Cuando Yami menos se dio cuenta, la primavera llegó y, con ello, pronto llegarían los exámenes finales así como algún que otro festival tanto en la escuela como en la ciudad.
Durante esas semanas se dio cuenta de dos cosas: la primera, Mana decía menos de lo que sabía —lo supo cuando, al estar aburrida mientras él trataba de resolver un ejercicio de matemáticas, terminó ayudándolo a hacerlo exitosamente —y la segunda, no parecía que estuviera pensando en irse pronto.
Sorprendentemente, Yami se encontró a sí mismo pensando en que no le desagradaba la idea, siempre y cuando a Mana no le dieran ataques de curiosidad insatisfactoria.
Pero con esa realización, se dio cuenta de otra cosa: ella no parecía ser del todo sincera. Obviamente, una chica como ella no podía ser feliz en el estado en el que estaba.
¿Y cómo estarlo?, se preguntó Yami tamborileando con el lápiz sobre su carpeta de la escuela. Mana no podía ir a donde quería, tampoco tocar lo que quería, ni descubrir lo que quería descubrir. No, ni siquiera sabía a dónde quería ir o con quién quería hablar.
Sin embargo igual no buscaba una forma de resolver el misterio que la rodeaba ni pedía ayuda. Ciertamente, si Yami no la hubiese encontrado una noche meditando mientras miraba al cielo con preocupación, ni siquiera lo hubiese pensado.
Realmente. Mana no decía nada.
—Señor Mutō, ¿puede decir al resto de la clase la respuesta a la pregunta número diez?
De pronto, el profesor de literatura —¿o era historia? —lo sacó de sus pensamientos con una pregunta a la que no había prestado atención.
Yami parpadeó un par de veces bajo la mirada interrogante del profesor canoso y arrugado.
—Uhm... —reaccionando lo menos notoriamente posible, buscó la pregunta entre las muchas palabras que mostraba la página de su libro.
—¿Señor Mutō? —insistió.
Yami asintió, aunque igual se quedó en silencio. Literatura, o historia, o lo que sea que fuera, no era lo suyo.
Pero...
—«El arte es plagio o revolución.» dicho por Paul Gauguin —pero al parecer sí era algo de Mana.
Aunque algo dubitativo, Yami terminó diciendo lo mismo que ella siendo, para su alivio, la respuesta correcta.
Ysmi suspiró mientras relajaba su espalda en el respaldar del asiento y sin discreción se mantuvo observando a Mana. Como con el ejercicio de matemáticas, o los aparatos electrónicos, parecía que debía haber alguna especie de detonante para desembocar alguno de sus recuerdos, sin embargo o ella no lo había notado, o no quería mencionarlo.
Más tarde, cuando la hora del receso llegó, Yami tomó uno de sus libros y la hamburguesa que su abuelo le había preparado para comer y estudiar un poco en solitario.
El salón de clases se había quedado vacío, pues la mayoría de alumnos decidieron ir a comprar sus almuerzos.
Cuando abrió su libro, grande fue su susto al momento en el que Mana inclinó su cabeza sobre el mismo.
—Ey, Atem, ¿por que no vas a buscar a Yūgi o a Téa? ¿No te aburres de estudiar?
Tomó aire para no perder la paciencia y asintió.
—Claro que me aburre —dijo cambiando de posición a una en la que pudiera ver claramente el pasillo por si acaso alguien entraba —, pero no me queda de otra. Como viste, no soy muy bueno con humanidades.
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LA CHICA DEL ROMPECABEZAS [COMPLETO]
FanfictionYami solo terminó el Rompecabezas, luego algo extraño sucedió y ella apareció. Ella apenas puede recordar sobre sí misma. No sabe por qué está ahí y no tiene idea de si debería. Ella parece ser un alma perdida en el mundo terrenal, sin embargo ella...