Capitulo 30

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"Narra Alejandra"

Tiro el bolso de mala manera encima del sofá y sacudo mi cabello desesperada.

-Tienes que estar tranquila Alejandra, ahora es un momento crucial y no te puedes dejar te llevar por la rabia.

-¡¿Que no me puedo dejar llevar por qué?!-inquiero irónica.-Te recuerdo que Daniel se ha olvidado de absolutamente todo por culpa de esa jodida bala, Nikolay. 

-Pero alterándote no conseguirás absolutamente nada. Lo que pasó pasó y no puedes seguir lamentándote por eso.

-Y no lo haré.-me siento en el sillón.-Lo único que me permitiré hacer ante la situación es  expresar mi rabia delante de ella.

-¿Delante de ella?-pregunta confuso.-¿A quién has llamado al salir del hospital, Alejandra?

-A mi querida hermanita.-chasque la lengua.-Va siendo hora de que conozca mi punto de vista de la situación. 

-¿Qué? ¿Qué vas ha hacer?-frunce el ceño.  

-Señora.-interviene en la conversación un escolta.-Ya han llegado.-asiento con la cabeza y me levanto seria. 

-Hija.-saluda con una gran sonrisa. Sin prestarle atención me abalanzo encima de la rubia y le espeto un sonoro golpe en la mejilla. 

-Eso te lo mereces por herir a Daniel.-sentencio enfadada.-Y esto,-le lanzo otro golpe con más fuerza.-por intentar matarme. Joder ¡Estoy fuera de mí misma! ¡Y es que la odio! ¡La odio! 

-¡Alejandra!-grita Fernando alarmado.-¡¿Qué se supone que estás haciendo?!

-Alejandra, tranquilízate-Habla a mis espaldas agarrándome de la cintura. En un imprevisto y cómo una jodida flecha  Adda me proporciona un puñetazo a la altura de la mandíbula que me obliga ha cerra los ojos por el dolor.

-¡A mí no me vuelves a tocar!-masculla volviéndome a pegar. Con furia me abalanzo nuevamente hacia ella pero antes de que pueda llegar a hacer contacto se safa de mis garras para empujarme con energía. Mi cabeza impacta duramente contra la pared y aprieto ambos labios al notar cómo una corriente recorre mi cabeza mareándome. Cierro mis puños con fuerza y empiezo a caminar hacia ella echa una furia. Esta al verme así corre por la sala nerviosa al tanto que le exclama miles de palabras a su padre. 

-¡Alejandra basta!-grita Fernando interponiéndose en mi camino. Lo aparto sin ningún problema y sigo con mi andares hasta Adda quién se intenta esconder detrás de la mesa de cristal de la sala. Con fortaleza la impulso contra la mesa creando miles de grietas por la aventada y la estrujo con fuerza.

-¡No sabía que iba a pasar esto!-grita desesperada.

-Tus intenciones fueron llegar hasta a mí y eso tiene un precio, cariño.-la agarro del cabello. 

-Alejandra basta.-sentencia seriamente sujetando mis manos dejando le margen para que la rubia corra hasta los brazos de su padre.-La vas a matar cómo continúes. 

-¡Alejandra! ¡Mira lo que le has hecho a tú hermana! ¡Tú hermana!-grita enfadado. Ruedo los ojos y me arrimo hasta ellos dos.

-Se lo merece por puta.-escupo malhumorada. Abre sus ojos impresionado y segundos después eleva su gran mano hasta impactarla contra mi mejilla.  

-¡No vuelvas a repetir es nunca más!-Mis ojos empiezan a lloriquear por el guantazo y con la mano temblando rozo mi zona afectada. ¿Cómo ha podido hacer eso?

-¿¡Que crees que estás haciendo!?-reclama Nikolay agarrándolo de la americana.-¡No vuelvas a tocarla, jamás!-lo sujeta por el cuello y estampa su espalda contra la pared.

-Nikolay suéltalo.-hablo al ver cómo su respiración se vuelve imposible.

-Pero...

-Suéltalo.-vuelvo a pronunciar. 

-Hija yo...

-Cierra la jodida boca.-lo interrumpo.- No quiero verte nunca más, ¿¡Me has escuchado? Para mi ambos estáis muertos. Para siempre.-aclaro.-Fuera.

-Alejandra somos tu familia.-solloza.

-No, nunca lo habéis sido y nunca lo seréis.-lo miro con desprecio.- ¡Fuera!-Baja la cabeza abatido y junto a Adda se marchan derrotados. Suelto una bocanada de aire y tapo mi rostro con ambas manos. 

-¿Estás bien?-eleva mi rostro.

-Todo esto ya es demasiado.-niego con la cabeza.-Esto ya es una puñetera broma.-suspiro.-Cada día me estoy cansando aún más de mi vida y no se hasta que punto seré capaz de aguantar.

-No digas eso...Ya verás que todo esto sólo es una simple mala racha.

-Una mala racha que me ha acompañado toda mi vida, ¿Verdad?-comento irónica.

-No te hundas tanto.-ladea la cabeza.- No te está haciendo bien...-acaricia mi mejilla.

-Lo único sano que tengo en mi vida en estos momentos eres tú.-reconozco.

-¿Yo?-sonríe y se muerde el labio inferior.-Tú también eres algo especial para mi, princesa.-me abraza. Mi corazón late con rapideza por sus palabras y hundo mi rostro en su pecho escondiendo mi sonrisa.  

-Señora-carraspea.-Lamento interrumpir pero ha llegado esto para usted.-miro al escolta por primera vez y le arrebato el sobre blanco. 

Supongo que ahora mismo te preguntarás que es esto y o más importante; Que quién soy.            Y es que tranquila, pronto descubrirás que está ocurriendo. 

Te pareció muy divertido matar a uno de mis hombres, ¿Verdad? Y es que aún que amenazaras a ese pobre señor dueño del club todo tiene un precio que sencillamente puedo permitirme pagar sin problema alguno. No eres la única con poder, pequeña...   

 le quitaste la vida a uno de los míos así que ahora me toca hacer lo mismo a mí.  Si no estoy mal informado, creo saber que en la habitación ciento cuarenta reside tu amigo, ¿verdad?

Suerte.


-Tenemos que irnos.-arrugo el papel.

-¿Qué? ¿Qué ocurre?-lo miro a los ojos.

-Que Daniel está en peligro otra jodida vez. 

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Número Uno® [Sin Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora