- Claro, te espero en casa -. Respondí.
- ¿Puedes ir a cenar al restaurante? -. Dijo mientras me rodeaba en un abrazo.
- Sí -. Respondí y besé sus labios.
Ambos salimos de la casa tomados de la mano. Me acompañó al coche y abrió la puerta. Él no dejaba de ser un caballero. Es una de las tantas cosas que amo de él. Suspiré y salí de la cochera. Una vez que conducía en la calle, recordé que Fleur estaba en su casa. Apreté el volante con fuerza. "¡Tranquila Isela! Después de todo te ama a ti y no ella", me dije para tranquilizarme. Sé que Hugo hablará con ella y no sabremos nada de ella jamás. O al menos lo dejará en paz.
Llegando a la oficina, una voz que no esperaba escuchar ahí ni a esa hora hizo que me sobresaltara y retirara la vista de mi teléfono al salir del elevador.
- ¡Buenas tardes! ¿Se te pegaron las sábanas esta mañana? -. Saludó mi jefe en tono sarcástico.
- ¡Buenas tardes! – Respondí por impulso. – Había mucho tráfico, salí por otra calle y me perdí -. Dije a modo de disculpa.
No esperaba que estuviera a esa hora, se suponía que tenía un almuerzo. Para dejar atrás mi llegada tardía, le cambié el tema para suavizar su humor.
- ¿Cómo te fue en el desayuno? – Pregunté mientras me acompañaba a mi escritorio.
- Mal, se canceló. Alguien nos ganó la cuenta -. Respondió mirándome con sus ojos llenos de rabia.
- Voy a investigar. No nos quitarán la cuenta -. Respondí.
- Eso espero -. Dijo más tranquilo y depositando su confianza en mí.
Me dediqué a hacer llamadas a mis contactos y esperaba investigar si había otra reunión u otro competidor. La tarea me llevó algunas horas. Entre llamadas los mensajes de Hugo me hacían sonreír. Alondra no paraba de decirme que quería decirme algo y que nos viéramos para almorzar. De pronto, unos de mis contactos envío una foto por mensaje.
Era un competidor almorzando con nuestro prospecto de cliente. Agradecí el mensaje. Llamé a Alondra, le dije que podía verla después del trabajo y se quedó tranquila. Recogí mis cosas, mientras llamaba a mi jefe. Cuando escuché que sonaba un teléfono a mi lado. Me giré y ahí estaba.
- Tenemos que salir ya, están almorzando con Teo Alcantara -. Dije mientras me colgaba la bolsa y llevaba mi abrigo en el brazo.
- ¡Vamos! -. Respondió caminando al ascensor.
Durante el camino, revisé la agenda para ver las citas que tenía, mientras le indicaba el lugar al que nos dirigíamos. Hice algunas llamadas indicando que se retrasaría. Revisé el contrato que llevaba para nuestro cliente. Todo parecía en orden. Llegamos al lugar corriendo y buscando la mesa para evitar la firma hasta que nos escuchara a nosotros. Mi jefe se adelantó y habló con la clienta. Logró detener la firma y hacer que nos escuchara. Corrí para incorporarme a la mesa.
Después de una media hora de charla y ver proyecciones, logramos que nos diera la cuenta. Pidió el contrato, lo leyó y firmo. Teo y su socio se acercaron para despedirse. Nos dieron una felicitación forzada. Pero sentí gran alivio de salvar el día después de llegar tarde. Mi teléfono sonó, era Hugo, me disculpé y me retiré de la mesa.
- Hola, estoy en una reunión ¿Cómo estás? -. Pregunté.
- Te echo de menos, Ise. Dime que no es un sueño.
- No lo es, pero si lo fuera, no me despiertes.
- Ya quiero verte esta noche.
- Sí, llegaré con Alondra, quiere verme. Será para contarme la noticia.
- ¡Y ahora! ¿Qué hacemos?
- ¿Hacer de qué?
- En el restaurante todos sospechan -. Dijo preocupado.
- Actuemos normal, no te preocupes. Ahora te tengo que dejar.
- Te amo -. Dijo más sereno.
- También te amo -. Respondí antes de colgar.
Cuando iba de camino a la mesa, Teo me interceptó.
- Hola Isela. No te quitaré mucho tiempo.
- De acuerdo, dime.
- Sé que eres el arma secreta de Guillermo y que eres muy eficiente. Cuando decidas que quieres ganar más dinero y tener un puesto a tu altura. Puedes contactarme -. Y me dejó su tarjeta con su número personal y se fue.
No me esperaba que me dijera eso, pero me sentí muy bien de saber que alguien más veía en mí, potencial para un puesto de mayor jerarquía. Aunque no era desconocido que mi abuelo era el dueño de la firma hasta que murió y desde que estudiaba la carrera en la universidad, estuve apoyando a Guillermo para que no cayera la firma. Guardé la tarjeta de Teo en cuanto llegué a la mesa.
- Entonces, todo está hecho y dicho -. Respondió la clienta estrechando la mano de Guillermo.
- Muchas gracias por la oportunidad, ahora ya no tendrá de qué preocuparse -. Dijo sonriendo mi jefe.
- Un placer, Isela -. Dijo mientras estrechaba mi mano.
- El placer es mío, la dejamos comer mientras nos ponemos al corriente con los detalles. Buena tarde -. Respondí.
Nos levantamos de la mesa sonriendo. En cuanto cruzamos la puerta, puso su mano en mi hombro. Me giré para verlo.
- Gracias, sin ti nada de esto hubiera sido posible -. Dijo sonriente. – Tu abuelo estaría orgulloso.
- Solo hice mi parte -. Respondí sonrojada.
- Como sabes, habrá mucho trabajo y necesitamos contratar pasantes. Quiero que lleves esta cuenta. La ganaste, es tuya. Desde el inicio la trabajaste mucho, son tus ideas.
- No voy a defraudarte -. Respondí.
- Eso espero -. Sonrió y me dio un abrazo de felicitación. – Por cierto ¿Qué quería Teo?
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Poseidón
RomansaSegunda parte de "El pulso del impulso". Los celos y violencia de José alejan a Isela de su lado. Isela descubre que el amor que había mantenido dormido en su corazón sigue más vivo que nunca. Hugo e Isela se envuelven en un intenso mar de pasiones...