Capítulo doce.

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—¿Disculpa?

—Ya me oíste,  no te le vuelvas a acercar  y no quiero saber qué son novios o algo parecido.

—¿Crees que por ser mi hermano mayor tienes derecho sobre mi?—Contraataque.

—¡Tienes prohibido estar con él!

—¡Tú no me prohíbes nada!

—¡____!

—¡Nada!—grite para después ahora si subir a mi habitación sin interrupciones.

¿Quién se cree él? Yo quería estar con Joel. Sea un cretino o no, él me gustaba. Mejor me ponía a hacer los deberes para distraer mi cabeza, estaba confusa y no quiero actuar por mi imprudencia. Traté de concentrarme en esas ecuaciones de segundo grado pero por más que prestaba atención, mirara el ejemplo y lo intentaba salía mal y hasta no salía un resultado cuerdo. Aventé el cuaderno de la frustración mientras tomaba mi cabeza con las manos, intentando recuperarme, mire la foto del mueble y lo tome, era de mi familia; mi papá, mi hermano, mi mamá y yo.  No podía evitarlo, comencé a llorar, extrañaba a mi madre, mi padre está de viaje y me estoy peleando con Christopher más de lo normal. Todo estaba saliendo mal.

—¡No! ¡Largate de aquí!

Escuché un grito desde la planta baja, luego algo romperse. Baje lo más rápido que mis pies podían darme, para mi sorpresa estaba Joel ahí,  mientras Christopher recogía los pedazos de un jarro, ese que siempre está en la entrada. Alguien iba a meterse en problemas cuando llegara papá.

—¿Qué pasa aquí? —pregunté.

—Nada ____, regresa a la habi...¿estás llorando?— pregunto Christopher acercándose.

—Estoy bien.

—Que chillona—Bufo Joel.

—¡Cállate si no quieres que te deje el otro ojo morado!—lo amenazó.

—Mira idiota, si...

—Joel ahora si tienes los golpes, ¿cómo?...

Me acerqué tomando su rostro, él se quejo y se hizo hacía atrás.

—¿Cómo que, cómo?  Desde que el idiota de tu hermano me golpeó los tengo.

—No, en la plaza estabas bien.

—¿En la plaza?

—¡De acuerdo!—alzo las manos en defensa Christopher —ahora no lo recuerda.

—Oh, la plaza.—sonrió Joel — ya saben, el maquillaje lo cubre todo, tú más que nadie conoce esto, ___.

—Te lo dije, Christopher.

—Como sea, olvidemos de una vez ese milagro de Joel tapándose los golpes. ¿A qué vienes?

—vine a buscar a ___.

—¿A mi?

—No—gruño Christopher.—Después de lo del almuerzo, luego lo de la fuente y ahora tu conducta al llegar, no. No te dejare que te le acerques más.

—No te pedí permiso a ti.

—Pero ella es mi hermana.

—¿Y quién te puso al mando?

—Soy el mayor aquí.

—¡Ya basta!—grite separándolos—¿Me viniste a buscar?

—Quería invitarte a una fiesta, ¿vas?

—No—Dijo Christopher.

—Si, sólo me arreglo y bajo.

—Tú no vas, ___.

—Voy a ir y déjame en paz.

Fui a mi habitación y me puse a rebuscar entre mis cosas algo que ponerme. Era una fiesta y se hacía de noche así es que un vestido lindo era lo que necesitaba. Ahí encontraré un color tinto. Me observe en el espejo completo para maquillarme rápidamente, algo sencillo, dejándome el cabello suelto y listo para la fiesta. Me puse unas zapatillas negras y con esto baje a la planta baja  donde espero que no se estén matando estos hombres sin mi presencia, cuando llegue estos dejaron de matarse con la mirada, y quedaron boquiabiertos, yo solo reí al verlos.

—¿Les gusta?

—Tú no vas así.— gruño Christopher.

—Te vez muy sexy —declaro Joel coqueto.

—¿Gracias?— reí.

—Que tú no vas así —gruño nuevamente Christopher.

—Solo será un rato.

—Si, pero con este imbécil.

—No te atrevas a volver a llamarme así.

—Im-bé-cil—le recalcaba cada palabra mientras sonreía maliciosamente

—Sabes, capaz y tú hermana no regresa Virgen de la fiesta, a mi lado.— sonrió satisfecho, Christopher le dio un golpe.

(Imagen del vestido en multimedia)

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¿Quién eres?-Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora