Capitulo 32

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"Narra Nikolay"

Voy camino hacia las afueras de la ciudad a alta velocidad con un grado alto de tensión y desesperación. Y es que como ese desgraciado le haya tocado tan sólo un pelo a Alejandra lo demoleré todo. Absolutamente todo.

Acelero al ver una casa alejada en medio de una colina y conmigo los escoltas de Alejandra. Al tener la casa más próxima a nosotros una lluvia de balas nos cae encima pero aún así eso no es capaz de detenernos gracias a los cristales y puertas blindadas. Derrapo y giro el volante con fuerza para centrarme delante del portal de la casa y antes de salir cojo la metralleta del asiento del copiloto.

Con rapideza disparo a la vez que intento mantener mi cabeza sin ningún agujero y por la gran cantidad de hombres a mis espaldas, en poco tiempo conseguimos derrumbar a los del bando rival.
Corro hasta la gran entrada con el arma aún en la mano y al introducirme dentro de la casa no logro encontrar rastro de ningún escolta más.

Un grito consigue sacarme de mi paralización y al reaccionar giro mi cabeza observando hacia ambos lados. Otro grito se vuelve a proporcionar y al localizar su origen, entro con fuerza a la habitación del final del pasillo.

Abro la puerta de par en par y al ver en la manera en que Alejandra se remueve desesperada intentado quitarse de encima a ese capúllo; la ira me consume.
Me abalanzo sobre él y lo alejo de ella para comenzar a proporcionarle una serie de fuertes golpes hasta dejarlo inconsciente y con la cara demacrada.

-Estoy aquí pequeña, ya está.-susurro en su oído cubriendo le su fría y desnuda piel. Al notar como tiembla, como solloza y en la manera en la que me agarra por la camiseta siento como algo se rompe en mi interior.

¡¿Cómo alguien era capaz de hacer esto?! ¡¿De abusar de una persona sin importarle una mierda nada?! ¡Que cojones les pasa por la mente, joder!

Y es que no lo aguanto, las ganas de estallar toda mi rabia me colapsa la mente y me duele hasta lo más profundo de mis entrañas saber que en este jodido mundo estos hechos se cumplen con gran puta facilidad.

"Narra Alejandra"

Me pongo cada prenda que Theo me ha quitado, o mejor dicho, arrancado con rapidez.

Restriego ambas palmas de mis manos en mi rostro y cierro los ojos con fuerza.
Me siento sucia, destrozada y asquerosa. Me siento una mujer débil, sin fuerza; un jodido ciervo indefenso.

Si Nikolay no hubiera llegado a tiempo ese desgraciado me habría hecho sentir el ser más puto despreciable de este universo. Me habría roto en un millón de pedazos y me habría maltratado de la peor manera psicológica. Me habría marcado de por vida.

Camino hacia la entrada y al ver a Nikolay recostado en la pared con sus puños cerrados y la mirada perdida, me es inevitable correr hacia a él y lanzarme nuevamente en sus brazos. Me aferro a él como si mi vida dependiera de ello, como si fuera lo único que me mantuviera viva y lloro.

Lloro por lo que ha pasado, por las imágenes que no paran de revolotean por mi cabeza y por los sentimientos que mi estómago aún retiene con fuerza.

-Alejandra...-empieza a decir cabizbajo. Lo miro con lágrimas en los ojos.-estoy aquí, no tienes nada por lo cuál temer.-suspira ahogando un sollozo.-Y-yo sien...-sintiéndolo como una puta necesidad, ahora más fuerte que nunca, impacto mis labios contra los suyos buscando lo que hace tiempo mi cuerpo necesitaba para continuar con esta mierda. Lo que los dos necesitábamos.

-No tienes nada que sentir.-comento con un hilo de voz. Abatido coloca su frente encima de la mía y cierra los ojos.

-Vámonos a casa.-susurra Nikolay estrujando mis mejillas con delicadeza.-Escúchame bien; Nadie, nunca más, volverá ha hacerte nada. No lo permitiré, ya no más.

Todo me suena tan bonito que me cuesta creer que alguien esté dispuesto a protegerme después de saber cómo soy. Después de saber de la mierda de la cuál estoy creada. ¿Acaso esto iba a significar algo en nuestra relación? ¿Acaso esto cambia las normas del juego?

(...)

"Narra Nikolay"

Después de dejar durmiendo a Alejandra en mi cama, conduzco hasta uno de mis calabozos. Entro hecho una furia al cuarto oscuro y aprieto la mandíbula con fuerza al verlo sujetado por los brazos por unas cadena que bajan del techo.

-Sigue inconsciente, señor.-habla uno de mis escoltas.

-Pues despertar lo, ahora.-ordeno casi de inmediato. Me quito la chaqueta y la lanzo a una de las mesas sucias y nuevamente dirijo mi mirada hacia ese hijo de perra.

Después de esperar unos cuantos minutos para su reanimación me acerco a él con lentitud.

-Buenos días, campeón. -pestañea varias veces y abre los ojos como platos al darse cuenta de la situación. Empieza a sacudirse haciendo que las cadenas chitrrien mientras que yo me cruzó de brazos

-¡Suelta me!-exclama nervioso. Río sarcástico.

-De esta no sales vivo, capullo.

-Ei... Ei...¡Ei!-pronuncia al ver cómo extraigo un revólver de detrás de mi espalda.-¡Espera!-vuelvo a reír.

-¿Es que acaso crees que te mataré con esto?-ladeo la cabeza.-Te equivocas amigo, tu muerte será más lenta y dolorosa que un simple disparo.-Elevo una ceja.-Muchachos, los cables.

Me remango las mangas del jersey negro y remuevo mi anillo plateado al tanto que contemplo en la manera que mis escoltas le colocan finos cables alrededor del cuerpo de Theo.

-¿Que... Que vas ha hacer?-tartamudea.

-Hace poco descubrí que la mejor manera de torturar a alguien es pudriendo lo por dentro, hacer que desee su muerte por no poder soportar el inmenso dolor del ardor de sus entrañas.-agarro un pequeño mando a distancia y aprieto el botón. Una descarga eléctrica recorre la figura de Theo quién chilla desgarradamente por culpa del dolor. Me acerco a él y con desprecio le elevo la cabeza.-Lo sientes, ¿verdad?

Antes de que ni si quiera pueda dar una simple bocanada de aire vuelvo a presionar el botón y lo dejo electrocutarse por unos largos minutos.
Su cuerpo se va quedando sin fuerzas y al notar que el juego al fin está finalizando con su vida; le lanzó un puñetazo enterrando mi anillo en su mejilla. Su nariz sangra pero el está demasiado ido cómo para darse cuenta del dolor. Ya está muerto.

-Deshaceros de él, esto ha acabado.-hablo sin apartar mi mirada del cuerpo.-Buen trabajo, muchachos.-suspiro.

Cojo mi chaqueta y salgo del calabozo a paso ligero sin esperar respuesta alguna de mis hombres. Al encender el motor del coche retiro la cabeza hacia atrás apoyándola en el asiento de cuero y cierro los ojos.

Si bien no me equivoco, ya he acabado con el desgraciado de Theo pero eso no significa que esta pequeña batalla este finalizada. En casa me espera Alejandra con sus ojos inchados y su corazón destrozado por culpa de ese gilipollas. ¡Y maldita sea! Si yo hubiera actuado antes nada de esto hubiera pasado. Nada de esto le hubiera pasado.

Recojo la pequeña lágrima que desciende por mi mejilla y finalmente hago rugir el deportivo para segundos después desaparecer.

Alejandra me necesita, y ahora más que nunca.

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Número Uno® [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora