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volvió a las calles.
volvió a sentir frío, a sentir hambre, a sentirse solito.
winko le daba algo de alegría, podía hablar con él incluso si el osito nunca respondiera a sus cuestionamientos o anécdotas interesantes.
—¿de que color es la felicidad? —preguntó renjun. —creo que debe de ser color rosita, como tú. —dijo refiriéndose al oso de peluche.
era normal, sinónimo de felicidad para renjun era winko.
lo único que tenía ahora.
se hizo de noche muy rápido, la gente desapareció del parque, llegó la oscuridad a la escena y con ella los miedos de renjun se hicieron presentes.
—winko abrázame, no me dejes tu también.
se aferró a su osito y junto las rodillas para darse calor, su suéter no era suficiente, tampoco las medias de moomin ni su bufanda violeta.
winko si.
comenzó a llorar, inconscientemente las lágrimas saladas de abrieron paso en sus mejillas, empapando su bufanda y su rostro, el cual ahora estaba rojito.
sentía miedo, sentía que se iba a desvanecer.
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algo sacudió su pequeñito cuerpo.
—renjun, príncipe, jun, ren...
era la voz del oso feo alias yukhei.
abrió los ojos con dificultad, aún no había sol y winko estaba pegado a su pecho. tenía mucho calor, estaba sudando porque gotas caían por su rostro, era sudor o lágrimas.
—mmm.
—ren, ¿que tienes? ¿por qué lloras? —kun tomo al niño en sus brazos, lo meció lentamente a un ritmo arrullador y lo subió a la cama junto a yukhei.
el niño aún estaba somnoliento, no entendía muchas de la palabras que habían salido de la boca de kun, pero asintió tontamente.
—¿si qué? —preguntó yukhei. —¿te duele algo? ¿te sientes mal? —el más alto pasó sus manos por el suave cabello del niño con intención de calmarlo. denotaba obvia preocupación.
—aquí. —renjun se tocó el corazón. no sabía realmente que sentía, solamente creía que estaba pasando por aquellas pesadillas que solía tener. —no quiero q-que me dejen en la calle, no quiero estar s-solito de nuevo...¡winko! —lloriqueó.
kun lo miro con lastima. —no bebé. —y lo abrazó. —no debes llorar porque nosotros estamos contigo, ¿de acuerdo? no te vamos a dejar jamás. nunca, nunca.
kun es bueno.
kun es como una mantita cálida y suave, así se sentía cuando abrazaba a renjun, se sentía como en casa.
—kun, kun, kun, kun. —el niño buscó aferrarse más al mayor, aún así sin soltar a su peluche.
—dime, bebé. —susurró, cerca del niño, solamente sentía la mirada de yukhei sobre ambos, se sentía bien, como tan correcto, lo que estaban buscando hace mucho tiempo.
—kun te quiero. —se sentó en medio de los dos, con su peluche en la mano. —yukhei te quiero.
esa noche los tres durmieron juntos, renjun entre los dos, como una familia.
