Los pasillos del palacio que llevaban a las habitaciones reales estaban a oscuras. El sonido de sus pasos resonaban entre el silencio de la noche. Una de las puertas se abrió, el sonido del andar se volvió más sigiloso al entrar a la habitación. Se acercó a la cama. El olor a canela era muy agradable. Se acercó más aún.
--Murat, Murat. --repitió --No estás listo para esto. --En la cama, durmiendo pacíficamente se encontraba el Príncipe Murat. Ella se acercó más aún --Es una real pena que tengas que acabar así, aunque... mira el lado positivo; seguramente estás soñando con alguna mujer, así que morirás feliz.
La mujer no esperó más. De la cinta que le rodeaba la cintura, sacó la daga que tenía guardada.
--Debe ser desesperante para un lico poderoso como tú, morir de esta forma. Con el veneno que impide que te muevas --Destapó un frasco que contenía una sustancia extraña y remojó en ella la daga. --Tú tranquilo, majestad. Con esto dormirás como un príncipe.
Rió ante su inminente hazaña. Sustuvo con más fuerza la daga entre sus dedos, alzó los brazos decidida a clavarla en el cuerpo del príncipe.
--Príncipe, yo quería decirte que... ¡QUE MIERDA ESTÄS HACIENDO! --Ramona abrió la puerta y se encontró a la misteriosa mujer a punto de clavar la daga en el príncipe. La mujer al verla, en lugar de clavar de una buena vez al Pŕincipe, se acuchilló a sí misma en el corazón. --¡NO,NO! ¡PRÍNCIPE DESPIERTE; POR FAVOR!
--¿Qué está sucediendo aquí? ¿Qué acaba de pasar? ¿Ramona? ¿Qué estás haciendo aquí, qué le pasó?
--¡Por Dios, Cállate y actúa! --Ramona tomó a la mujer entre brazos--Estaba aquí para decirte algo, entré y ella tenía la daga y ¡Por Dios, estás desnudo!
--¡Vamos, que había mucho calor! --tomó una sábana suave y se cubrió la entrepierna al mismo tiempo que hizo sonar la campanita que se encontraba en su mesa.--¡María, María, ven rápido!
Las sirvientas despertaron ante el bullicio del momento, todas estaban alteradas al ver a la mujer muerta entre los brazos de Ramona y la figura del príncipe desnudo. Las mujeres llamaron a los guardias y éstos levantaron el cuerpo de la misteriosa mujer, para saber qué tipo de veneno estaba utilizando e intentar encontrar algún indicio de las causas de sus intenciones. Las sirvientas intentaban hablar con Murat, arreglar sus sábanas, pero él las evadía con un gesto de desagrado.
--Déjenme ya, no estoy muerto, eso es lo que importa. Ahora, las quiero afuera, no las necesito.
Ramona observó como una a una iban saliendo de la habitación no sin antes mirarla de arriba hacia abajo, algunas confundidas y otras con una mirada discriminatoria. Ramona les devolvía el gesto con una mirada fulminante, nadie la haría de menos en ese lugar, nadie. Después de que todas se fueran, posó sus ojos en el Príncipe con la misma expresión.
--¿Y bien? ¿No piensas darme las gracias por evitar que te asesinaran? --Le preguntó Ramona con los brazos cruzados, sentada en el sillón rojo de terciopelo que se encontraba enfrente de la cama.
--Gracias. --Murat suspiró, cerró los ojos y se recostó nuevamente en la cama.
--¿Solo gracias?
--¿Quieres que me acueste contigo? --le preguntó sin abrir los ojos.
--Con una actitud como esa jamás lograrás conquistar si realmente quieres hacerlo. --Murat volvió a suspirar, pero esta vez, se enderezó lo suficiente como para quedar sentado.
--Lo siento, Ramona. Es solo que los intentos de asesinato no me dejan con ganas de coquetear.
--No importa --Ramona hizo un gesto con la mano para restar importancia al asunto, camino hacia la cama y se sentó --¿Por qué crees que lo hicieron? ¿Por qué querer asesinar al Príncipe? ¿La conoces?
ESTÁS LEYENDO
El príncipe Murat.
FantasyRamona llevaba una vida como cualquier plebeya en el reino Ayla, por las mañanas ayudaba a su familia en la panadería y por las noches, cantaba en un bar del reino para ganar dinero. Su vida da un giro inesperado cuando en una de esas tantas noches...