Capítulo 15

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El sol se filtra por las ventanas de mi balcón y yo remoloneo un poco entre las sábanas, es sábado y después de lo de anoche, necesito un rato más de sueño. Una sensación de calor me recorre el cuerpo al pensar en lo de ayer y una lágrima baja por mi mejilla.

《Vaya, pensaba que ya no me quedaban》.

Me levanto y me quedo un rato sentada en en borde de la cama con los codos en las rodillas y las manos en la cara. Me siento como si de alguna manera le hubiese sido infiel a alguien. Lo que siempre he sentido por Alexsy volvió a aparecer anoche y sigue siendo tan prohibido como siempre; por Kol siento una atracción que ni yo misma soy capaz de entender.

Fergus empieza a moverse nervioso, agitando la cola, quiere salir a dar nuestro paseo. Me paso las manos por la cabeza echando hacia atrás los pelos que se han salido del moño y me levanto. Voy hacia el balcón y abro las ventanas para que la habitación se ventile. Entonces veo que mi vecino ya esta en pie, tiene las ventanas abiertas y hace ejercicio en una barra que ha colocado sobre la puerta. En un momento dado se baja y se gira a mirarme, se me acelera el corazón y rápidamente corro las cortinas escondiéndome pegando la espalda contra la pared, pero ya es tarde, me ha descubierto mirándolo.

Veo mi reflejo en el espejo de cuerpo entero que tengo a mi izquierda, está casi oculto entre pañuelos y ropa que he ido lanzando encima, pero me veo reflejada en él, tengo las orejas coloradas y las mejillas encendidas. Me pongo las manos en los cachetes y me acerco despacio, sin dejar de mirarme. Kol, Alexsy... entonces me miro a los ojos y me recrimino a mí misma por todo, por el beso, por el callejón, por involucrarme en la pelea de Lars...

《¿Qué estás haciendo?》

Me pongo un chándal, cojo el equipo de canicross y bajo las escaleras. Mi madre está en la cocina y huele a mufflins de chocolate blanco y frutos rojos. Voy a coger una pero me quemo y encima, mi madre me da en la mano.

-Son para dar la bienvenida a los Hansson.

-Bueno, pero supongo que yo podré comer alguna. Son mis favoritas...

-Ponte a la cola, princesa. -Mi padre lee el periódico mientras sorbe de su taza de café-. No me ha dado una ni a mí.

-Pero bueno, ¡si has comido un gofre para desayunar! Y que sepas Janne, que quería comerse el tuyo.

Achino los ojos y miro a mi padre, apuntándolo con el dedo.

-Voy a sacar a Fergus, si cuando vuelva no está mi gofre, te haré directamente responsable y deberás pagar por tu ofensa.

-No podrás demostrarlo.

-Apuesto a que sí. -Y le hago un gesto a mi padre para que se limpie la barbilla-. Tienes sirope de chocolate.

Miento, pero no importa. Mi madre se ríe y mi padre intenta mirarse reflejado en el bote del azúcar que es de metal. Cojo a Fergus y salimos hacia en bosque.

Cuando ya llevamos un buen rato corriendo y nos hemos alejado lo suficiente, suelto a Fergus para que corra un rato a su aire, como hago siempre. Aprovecho ese momento para sentarme en un roca, mirando hacia el agua. De nuevo los mismos pensamientos.

《Eres toooonta.》 Me digo a mí misma, y luego me río.

A veces pienso que me gustaría tener una amiga, alguien a quien poder contarle todo lo que siento y pienso. Que me escuchase y me aconsejase, intento hacerlo yo misma pero, francamente, no funciona. Siempre acabo dejándome llevar y haciendo a cada momento lo que me nace hacer, sin pensar en las consecuencias. Así que suelo acabar metiendo la pata o arrepintiéndome.

Oigo un golpe seco y me giro.

-¿Fergus? ¡Fergus chico, ven aquí!

Lo llamo, pero no obtego respuestas.

TRAS EL SILENCIO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora