no quería dejarlo descansar. Era como si un millón de agujas se le estuvieran encajando en el cerebro pero no contaba con la fuerza suficiente como para evitarlo. Naruto se removió un poco entre las mantas de aquella cama donde descansaba, estaba sumamente cansado pero aún así sentía como si tuviera que moverse.

Sus sentidos mejoraron un poco más, permitiéndole escuchar los pitidos de las maquinas que seguramente marcaban sus signos y percatarse del olor de algún tipo de suavizante que provenía de las sabanas. Pero eso no era lo que tenía en la cabeza, sino sus ojos. Tenía miedo, miedo de abrir los párpados y seguir viendo esa oscuridad que se había convertido en algo importante de su vida, una vida donde era exitoso en el trabajo, pero infeliz en el interior.

Si los abría y no veía luz alguna perdería todo rastro de esperanza. Conocía a Neji, era de los mejores, si él no pudo arreglarlo nadie lo haría. Pero aún así quería ver, visualizar a las personas que lo apoyaron y amaron aún estando en esa condición. A quienes lo apoyaron. A sus padres. A su hija. Y a quien fue el amor de su vida........, para darle un golpe por dejarlo abandonado y quitarle a la criatura que estuvo con él en los peores momentos.

Necesitaba recuperar su fuerza para poder enfrentarse a Sasuke como iguales, para poder hacer un intento de recuperar todos esos años perdidos con Natsumi.

Pero el temor de seguir ciego le impedía abrir aquellas puertas del alma. Naruto ni siquiera se dio cuenta en que momento cayó nuevamente ante el sueño de tanto pensar las cosas. Ni siquiera pudo notar la situación en la que se encontraba, donde no era una habitación de hospital donde reposaba, ni tampoco estaba en el mismo edificio que sus seres queridos. No, en esos momentos estaba solo, pero pronto, un descubrimiento le traería de regreso una de sus peores pesadillas.

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Por otro lado, de regreso al hospital, Kushina se encontraba como una leona peleando por su pequeño cachorro. Su ira era de temer, y ni siquiera Minato estaba del todo convencido que podría controlarla para que no rompiera ninguno de los carísimos aparatos que estaban cerca. Pero no era de extrañarse, si él mismo tenía una rabia no propia de su persona que estaba dispuesta a salir. Su hijo no estaba. Naruto no estaba allí.

-¿¡¡Como es que no lo encuentran dattebane!!? ¿¡¡Confiamos en ustedes y nos vienen con esta estupidez!!?

-Kushina-san, noso-

-¡¡Kusihina-san nada!! ¡Ahora mismo quiero ver a quienes estaban encargados de mi bebé! - exigió con furia la peliroja quien no tenía pena de mostrar su enojo y tristeza en lagrimas que bajaban por sus ojos azules oscuros sin parar.

-Neji, - comenzó a hablar Minato viendo con seriedad al castaño, - devuélvanme a mi hijo, porfavor - y aunque el Hyuga escuchó aquello como petición, sabía que los ojos del rubio hablaban otro idioma. Si las miradas mataran, puede que todos lo que trabajaran en el hospital ya estuvieran caminando en el otro mundo.

Más alejados de los padres de Naruto se encontraban sus amigos cercanos y familiares. Muchos simplemente permanecían allí al saber que no podían hacer nada para ayudar más que ofrecer su apoyo en ese momento y mantenerse cerca. Deidara por su lado trataba con todo su esfuerzo de no derrumbarse emocionalmente ahora que su hermano no se encontraba allí, todos esos años protegiéndole y no podía hacer más que esperar a escuchar respuestas por alguien más.

Natsumi era un dilema, estaba asustada, más de lo que había estado en su vida entera. No sabía que la posibilidad de perder a su papá, aquella persona de la que no supo nada durante toda su vida, le podría traer tanto miedo y dolor. Aún sin poder estar cerca del todo al tener la barrera de la ceguera en medio de ambos, Naruto le demostró todo el amor que él le tenía. Quería ser fuerte, fuerte como el rubio que logró el éxito aún con la ceguera que le impedía ser igual al resto, pero que de igual manera luchó por su lugar en este mundo.

La luz en la oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora