Capítulo II

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"El dolor de la separación no es nada comparado con la alegría de reunirse de nuevo --- Charles Dickens"

Hoy es el día, decir adiós a mí hermana, mi pequeña "Patri". La veo su carita inocente mientras duerme agarrada a su peluche Rabbit, no sabe lo que se nos viene encima. Si por lo menos estuviera en la misma ciudad o en el mismo estado podría ir a visitarla, pero se la llevan a la otra punta del país, donde el buen clima y el dinero abunda.

Veo el coche de David aparcando, él es mi mejor amigo. Me apoyo en la muerte de mi madre y cada vez que estoy mal viene corriendo a verme a ayudarme a tomar decisiones difíciles, como por ejemplo, hoy. Vendrá a ver a mi hermana y me sostendrá, en el que considero, el peor momento de mi vida, decir adiós a Patricia.

Vuelvo a ver a mi hermana y sigue durmiendo.

- Patri, cariño, ¿sabes quién ha venido a despedirse?- la digo mientras la muevo poco a poca hasta que logro despertarla.- Ha venido David, corre vístete ¿no querrás que te vea con el pijama puesto no? – siempre ha sido muy vergonzosa

En ese momento mis compañeras de habitación se despiertan.

- Buenos días, ¿seguro que no quieres que se entere, de que tu no vas a ir con ella?- Pregunta Barbará, mi otra compañera de cuarto. Es algo borde con las otras chicas pero con migo no de momento

- Srr.!!!, no quiero que se eche atrás en el último momento diciendo que sin mí no va ningún lado- digo en voz baja

La puerta es llamada dos veces para luego abrirse, y ver la cara de David con las manos en los ojos

- ¿Estáis todas visibles?- pregunta mientras entra con las manos puestas en sus ojos

- David, cógeme, corre hazme volar- suelta Patri mientras sale del baño corriendo

- ¿Estás lista? A la de una... a la de dos... y a la de tres....- grita mientras lanza a Patri por los aires, haciendo que suelte unas carcajadas que no la oía desde que mi madre murió.

- Creo que vamos a ir a desayunar al comedor, ¿me acompañas Patri?- pregunta Lissa – Os dejamos solos- dice mientras salen el resto de mis compañeras con mi hermana al comedor.

En el momento en el cierran la puerta, me pongo a llorar como una niña pequeña perdida en un centro comercial que no encuentra a su madre, mientras David me abraza tratando de consolarme,

- ¿Cómo voy a ser capaz de decirla adiós para siempre, si soy incapaz de dejarla que vaya al comedor? No sé cómo voy a aguantar esto sin derrumbarme, no voy a poder- lloro desconsoladamente

- Yo voy a estar ahí en todo momento, dándote fuerzas, sujetándote, quitándote las lagrimas delante de ella, poniéndome de escusa si ella te pregunta. Yo voy a estar a tu lado, y no pienso abandonarte en este duro momento.- dice mientras me sujeta la cara para que lo mire a sus preciosos ojos marrones y me da un beso en la frente.

Salimos del cuarto dirección al comedor. Por el camino, se escucha el jaleo de cada día a la hora de la comida. Pero esta vez es diferente, es más bien chillidos incitando a una pelea. En el momento en el que reconozco la voz de Lissa y Barbará llamándose de todo menos guapa, corro hacia el comedor principal.

Cuando llego puedo ver como Lissa tiene agarrada a otra chica de la garganta. Veo un gran círculo alrededor de ellas animándolas a que se den de puñetazos hasta que alguna caiga al suelo... Puedo ver todos, menos a mi hermana, no la encuentro, no sé donde se puede esconder.

Cada vez más nerviosa, doy un golpe sordo con una bandeja en la mesa, en ese momento todo el mundo me mira.

- ¿Dónde está mi hermana?- Nadie responde y vuelvo a chillar pero con más fuerza- ¿Dónde está mi hermana?-

En ese momento sale de entre los del fondo un supervisor, que es conocido por pasarse con las chicas, el señor Gregor. En cuanto le veo se me eriza los pelos del cuello

- Tu hermana ahora está a salvo, lejos de esto y de ti-

- ¿Cómo que lejos de mi?- Replico con furia mientras le miro con desconcierto

- Sus nuevos padres han venido antes de lo citado y como los papeles ya estaban preparados con anterioridad, solo han tenido que venir a buscarla

En ese instante, mi corazón se detiene saltándome un par de latidos

- No puede ser, no me he despedido, no le he dado la carta, no ha recogido sus cosas, ni si quiera su peluche Rabbit,... no puede a verse ido- digo mientras se derraman por mis mejillas un par de lagrimas

- Si no te los crees, mira por la ventana, la veras irse con su nueva familia, sin preocuparse de que tu no estés.

Corro hacia la ventana con lagrimas en los ojos mientras David se acerca con migo. No puede ser, se va, sin decirla adiós, contenta y cantando alguna de sus canciones inventadas que me encantan. No me han dejado decirla adiós.

- Será mejor que te vayas chico- comenta el señor Gregor señalando a David- tú no eres de aquí y será mejor que no te vuelva ver por aquí o llamare a la policía.

David no quiere dejarme sola pero tampoco quiere problemas con la Ley ya que quiere ser agente del FBI, y una mancha así en su expediente le podría arruinar la vida.

- Vete, yo me quedo con ella- suelta Rob acercándose a mi

- Chicos ya sabéis que los domingos solo se sale de los cuartos para comer, así que todos a sus cuartos ya a no ser que queráis estar sin permisos para ir a dar una vuelta o ir a ver los pocos familiares que os quedan- amenaza el señor Gregor.

No puedo dejar de mirar por la ventana mientras veo como el coche en el que se subió mi hermana se aleja de la calle sin que pueda decirle que la quiero y que la echare de menos. Que no quería despegarme de ella, que era lo mejor para ella...

Veo unas manos en mis hombros ayudándome a despegarme de la ventana, son las de Rob, que sin pensarlo me pongo en su hombro a llorar y gritar de la frustración que tengo con el señor Gregor. Sus manos se posan en mi cabeza y en mi espalda mientras me abraza fuertemente intentando calmarme. Pero no puede.

Cuando veo que el señor Gregor se da la vuelta mientras suelta una de sus escalofriantes risas que hacen que todo tu cuerpo se hiele, intento agredirle con la misma bandeja que utilice para llamar la atención en el comedor. Pero rápidamente Rob me quita la bandeja

- Ni se te ocurra, delante de todos, con unas cámaras grabando- dice señalando las esquinas del comedor- a ese cabrón ya me encargare de que pague, pero tú no te manches las manos. Que ese Hijo de puta no consiga lo que quiere.- me agarra con fuerza contra su pecho mientras me pongo a llorar.

En ese momento llega Barbará y Lissa, me abrazan y me llevan a mi cuarto, donde tomo un tranquilizante muscular que me dio Lissa y me quedo dormida casi al instante.

·-·Muchos besiiis y que tengan una buena lectura. Y recuerden "ni el bueno es tan bueno, ni el malo tan malo"·-·  

Mía, solo mía y de nadie másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora