Capítulos dieciséis.

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Mis ojos empezaron a cristalizarse con solo ver las lágrimas bajar por la mejilla de Christopher. Es un idiota todo el tiempo, lo sé, pero aún así sigue siendo mi hermano y lo amo, si él llora yo también. Pero estoy frágil con este tema, es como encajarme lentamente una daga en el pecho y dejarme sentir cada vez más el dolor hasta estar profunda y volverla a sacar. Eso duele, demasiado.

-¿Crees que no extraño verla todos los días? -volvió a incriminarme Christopher.-No la he olvidado. No solo eres tú, a mi también me duele.

-Yo la necesito.

-todos la necesitamos.

-¡Pero yo más!-enfatice con molestia.

-¡____!

-¿Qué?

Me vio de pies a cabeza.

-Sal de mi cuarto. ¡Ahora! ¡Largo!

Fui empujada mientras lo decía. Terminó de sacarme y cerró la puerta de un portazo, escuche el seguro ponerse.

-¡Me largo con Joel!

-Haz lo que quieras-contesto del otro lado.

Baje pisoteando cada paso que daba, tome mi bolso y espere fuera de casa a Joel. Exactamente 15 minutos llegó Joel, justo como habíamos quedado, de nuevo llego en su nissan deportivo y no en su Porshe. Tal vez es su nuevo auto regalado de sus padres, claro, como tiene con qué. Él abrió la puerta del copiloto desde adentro de su auto y me adentre sin más.

-Hola.- saludé.

-¿Estabas llorando?- preguntó inspeccionándome todo el rostro.

-No es nada, una pelea con mi hermano.

-Para llorar así debió ser muy importante.

-No fue nada.-insistí- ¿ya nos vamos?

-¿Segura que no quieres hablarlo?

-Muy segura.

Joel, aún preocupado, se indigno en arrancar el auto directo a donde quería llevarme. No hablamos de mucho, en realidad no hablamos, sólo un silencio cualquiera mientras esperaba llegar a ese restaurante. Me sentía mal por hacerle esto a Joel, me invitó a comer y yo solo estoy aquí sentada, callada, seria, sin mirarlo a la cara mientras él entendía mi estado y aún así manejaba a ese bendito restaurante para levantarme los ánimos, ¿Qué clase de persona soy? Debería decir algo.
Al momento que iba a hablar, Joel ya había aparcado frente a un restaurante nada de ostentoso de tacos.
Tenía una barra para que algunos clientes se sentarán y adentro tenía sus mesas muy bien acomodadas para sus Clientes, contando los lindos paisajes de México plasmados en la pared. Juzgando por la multitud que había en este lugar, deben de saber riquisimos. Joel me tomo de la mano para adentrarnos al lugar, él se dirigió a un señor, susurrándole algo en el oído y después nos guío hasta nuestra mesa, cercas del paisaje del popocatepetl.
Joel pidió para ambos y les regreso las cartas al mesero, no me opuse porque pidió algo que si me gustaba, después posó sus codos en la mesa para reposar su cabeza en las manos, jugando con un tenedor en lo que traían la comida. Di la iniciativa para hablar...

-¿Te puedo preguntar algo?

-Dime- contestó sin quitar la vista del tenedor.

-¿Te gusta la pizza?

-¡Que asco!- Asqueo, mirándome ahora.- creo que es la creación más asquerosa de todas, ¿por qué lo preguntas?

-Por nada, una duda cualquiera.

Hice un demás con mi mano, ahora yo me entretenía con mi tenedor.
Joel lo retiró de mis manos y me vio directamente a los ojos.

-¿Te sientes bien?

¿Quién eres?-Joel PimentelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora