Capítulo III

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"¿Qué soledad es más solitaria que la desconfianza?---T.S. Eliot."

Despierto en mi cuarto, rodeada de mis compañeras de habitación y de las cosas de mi hermana por todas partes, sus coleteros, su ropa, su peluche rabbit. Todo ha sido un mal sueño. Menos mal, lo he pasado verdaderamente mal al imaginarme que no podía despedirme de mi hermana.

- Patri, ¿dónde estás escondida?- pregunto mientras la busco por el armario y debajo de la cama, sin ver la cara de mis compañeras con lastima.

- Nora, cielo- susurra Lissa con su rostro de lagrimas- Tú hermana ya no está aquí

- ¿Cómo que no está?, si esta aquí sus cosas- digo molesta mientras miro a mi alrededor viendo las misma cara en Barbará y en Rob

- Tu hermana fue adoptada ayer, te di uno de mis calmantes para tranquilizarte, ¿no te acuerdas?

Mil imágenes vienen a mi mente en ese instante, a la vez que los sentimientos de soledad y de tristeza me invaden el corazón. Intento mantener la compostura negándome a afrontar la realidad. Me acerco a la ventana intentando de no reflejar el dolor que siento por la despedida que nunca tuve con mi hermana. Una manos se posan en mis caderas mientras unos labios de dicen susurrando en el oído.

- Acompáñame, te voy a enseñar una cosa que te ayudara- es la voz de Rob que hace que me estremezca solo con sentir su aliento cálido en mi cuello.

Sin pensarlo ni un minuto, le sigo por el edificio, pasando por todas las zonas comunes hasta llegar a unas escaleras que llegan hasta la azotea.

- Las vistas de la ciudad son preciosas al amanecer y al anochecer. Pero también se ve bien con la luna llena en lo alto- comenta intentado animarme, pasándome una cerveza bien fresca.

- ¿Qué hacemos aquí?- pregunto mientras intento abrir la puñetera cerveza

- Aquí vengo cada vez que siento que voy a explotar con alguien... o cada vez que me acuerdo de mi familia, de mi hermano irse sin mi llorando para que no le dejara solo- me sorprendo al oír eso, no pensé que se sinceraría con migo casi sin conocerme- Es una sensación horrible los primeros meses, pero poco a poco te acostumbraras a no tener su presencia. Solo en momentos puntuales como su cumpleaños y el aniversario de la muerte de tus padres, es cuando se te hará más complicado. Pero tengo un truco, subir aquí y chillar a los cuatro viento- comenta mientras se acerca más y más a mí- pero a mí lo que más me ayuda es romper un par de macetas- dice soltando una sonrisa.

- No sé si podre superar los primeros meses- susurro mientas me alejo de él y miro al vacio que hay entre los dos edificios- Mírame- le grito con frustrada y acercándome más todavía al borde del edifico- no he aguantado ni un día, pensando que todavía estaba con migo, ¿me puedes explicar cómo crees que voy aguantar un par de meses?

Se acerca rápidamente a mí, llevando sus manos a mis caderas y empujándome a él mientras me aleja de caer al precipicio.

- Con mi apoyo y mi cariño... Pero lo único que conseguirás si te lanzas es darle al gilipollas de Gregor lo que quiere, que es verte hundida.

- Yo no iba a lanzarme al vacio, ni siquiera lo había pensado- miento alejándome de la orilla y de él cómo me advirtió Lissa

- ¿Qué te crees qué no lo había pensado cuando mi hermano pequeño se fue?, he pasado por todo lo que estas sintiendo, no trates de engañarme- dice molesto mientras me sujeta la cara con ternura pero con fuerza con sus ojos azules penetrantes mirando los míos llenos de lagrimas.

Su cara es totalmente desconcertante, entre felicidad de haber encontrado a alguien con quien compartir el dolor que sentimos hacia la pérdida de nuestros respectivos hermanos, y pena al ver que estaba a punto de lanzarme al vacio.

