Salí de la ducha enredada en una toalla, caminé por el pasillo de regreso al salón de estar, entonces el corazón se me partió en mil pedazos pequeños.
- No, estaba ocupado, no podía responder pero no puedes llamarme doce veces seguidas, eso no hace que responda rápido -. Después de un breve silencio. – No, sabes bien que ya no tienes que venir.
Está discutiendo con ella por mi culpa, se ve alterado. La verdad es que no creía que esa relación siguiera, hacía tiempo que no hablaba de ella. De pronto se giró y me miró ahí, de pie, envuelta en la toalla, se puso serio, sus ojos brillaban con ternura.
- ¿En el aeropuerto? ¿Ahora? -. Dijo mientras cambiaba su cara y colgó.
- No quise interrumpir -. Dije, mientras el dejaba su teléfono en la mesa de centro.
- No interrumpes nada, pero debo salir.
Me senté en el sofá para vestirme y él se sentó a mi lado. Nos reclinamos y él me abrazó, yo le correspondí, le abracé desnuda y rodeándolo con todo mi cuerpo, piernas, brazos. Todo mi cuerpo decía lo que mis labios no podían decir "no te vayas". Besó mi hombro derecho y despejó mi cuello mi cabello con frizz. Hizo un camino de besos desde mi hombro, pasando por el cuello, las mejillas hasta que finalmente llegó a mis labios. Un beso tierno, suave que acompañó aumentando la fuerza de su abrazo. Todo su cuerpo me decía lo que sus labios no se atrevían a decirme "m e quiero quedar entre tus brazos".
En ése momento tan mágico, mientras nuestros cuerpos hablaban lo que nuestros labios callaban, volvió a sonar su teléfono. Separamos nuestros labios, él suspiro y me ciñó más contra su cuerpo, mientras sonaba "El fantasma de la Opera" como tono de llamada en el teléfono de Hugo. Cuando acabó de sonar, nos separamos del abrazo. Miré sus ojos verdes que aún parecían un mar embravecido.
- Hoy no puedo explicarte nada, pero mañana que arregle todo, te lo contaré -. Dijo mientras sus manos acariciaban mis mejillas.
- De acuerdo -. Respondí sin saber mucho qué decir.
Comencé a vestirme y él fue a su habitación a hacer lo mismo. Hugo regresó de nuevo a la sala cuando terminé de ponerme los zapatos. Lo miré y parecía que de pronto estaba muy contento. Sentía como miles de puñales me atravesaban, él estaba contento por la llegada de Fleur, por fin la vería después de tanto tiempo. Sin decir nada, caminé a la puerta, Hugo me alcanzó y me tomó de la mano.
- Vamos juntos -. Me apretó la mano.
Giré la cabeza y al verle, sus ojos brillantes me miraban y su sonrisa cauterizaba todas las heridas de los miles de puñales que sentí minutos antes. Subimos al ascensor nuevamente, y me abrazó sin que yo pudiera responder el abrazo, como si su cuerpo me dijera "sólo tienes que estar aquí, yo voy a protegerte", recliné la cabeza y mis mejillas tocaron su brazo como si mi cuerpo dijera "es aquí donde quiero estar". Él hundió su cabeza en mi cuello y me respiró.
Cuando se abrieron las puertas del elevador, salimos de la mano hasta llegar a mi coche, en el camino hacia su restaurante, volvía el chico dulce que me regalaba caricias furtivas, mientras en mi mente sólo estaba que esta noche él la pasaría con Fleur. Yo lo miraba por escasos segundos y le dedicaba una sonrisa un poco retorcida que esperaba que no captara. Cuando bajó del coche se despidió con un beso en mis labios.
- Te llamo más tarde.
- De acuerdo -. Respondí sonriendo.
Encendí la radio y conduje a casa. Todo parecía un complot, en la radio sonaba canciones románticas y no me dejaba hacer otra cosa que pensar en lo que acababa de vivir con Hugo. Todo eso que no podía decirle a nadie ni a Alondra. Ella ahora se encuentra en los brazos del amor de su vida, mientras yo voy a casa muerta de celos porque Hugo va por su novia francesa.
Llegué a casa y recordé las palabras de Hugo "te llamo más tarde", resoplé para convencerme que no me llamará. Me preparé un sándwich para cenar, pero no tenía hambre, fui a mi cama y encendí la computadora, veré alguna serie en Netflix. Mientras buscaba algo que llamara la atención, miré a mí alrededor y no estaba mi teléfono. Sé que no me llamara, pero igual lo quería tener a la mano. Me levanté con medio sándwich en mano y busqué en mi bolsa el teléfono, lo aventé en la cama y volví a la cocina, ya que había olvidado el té helado en la mesada.
Regresé a mi habitación, suspiré y me senté de nuevo en la cama, intentando ver algo en Netflix que me sacara de mis pensamientos, de lo que había sucedido con Hugo y de todo lo que sentía. Terminé la otra mitad del sándwich y me decidí por un anime, le di play. Mis ojos estaban abiertos pero no le prestaba atención a la película, sólo me dedicaba a pasar por mi mente aquel momento en la terraza, cuando la mano de Hugo tocó mi pecho y ése calor que no me quemaba, volvía a recorrerme el cuerpo, cerré los ojos y volví a vivirlo todo en mi mente.
¿Qué es eso que interrumpe el revivir mis recuerdos? Ése sonido... ¡El teléfono! Brinqué de la cama y busqué mi teléfono, dos llamadas perdidas de Hugo. Volvía a sonar, contesté apresurada sin tiempo de pensar en cómo debía reaccionar.
- Hola.
- ¿Qué hacías que no me respondías? -. Preguntó sonriente.
- Veía una película, no escuché antes ¿Cómo está Fleur? -. Pregunté con natural cortesía
- Durmiendo en mi cama "sola" -. Respondió haciendo mucho énfasis en la palabra "sola".
- Lo siento, sólo quise ser cortés -. Respondía un poco apenada.
- Está bien, una noche en el sofá no es tan malo como parece.
- No sé cómo reaccionar a esto ni cómo responderte. Lo siento -. Dije un tanto contrariada.
- Te llamé porque quiero escucharte, porque quería estar más tiempo contigo. No me tienes que responder nada, yo decidí dormir en el sofá.
- Sé que dijimos que nada cambiaría, pero yo...
- No dejo de pensar en ti y en cómo nuestros cuerpos hablan entre ellos sin necesidad de gesticular palabras -. Interrumpió y terminó con un suspiro.
No pude decir nada, sólo suspiré junto con él, un suspiro que parecía más un jadeo que revelaba todas las ganas contenidas de tocar el cuerpo del otro.
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Poseidón
Любовные романыSegunda parte de "El pulso del impulso". Los celos y violencia de José alejan a Isela de su lado. Isela descubre que el amor que había mantenido dormido en su corazón sigue más vivo que nunca. Hugo e Isela se envuelven en un intenso mar de pasiones...