Habían pasado ya unas cuantas semanas más y aún no teníamos noticias nuevas de Murat; aunque no fue hasta que una noche, hace dos días, Melek regresó a mi habitación para decirme que había recibido una carta de Rey en la que le explicaba que tenía detalles importantes de dónde podría estar Murat, pero que por la gravedad del asunto, tenía qué hacerlo personalmente. Que nos veríamos en el claro que se encuentra del lado norte del bosque aledaño a la aldea.
Melek y yo nos preparamos para encontrarnos con él en la noche; pero al final, no pudimos llevarlo a cabo... porque la carroza en la que Rey viajaba había sido atacada por los ogros; por lo que tuvieron que regresarlo al dominio de los vampiros.
--¿Crees que los ogros tienen algo qué ver? --me preguntó Melek observando a través de la ventana las luces encendidas de la aldea. Toda la tarde estuvo llorando por lo sucedido.
--Mmm... podría ser, aunque no estoy muy segura; ¿no se supone que los ogros están actualmente en protesta?
--Pero no contra nosotros, somos sus aliados.
--Pero los vampiros no.
--Ese es un buen punto --volteó a mirarme. --Ahora no tenemos a Rey con nosotros, no me dejarán viajar a verlo y aún si lo hicieran, los vampiros no me dejarían pasar. --Suspiró. Su sentimiento me causaba empatía, por alguna razón, la comprendía. Me acerque a ella y la abracé.
--¿Qué crees que sea lo que nos hubiera dicho?
--No lo sé, pero... no creo que sea nada bueno...
Pasaron varios días más y la situación en el reino empeoraba, los derroches eran cada vez mayores; siempre me preguntaba porqué los padres de Mesut no hacían nada para detener esta situación, entonces siempre me respondían que era parte de las tradiciones y reglas no entrometerse en los reinados. Era una ideología estúpida. Aún seguía siendo forzada a asistir a eventos con él, como si fuéramos muy felices. ¿Cómo eran las personas tan estúpidas como para no darse cuenta de que era otra persona este Rey? ¿Es que realmente siempre fue un buen tipo delante de todos? Era muy desesperante, pero más desesperante era ya no tener ninguna pista de Murat. Nuestros recursos se habían perdido: Seth seguía buscando pero siempre regresaba con la mala noticia de no haber encontrado nada, Rey seguía sin escribir cartas, y aunque Melek y yo constantemente salíamos a buscar pistas, igualmente no hayábamos nada. Estábamos a punto de rendirnos y dar por muerto a Murat.
Pero no. Si algo me caracterizaba, era que jamás me rendía y sobre todo si se trataba de él, quien por alguna razón, se había ganado un lugar en mi corazón rápidamente.
Después del pequeño intercambio de palabras que tuve con Melek el día que comentó que los ogros se encontraban en protesta, recordé algo que posiblemente pudiera ayudarnos: mi ex jefe era un ogro. Y aunque era uno de ellos e intimidaba, no era tan mal tipo.Ahora que tenía esa esperanza, lo único que me faltaba era idear un plan para poder salir del palacio sin que nadie se opusiera, cosa que sería realmente difícil, ya que Mesut había dado la orden de que se me prestara específica atención. Era obvio, el muy idiota sabía que buscaba a Murat.
Lo primero, sería no decirle a nadie que me iría, ni a Melek, ni Seth,simplemente ir y regresar,esa misma noche. Cuando había llegado ya la hora en la que todos entraban a sus habitaciones y los únicos que quedaban por los pasillos vagando era la servidumbre, cambié el batón de seda blanco que tenía por un vestido negro vintage más sencillo, además de tomar una de las capas con capuchas más oscuras que tenía. Salí por la puerta, y para mi sorpresa, no había ningún guardia, así que tenía que moverme lo más rápido posible antes de que llegaran, ya que Mesut no dejaba ni un solo día sin vigilancia.
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El príncipe Murat.
FantastikRamona llevaba una vida como cualquier plebeya en el reino Ayla, por las mañanas ayudaba a su familia en la panadería y por las noches, cantaba en un bar del reino para ganar dinero. Su vida da un giro inesperado cuando en una de esas tantas noches...