Capitulo 37

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"Narra Alejandra"

Llevo horas en esta puta cama de hospital, con la pierna vendada y un mal de mil demonios.No lo voy a negar, pegarme un tiro a mi misa es la cosa más estúpida e inteligente que he hecho en mi vida. Aún que eso me ha llevado consecuencias, ¡siento que la pierna se me caerá en cualquier momento!
El disparo me lo había pegado a ras de piel y eso ha creado aún más daño y profundidad en la herida.

Por suerte, sacaron fácilmente y rápidamente la bala. Tras que llegue al hospital más próximo acompañada de uno del policía que me cargó, unos enfermeros junto a una camilla con ruedas me esperaban afuera, cosa que agradezco.

Estoy cansada de estar aquí aún que también nerviosa. Sé que, como dice el protocolo, alguien del cuerpo de policía vendrá a preguntarme que pasó ayer. Y aunque la evidencia era obvia, también había suficiente tiempo para que algo se torziera.

-Buenos días señorita Alejandra.-saluda amablemente el doctor con canas en su cabeza y unas gafas redondas. Con ambas manos, me coloco en la cama quedando sentada mientras que miles de pinchazos aparecen en mi pierna.

-Buenos días.-respondo mientras hago una mueca de dolor.

-Ya le dije que no tiene que moverse.

-Y yo le contesté que si lo haría-suspira y se acerca hacia a mi.

-Hay un joven que ha esperado toda la noche en la sala. Dice que se llama Daniel y que es el único familiar que tiene. Como no sabemos si es cierto, le pregunto ahora ya que su pierna está mejor y usted más calmada.

-Si, el es un primo lejano y lo único que tengo como família. Déjelo pasar.

-Esta bien, si en algún momento nota molestia o algo parecido recuerde...

-Apretar el botón rojo... Me han disparado en la pierna, pero la memoria la tengo intacta doctor.-pongoblos ojos en blanco.

-Como sea.-me mira con desaprobación y se va por la puerta blanca.

La ventana del cuarto esta totalmente destapada por las cortinas y el sol entra de lleno con su fuerte luz. La calor que hay en este hospital es asfixiante, pero aún así, se empeñan en dejar una sábana de seda. Ilógico.

La puerta se vuelve abrir y el entra por la puerta con una amplia sonrisa y como no, con su fiel chupa negra.

-¿Como estás?

-Con un agujero en la pierna, pero estable.

-Dejate de chistes.-gira su rostro revisando la habitación y vuelve a mirarme.-Lo que hiciste fue una auténtica locura-comenta entre susurros.

-No había nada que perder.

-La vi...

-¿Alejandra?-pregunta un hombre negro junto a unos toques en la puerta interrumpiendo nuestra conversación.

-Esa soy yo.

-Lo sé-¿entonces para que coño pregunta?-Soy del FBI y vengo ha hacerle unas cuantas preguntas sobre anoche. Caballero-mira a Daniel-¿podria irse por favor?-Daniel asiente y se marcha sin mirarme ni tan solo una vez.

Espera, espera, ¿FBI? ¿¡FBI!? Joder. Lo que me faltaba, encontrarme con alguien del cuerpo de seguridad más seguro y peligroso de América e incluso del Universo. Justo lo que me faltaba.

-Empezemos por el principio-Vas a empezar por el final, ¡no te jode!¡Ah! ¡Esto me pone de los puntos nervios!-¿Que hacía usted ayer por la noche en la propiedad del señor William?-Clava sus ojos oscuros en mi mientras que saca una pequeña libreta junto un bolígrafo.

Número Uno® [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora