𝟑 - 𝑻𝒉𝒆 𝒉𝒆𝒂𝒓𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒕𝒔 𝒘𝒉𝒂𝒕 𝒊𝒕 𝒘𝒂𝒏𝒕𝒔 (𝐈𝐈)

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CAPÍTULO DEDICADO A: ChasingTheHappiness


𝕋ℝ𝔼𝕊

La cama se está enfriando y tú no estás aquí,
el futuro que sostenemos es tan incierto,
pero yo no estoy viva hasta que tú no llamas.
Y contra todo pronóstico ganaré, guárdate tu consejo, porque no escucharé, puede que tengas razón pero no me importa, hay un millón de razones por las que debería perder la esperanza contigo, pero el corazón quiere lo que quiere.

ALICE

Seth no deja de acariciar mi espalda y mi pierna en ningún momento. Sé que es su forma de consolarme y desde luego lo hace. Mi corazón late con rapidez y se siente de maravilla. En todo el tiempo que estuvimos separados estuve imaginando este momento de un millón de formas, incluso lo soñaba y nada se asemejaba a lo que estaba pasando. En mis planes no estaba acabar llorando y mucho menos entre sus brazos. Se suponía que estaba superándolo. Erbärmliche.

Su frente se apoya sobre la mía, manteniéndose muy cerca de mis labios. Se me entrecorta la respiración y me empieza a latir el corazón con fuerza y rapidez. Gott. Estaba deseando esto demasiado y anhelando que todo vuelva a ser como antes.

Suspiro y después vuelvo a respirar profundo. Entspann dich. Y entonces me siento estúpida, porque por primera vez, en todo este tiempo, noto el olor a marihuana, mezclado con la menta y el tabaco, en su aliento y ropa.

-¿Estás drogado?-Pregunto con incredulidad, casi susurrando. Hasta este momento prefería creer que lo que Mia decía era mentira, pero no, él en verdad se drogaba y era tan estúpido que no medía las consecuencias de ello.

-¿Qué? No, nena, yo no... mierda, Alice. Yo nunca haría eso-Balbucea torpemente mientras se pasa las manos por la cara. No me mira en ningún momento, porque está mintiendo descaradamente.

Me remuevo un poco incómoda sobre él; ocasionando un gemido por su parte a la vez que consigo que quite las manos de mi cintura para poder cambiarme de nuevo a mi asiento. Ambos nos quedamos en silencio por un largo rato. Su pierna derecha no deja de moverse y no me quita la mirada de encima a la espera de que le diga o haga algo. Cualquier tipo de reclamo que tenía para él se ha esfumado por completo, dejando mi mente totalmente en blanco. ¡Diablos! No soy su madre. Ni siquiera soy su amiga como para regañarle por sus estúpidas acciones.

Mientras espero que diga alguna cosa me dedico a mirar por la ventanilla. No muy lejos de donde estamos situados hay un parque. Se escuchan las risas de los niños y ladridos de perros. Alcanzo a ver chiquillos corriendo y a sus madres y padres detrás de ellos. No muy lejos de ahí también se puede ver un quiosco y gente comprando. Un poco más lejos de la escena algunos adolescentes sobre el césped. Unos fumando y otros simplemente dándose el lote. Menuda vergüenza ni en mil años podría enrollarme con alguien a sabiendas de qué hay un montón de niños y padres tan cerca. Y más cerca, casi enfrente de nosotros hay un chico con un porro en la mano y cuando se gira hacia nuestra dirección casi puedo ver lo rojos que están sus ojos.

-¿Desde cuándo lo haces?-Le pregunto, sin poder quitar mi mirada de ese adolescente. Tendrá tan solo 13 o 14 años.

Él deja de mirarme y fija su vista al frente, dándose cuenta de lo que yo estoy observando. Después la desvía al parque. El ruido de mi móvil al recibir una llamada lo trae de vuelta a mí para ver mi reacción. Cuando me ve cogerlo se vuelve a centrar en el adolescente frente a nosotros.

𝓞𝓫𝓼𝓮𝓼𝓼𝓲𝓿𝓮Donde viven las historias. Descúbrelo ahora