No puedo dormir, pienso en los acontecimientos de las últimas horas y todo me parece surrealista. Esperé a que Kol se calmara y no hablé, él tampoco lo hizo. Volvimos juntos a casa y no hubo despedida, sólo entró en su casa después de que yo entrase en la mía.
He subido hasta mi cuarto y me he desmaquillado en el baño, entre lágrimas. En realidad no sé por qué lloraba: de rabia, de pena, por el plantón de Raner, por el abrazo de Kol mientras sus lágrimas recorrían mi pecho y los nudillos le sangraban...
Solo sé que no puedo conciliar el sueño, salgo al balcón y dejo que el frío aire de la noche me golpee, entonces veo algo sobre el tejado de la casa de mis vecinos, algo o a alguien. Kol está tumbado sobre el tejado de la buhardilla de su casa, sé que es él porque aún lleva los mismos vaqueros oscuros y la chupa de cuero negra. La luz de la buhardilla está encendida y veo una cama desocupada y cajas apiladas a su alrededor, puede que sea su cuarto.
Vuelvo a mirarlo y él ya se ha incorporado, como si me hubiera presentido. ¿Cómo es posible que vea sus azules ojos desde esta distancia? Es como si absorbiesen las escasas luces de la noche y lo iluminase todo con ellas. Agacho la cabeza y me doy media vuelta para volver dentro, pero antes de hacerlo, lo miro de nuevo y él...
Ya no está.
Por fin mi despertador ha descubierto su función y ha decidido despertarme a la hora correcta. Le felicito antes de ponerme en pie y me encamino al baño, Fergus me mira ansioso, esperando nuestro paseo matutino.
—Lo siento amigo, esta noche no he dormido como debería y voy a necesitar un desayuno decente para aguantar el día.
Espero una réplica por su parte pero está más alegre que de costumbre, de hecho, acabo de percatarme de que, aunque habitualmente él aún duerme cuando yo me despierto, hoy ya estaba en pie. Un aire frío me golpea la espalda y me doy cuenta de que el ventanal de mi cuarto está abierto.
Me dirijo a la ventana para cerrarlo y descubro que hay barro en el picaporte por la parte de fuera, miro bajo mis pies y sigo las huellas hasta mi cama.
¡Mi cama !
—¡Oh dios mío Fergus! ¿Qué has hecho esta noche? ¿Te has ido de fiesta? —Fergus corretea de un lado para otro, el barro de sus patas ya se ha secado pero aun así va manchando de tierra todo a su paso—. Parece que una vez más me tocará desayunar de camino a clase.
Recojo la colcha y cambio las sábanas, pues, no sé por qué, también hay barro en ellas. Es extraño porque Fergus no suele meterse entre las sábanas, claro que tampoco suele escaparse en medio de la noche, aunque esta vez admito que ha sido culpa mía por dejar los portones abiertos. Suelo tener bastante cuidado porque, desde mi balcón, se puede acceder fácilmente al tejado del garaje por el que Fergus ha debido escapar hasta la calle.
Baño a Fergus y tras dejarlo todo relativamente decente antes de que mi madre lo descubra y monte en cólera, me meto en la ducha.
El agua empieza a correr por mi cuerpo y al caer sobre mi pecho no puedo evitar recordar las lágrimas de Kol deslizándose sobre él. Tomo aire por la nariz y aprieto los ojos intentando no pensar más en Kol, sin embargo, cuando me paso la esponja enjabonada por la cintura recuerdo su abrazo, cuando apretó su cuerpo contra el mío. Una sensación ardiente explota en mi pecho y me recorre el cuerpo, exactamente igual que en aquel momento, hace apenas unas horas; y hace que se me incendien las mejillas al recordarlo.
Salgo de la ducha y paso la mano por el cristal empañado, me miro y pienso que no soy tan fea como para que nadie tenga el más mínimo interés en conocerme. "Oye, los ojos castaños también son bonitos y en este país, resultan exóticos. Es lo que tiene ser hija de española y sueco. Heredé los ojos de mi madre."
ESTÁS LEYENDO
TRAS EL SILENCIO
Paranormal'"¿Es porque estoy muerto?" Esa es la pregunta de Alexsy cada vez que lo rechazo. Somos amigos desde...no sé si puedo recordar desde cuando.' Janne Erikson es una adolescente de 17 años bastante peculiar a la que le cuesta hacer amigos, al menos cua...