No sé en qué momento nuestra raza se dividió en varias más, quizás es cuestión de evolución. Somos muy diferentes entre nosotros y aunque intento, no logro entenderlo. Nuestros pueblos llevan más de un milenio separados por cuestiones de ideologías: mi pueblo cree que ellos son unos salvajes por desobedecer su naturaleza, y ellos creen que nosotros igual lo somos por abrazar nuestra naturaleza.
No fuera hasta hace 27 años, que mi padre decidió entablar una relación positiva con el Rey Zeheb, en que se había acordado la unión de nuestros pueblos: el matrimonio entre Melek y yo. Por supuesto Melek es muchísimo mayor que yo, ellos envejecen de manera diferente a nosotros; y es una ironía, ya que envejecemos como humanos y los que desean ser como ellos, envejecen como bestias.
Pero eso no importa ahora, se supone que nos íbamos a casar cuando yo cumpliera 20 años; la condición obvia fue que yo debía acostumbrarme a vivir como ellos, porque la princesa no iba a renunciar a su estilo de vida; mi padre, en aquel entonces el Alfa Principal, aceptó porque su pueblo se estaba quedando sin alimento, estaba enfrentando una crisis con los Reinos Oscuros, Anuro, de los Trolls y el Dominio Vampírico, ya que un idiota nuestro había asesinado a un inocente por diversión. Estos Reinos se aliaron para cerrar ríos y caminos, acabar con gran parte de la fauna y prácticamente encerrarnos en el Territorio; no íbamos a poder salir sin ayuda del Reino Ayla, ya que ellos tenían buena relación con esos gobiernos: ellos nos ayudaron, y ahora teníamos que pagarj
Desde que nací, sabía que iba a casarme con ella, pero no fue hasta que cumplí los 15 que la conocí. Diría que fue amor a primera vista, nunca había visto a una mujer tan hermosa como ella, sus ojos me recordaban al collar de zafiros que mi madre usaba en los festivales de Luna Llena.
Muchas cosas hice por primera vez con Melek. Pocas veces visité el Reino Ayla, ya que ella prefería venir aquí. Realmente estaba enamorado de ella, me encantaba escribirle poemas, o tocar canciones en el piano. Aprendí bastante de ella: a tocar el violín, hablar lykeicos, bailar vals, tocar el pandero... Cada día que pasábamos juntos era un día que me enamoraba más.
Sobre todo porque cuando estábamos en mi Territorio no me forzaba a actuar como un humano y aceptaba participar en nuestros festivales. Al principio, cuando nuestro pueblo se enteró del matrimonio y el trato, se sintieron traicionados por el Alfa; pero cuando conocieron a Melek, y se dieron cuenta que no era lo que creían, comenzaron a aceptarla cada vez más como nuestra Luna y poco a poco, los pueblos fueron tolerándose... Hasta que aquello sucedió.
Recién cumplía los 20 y estaba preparando la Cena Roja (un ritual que se realiza el día de la Luna Roja, que consiste en preparar una cena especial de especial y vino, para pedirle matrimonio), cuando ella llegó con un semblante entristecido. Este ritual tiene un tipo de vestimenta específica para las mujeres: un vestido rojo con un velo rojo cubriéndole el rostro, sí, todo muy extraño. Realmente había puesto mi esfuerzo porque la cena estuviera deliciosa, y que el claro del bosque donde estaba el Gran Árbol Torcido se encontrara lo más hermoso posible para pedirle matrimonio.
Ella sabía cuán enamorado estaba gracias a mis poemas, canciones y las palabras que le dedicaba cuando estábamos juntos, nunca lo oculté, y ella nunca me rechazó. Nunca me dijo que estaba enamorada de alguien más. Nunca me dijo que no estaba dispuesta a casarse conmigo.
Aunque intenté preguntarle, ella jamás quiso decirme de quién estaba enamora, pero sí que llevaba muchos años junto a esa persona. Sentí mi corazón partirse y mis ilusiones desplomarse por el suelo. En la vida olvidaré las palabras que me dijo:
"Ninguna bestia que muera primero que yo es digno de casarse conmigo"
Aquella noche no hablé con mis padres, me encerré en la habitación y Melek partió en caballo hacia su reino. Lo difícil vino después, cuando una pequeña tropa irrumpió en nuestro Territorio en plena reunión del Consejo de Ancianos: la tropa era liderada por el Rey Zeheb, quien muy enojado por nuestra Traición decidía declarar exilio total a nuestra raza, no éramos dignos de su presencia, no teníamos honor, ni palabra.
Posteriormente nos enteramos que la princesa Melek había llegado a su reino diciendo que yo había cancelado el matrimonio ya que consideraba inviable la unión y yo ya tenía intenciones con otra persona. Maldije entonces el momento en que decidí no contarle nada a mis padres la misma noche que ella me rechazó, ya que nunca creyeron mi versión: aún cuando estaban muriendo.
Porque el Reino Ayla no se conformó con exiliarnos, sino con atacarnos repetidas veces. Mis padres, al igual que muchos de los nuestros, murieron intentando defender nuestro territorio de los Licos. Mi gente ya no me veía como el generoso buen hijo del Alfa Principal, que proximamente iba a gobernarlos, no, ellos creían que la destrucción llegó por mi culpa.
Me costó demasiado reconstruir el respeto que me tenían, tuve que mover mares y tierras para lograr calmar la amenaza de los Licos y que mi gente volviera a creer en mí: entablé una alianza con el Alfa del Territorio del Sur (que para ese entonces no teníamos relación alguna y estaban incluso fuera del Consejo de Ancianos) y junto con ellos, logramos crear monolitos que nos ayudaran a generar una muralla que nos ayudó conteniendo las tropas, dándonos tiempo de atacarlos. Por suerte aún si lograban pasarlos, todavía tenían que atravesar dos kilómetros y medio de bosque para llegar a las aldeas.
Después de un año de constante amenaza, éstas cesaron. Ahora los cuatro Territorios tenían monolitos de piedra separándolos de los otros Reinos, y sobre todo, el Reino de los Trolls. La gente seguía dudando de mí, pero después de mis esfuerzos por reconstruir casas y agradarles, comenzaban a tolerarme; aunque seguían sin creerme.
Hasta que llegó uno de los nuestros que fungía como informante y que habitaba el Bosque Verde, para pedirme disculpas por haber dudado de mi, ya que había visto a la princesa Melek en una barca, por el río de Sangre, con el Príncipe del Dominio Vampírico: Rey.
Entonces todo cobró sentido para mí: Rey siempre estaba ahí cuando yo visitaba el Reino Ayla. Murat lo sabía y por eso nunca convivió realmente conmigo. Era debido a él que ella no quería casarse conmigo.
Entonces la balanza se volteó, y ahora, los traidores eran ellos. Mi pueblo volvió a reconocerme como Alfa, y los cuatro territorios como Alfa Principal; ahora Melek era la exiliada de nuestras tierras, la intolerable, o como me gustaba llamarla: la innombrable.
Pero ahora estaba aquí, enredada en mis sábanas blancas, con la luz de la luna bañando su piel desnuda, y yo, un prisionero de sus ojos y sus caderas, mirando mi rostro humano ante el espejo.
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A casi prácticamente un año, lleno de altibajos, espero que se encuentren bien, pronto saldremos de esto...
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El príncipe Murat.
FantasíaRamona llevaba una vida como cualquier plebeya en el reino Ayla, por las mañanas ayudaba a su familia en la panadería y por las noches, cantaba en un bar del reino para ganar dinero. Su vida da un giro inesperado cuando en una de esas tantas noches...