No puedo apartar los ojos de su mirada de ternura que tiene puesta en mí, e intento explicarme, porque me tiene tanto aprecio en tan solo tres días. Sus manos bajan hacia mi espalda despacio haciendo que me acerque más y más a esos suaves y brillantes labios que no puedo quitar la vista de ellos. Siento una sensación de calor y emoción que sube hasta mis pómulos. El cierra los ojos acercándose peligrosamente a mis labios, y yo intento resistir, pero no puedo. Soy débil y me hago esclava de mis impulsos.

Me doy cuenta que la sensación aumenta y que él lo nota. Me acera más a él, agarrándome con más fuerza de mis nalgas y pegándome a la pared de las escaleras, elevándome en los aires mientras que yo intento sujetarme entrelazando mis piernas a su cuerpo totalmente fornido, notando cada uno de sus músculos trabajados en el gimnasio.

Sus besos comienzan a bajar por mi cuello llegando hasta mis pechos, donde mezclo mis dedos con su cabello castaño claro. Pero en ese momento me viene a la cabeza las palabras de Barbará y Lissa advirtiendo de cómo trataba a las chicas sus palabras exactas fueron "de usar y tirar". Me paró en seco, no quiero ser una pobre ilusa que trate como a las demás.

- Para- grito apartándole de mi- no te acerques

- ¿seguro qué quieres que me aleje? Hace unos segundos poco te faltaba suplicar que te lleve a mi cuarto para que te haga mi toda la noche

En ese momento se me enciende la luz de "Advertencia, peligro, imbécil"

- No te acerque a mí para nada imbécil- le digo

- Te voy a dejar una cosa clara, el conocernos aquí no ha sido por casualidad o por el destino. Ha sido porque me perteneces, porque eres y serás solo mía y de nadie más. Desde que mis ojos se pusieron en tu cuerpo supe que eras mía- susurra a mi oído mientras sus brazos me encierran entre él y la pared. Sus ojos ya no son azules, sino que se fueron tornando en grises y finalmente en negro.

- No te acerques, aléjate, por favor- suplico con lagrimas y terror en mi cara

- Siempre y para siempre serás solo mía-

Sin dejarme implorar, me da un beso tan rudo que me hizo que mis delicados labios sangren. Sin pensarlo le suelto un guantazo en toda la cara, sonando como un golpe sordo haciéndome más daño a mí que a él, por lo que le di un rodillazo en su entre pierna que estaba abultada.

Su cara ha vuelto a cambiar de arrogante superficial a desequilibrado mental, soltando una risa junto a las palabras "no debiste hacer esto, preciosa".

Salgo corriendo del tejado dirección mi cuarto, empujando todo aquel que se cruza por el camino. Sin embargo, él no se queda atrás, amenazándome y repitiendo lo mismo que me dijo en la azotea. Estuvo a punto de cogerme en un par de ocasiones, pero conseguía quitármelo como podía y durante el transcurso me araño y rasgo mi camiseta de tirantes.

No sé cómo pude llegar a mi cuarto, las heridas de mi espalda ardían tanto que me costaba respirar mientras corría. Cerré la puerta de mi habitación con llave, mientras mis compañeras me miraban horrorizadas sin saber que hacer exactamente: si curarme la espalda llena de sangre o ayudarme a mover la cómoda.

Rob no paraba de dar golpes en la puerta intentando abrir. Después de unos diez minutos intentándolo, se para diciéndome las mismas palabras que me dijo antes pero esta vez con un tono más serio y furioso que antes.

- Eres mía, solo mía y nadie más te va tocar a no ser que quieran enfrentarse a mí, y morirán en el intento. Te recomiendo que te no trates de huir de mí, ya que sabré donde estas y matare a todos los que se interpongan en mi camino- grita dando el último golpe en la puerta antes de marcharse.

Quieta enuna esquina me pongo arrodillada sujetando mi cabeza entre mis piernashaciéndome una bolita intentar calmarme y sofocar el dolor del arañazo que cadavez me abrasa más, haciendo que mi vista se nuble y cierre los ojos cayendo enel inconsciente.    

·-·Muchos besiiis y que tengan una buena lectura. Y recuerden "ni el bueno es tan bueno, ni el malo tan malo"·-·  

Mía, solo mía y de nadie másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora