Capítulo 18. Melek

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¡Suéltame, maldito bastardo verde! --golpeé con todas mis fuerzas al ogro que me llevaba sobre su hombro.

Cuando Ramona y Abel bajaron a la fiesta, yo me dirigí a la cocina por unos ricos roles de canela que siempre preparaban para el festival de la Luna Llena. Como me imaginé: ahí estaba Yamir, comiendo como cerdo. Ignoré que quisiera hablar conmigo y subí nuevamente hacia la habitación, enojada también por no haber podido comer roles que tanto extrañaba. 

Conocía a Yamir y sabía que cruzaría la puerta para obligarme a hablar con él, así que me volteé a la ventana esperándolo; pero cuando la puerta se abrió, lo único que pude ver fueron esas dos asquerosas criaturas de piel áspera y verde que me colocaban un saco en la cabeza; intenté defenderme pero fue imposible, sentí cómo me inyectaban algo para frenar la transformación y aún cuando logré rasguñarlos, no pude evitarlo. Ahora estaba aquí, siendo cargada por esta asquerosa bestia que por si fuera poco tenía su mano en mi precioso trasero. Juro que cuando encuentre a Murat, lo haré pagar por todo lo que estoy sufriendo. 

Caminaron durante mucho rato, me dolía el cuerpo y no sabía dónde estaba ya que mis ojos estaban cubiertos. Sentía que subíamos y bajábamos, pero no fue hasta que me golpearon fuertemente contra el suelo, que supe que habíamos llegado a donde quiera que querían llevarme. Sentí entonces cómo me hacían sentar y ataban mis muñecas con unas cadenas. 

El aroma en aquel lugar era húmedo, por lo que supuse que podríamos estar en alguna cueva, pero a la vez, descarté esa idea, ya que no había frío, más bien, se trataba de una...

--¡ALEJA TUS ASQUEROSAS MANOS DE MI CARA!--Grité, enseguida, quitó sus manos de mi mejilla y me arrebató la venda de los ojos: estábamos en... ¿una  casa?¿Un cuarto?--¿QUÉ LES PARECE TAN GRACIOSO, INÚTILES?--Las tres bestias estaban frente a mi riéndose. 

--Oh, Princesa, nos darán mucho dinero por ti. --habló uno, el más feo de todos. Su piel era entre verde y amarillo, eran criaturas altas, con dientes afilados, ojos horribles y verrugas por todos lados. 

--Aún no sabemos qué hacer contigo--uno de ellos se acercó a mí y tomó mi rostro con sus asquerosas manos y me acercó a él --podemos venderte al mercado de esclavos, o bien, entregarte a quienes te buscan. Eso lo decidirá nuestra Lider. Pero por ahora, disfruta tu estadía.  --Antes de irse colocó sobre mi nariz y boca un pañuelo, y pronto, todo se tornó negro.  


Habrá pasado tiempo desde que me dejaron aquí, aún me encontraba algo mareada; sin embargo, podía distinguir algunas formas de la habitación: habían numerosos frascos con insectos dentro (mariposas, iguanas, polillas, escarabajos) o sustancias extrañas (algunas de ellas hasta brillaban), se encontraban diferentes olores  de inciensos y flores extrañas, sobre mi cabeza habían más tablas de manera y a la misma altura en las paredes colindantes, habían más en donde sorprendida, noté que habían hadas dentro. Entonces caí en cuenta que aquella mariposa que había observado no lo era, en su lugar, se trataba de un hada. Ninguna de ellas se movía, era como si estuvieran durmiendo... o muertas...

Sabía que las Hadas de ese tamaño era algunas veces capturadas y comercializadas por el polvillo mágico, las brujas incluso pensaban que comer alas de Hadas Flor (como se conocían, ya que eran del tamaño de una mariposa y por tanto una flor) las hacía más poderosas. 

Mi padre siempre decía que el destino es incierto, nunca sabes dónde estará tu final y no hay manera de predecirlo y por lo tanto no quedaba más que esperar a que llegara... pero yo no permanecería ahí para averiguarlo, tenía que salir de este lugar asqueroso. Por su puesto que lo primero que tenía que hacer era salir de estas ataduras: me moví lo más fuerte posible intentando liberarme, pero era imposible: las cadenas bloqueaban incluso la transformación. 

El príncipe Murat.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora