XVI

232 21 5
                                    

Ansiedad: estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad.

Ansiedad: sinónimo de agobiante, antónimo de calma.

Ansiedad: lo que estaba sintiendo Mana al momento de ingresar, justo detrás de Yami y Yūgi, al enorme salón en el que se presentaría la exposición de arte.

Juntó saliva bajo la lengua y luego la tragó sonoramente, cerró los ojos tomando una respiración profunda y luego fingió la frívola serenidad con la que se había planteado estar.

Por supuesto, la pesadumbre no era tanta como cuando vio a Ryou Bakura o a la pintura en aquella galería. Si ese fuera el caso, tanto Yami como Yūgi hubiesen sentido la preocupación y el miedo como suyos, pero no era así y, en cambio, ambos miraban furtivamente los alrededores negándose a separarse uno del otro, o de ella, en todo caso.

Intentando cambiar su estado de ánimo por un meramente más calculador, ella elevó la mirada hacia el escenario que los rodeaba. El techo era alto, y las columnas y paredes de un color blanco humo bastante limpio, quizá para no opacar en ningún sentido a las pinturas y creaciones que, o bien estaban colgadas, o sobre un pedestal del mismo tono. Para evitar accidentes, casi todo el vestíbulo estaba rodeado de guardias discretos y de aquellos cordeles rojos que claramente indicaban una prohibición al paso. Como en la galería, las luces eran cálidas, lastimosamente, y una simple música de ambiente ocupaba los espacios entre conversaciones y observaciones.

Por último, casi todas las personas que habían asistido rondaban de entre los treinta y los setenta años de edad, a excepción de los alumnos del conservatorio, claro, quienes a su vez vestían ropas formales y presentaban algunas de sus manualidades con un pecho firme lleno de orgullo.

Mana se encontró a sí misma con un leve atisbo de envidia en el interior, con el pensamiento de que ella debería ser la que estuviera ahí parada explicando qué la había inspirado, o cómo se llamaba la obra en cuestión, pero pronto descartó esa línea de pensamientos desesperantes.

Yami le echó un rápido vistazo con una ceja arqueada.

—¿Estás bien? —quiso saber.

Solo pudo asentir, prefiriendo no mentirle con voz trémula ni mirada perdida.

Antes de que Yami pudiera comentar algo más, el leve movimiento de Yūgi pasándole la voz llamó su atención. El menor Mutō señaló con la quijada en una dirección y, cuando Mana también miró, una leve sonrisa se escapó de entre la lucha de pensamientos y emociones en su interior.

La pareja conformada por Mahad e Ishizu se acercaba enérgicamente hacia ellos, ambos con una expresión aliviada más que sorprendida.

—Jóvenes Mutō, me alegra que hayan podido venir —comentó su hermano mayor con aquel distintivo toque cordial en sus palabras.

—¿Solo están ustedes? —quiso saber Ishizu mirando rápidamente a Mana, sin saber qué pensar, y luego buscando entre la pequeña multitud que los rodeaba.

Mana comprendió que quizá estaba buscando a Téa, pero Yūgi fue más que rápido al intervenir justo antes de que se metieran en un terrible e incómodo silencio.

—Es probable que nuestro abuelo vaga más tarde —dijo con una sonrisa que Mana no supo identificar —. Tenía que hacer algunas cosas antes.

—Oh —Ishizu sonrió —. Ya veo. En ese caso espero que llegue antes de la atracción principal.

—¿Atracción principal? —preguntó Yami curioso, prácticamente robándole las palabras a Mana.

Fue Mahad quien respondió:

LA CHICA DEL ROMPECABEZAS [COMPLETO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora