-Oh vaya, no me digas que he estropeado algo.
Aprovecho que Kol me da la espalda y hago gestos a Raner para que se calle. Realmente resulta muy molesto tratar con vivos mientras los muertos andan revoloteando como moscas a tu alrededor haciendo comentarios y pidiéndote cosas.
Kol se da la vuelta y me descubre gesticulando exageradamente, entonces finjo estar estirando un poco, a fin de cuentas, vengo de estar corriendo.
-¿Aún te duele? -Lo miro extrañada y él se señala el costado.
-Ah, el costado dices. Pues a veces, un poco, si lo toco y eso.
Kol termina de colocar la cafetera en una bandeja y se encamina hacia el salón. Es curioso cómo parece que va a iniciar una conversación y luego lo deja en el aire, bueno, más que curioso, es molesto.
Le sigo y me siento de nuevo al lado de mi madre, quien conversa con la señora Hansson y prácticamente me da la espalda. Connor sirve el café y a mi me pone sólo leche caliente.
-¿Te traigo cacao?
Achino los ojos y aprieto la boca mientras él enseña sus blancos dientes tras lo que parece ser una sonrisa, bastante maliciosa por cierto, pero con un punto de picardía que resulta bastante sexy.
-No será necesario. -Sonrío, aunque por dentro me estén entrando ganas de patearle el trasero-. ¿Me pasas el azúcar?
Lo cierto es que siempre he odiado la leche con azúcar, pero dado que tampoco me gusta el café, no he desayunado aún y no quiero darle el gusto de verme haciendo realidad su chiste, me aguanto. Me observa con sus ojos de hielo mientras doy el primer sorbo e intento que mi rostro evite mostrar mi desagrado ante el sabor de la leche con azúcar.
-¿Qué edad tienes Janne? -Me pregunta su madre, y yo dejo de mirar a Kol para centrar mi atención en ella y coger la magdalena que me ofrece.
-Gracias, tengo diecisiete.
-Oh, entonces no vais a la misma clase. Me había parecido que os conocíais.
-No, voy a un curso menos. Pero hemos coincidido en la cafetería, una o dos veces.
Su madre me sonríe y luego se vuelve hacia mi madre de nuevo.
-Y dígame senora Erikson...
-Por favor, llámame Clara. -La señora Bates sonríe y asiente.
-Dígame, Clara, este festival del que me hablaba, ¿se celebra cada año?
-Sí, es una tradición del barrio -responde mi madre dando un sorbo a su café.
Entonces la señora Hansson se gira hacia Kol, quien parece estar ahí sin estar realmente: no bebe café, no come magdalenas y ni siquiera está sentado. Está apoyado en la chimenea con los brazos cruzados, cualquiera diría que esperando a que nos marchemos de una vez.
-Tendrás que dejar el porche curioso antes de dicha fecha Kol.
-Estará cuando tenga que estar, lleva así más de veinte años. ¿Por qué iba a ser ahora un problema?
Todos guardamos silencio, hasta que mi madre lo rompe con sonoras carcajadas.
-Hay que admitir que ahí el chico tiene razón. -Se levanta-. Bueno, nosotras nos marchamos, muchas gracias por el café, estaba delicioso. - Sonríe a Kol al decir eso.
-Espero que vuelvan pronto a hacernos una visita. -La madre de Kol se levanta también y se le cae la taza de las manos al hacerlo-. Oh, pero que torpe.
Entonces las manos empiezan a temblarle y veo como Kol se tensa al otro lado de la habitación. La mujer se sujeta las manos y mi madre se las coge, al rato los temblores cesan. Kol mira a mi madre y no sabría decir si confundido o aliviado. Yo me apresuro a recoger la taza del suelo, ha caído sobre la alfombra y no se ha roto, la pongo en la bandeja y lo llevo todo a la cocina.
Siempre he tenido problemas para dejar cosas sucias en lugares limpios, es una manía que tengo, la cocina está tan impoluta que cuando veo un estropajo y jabón, me apresuro a fregar las tazas. Siento como alguien entra en la cocina a mi espalda y camina hacia mí.
-Lo siento, está todo tan recogido que no quería dejar las tazas sucias por ahí.
No me responden nada pero siento a alguien a mi espalda, unas manos me sujetan por detrás y yo me sobresalto, pero no me aparto. Es Kol, no sé cómo lo sé sin mirarlo y sin que haya hablado aún, pero sé que es él. Pronto noto ese calor que se apodera de mi cuerpo cuando me toca o me susurra al oído y me estremezco, pero no me aparto, lo siento pegado a mi pelo y me habla rozándome la oreja.
-¿Qué eres?
-¿Cómo que "Qué"?.
-Tienes algo, no sé qué es. -Pega la nariz a mi cuello y es como si inhalase mi aroma-. Tu olor penetra dentro de mí y hace que se activen todas las alarmas.
Cuando dice eso mi corazón pega un brinco y como si fuera un acto reflejo me giro, apartando a Kol de mí, los ojos le brillan aún más intensamente y tiene una mirada feroz, igual que en mi sueño.
-¿Qué demonios pasa contigo? -Kol abre mucho los ojos y su brillo se apaga un poco.
-Perdona, no pretendía asustarte.
Voy a decir algo, pero sinceramente, una vez más no sé que responderle. ¿Que no pretendía asustarme? Recapitulemos, me asalta en un callejón cuando supuestamente lleva un rato observándome y se da cuenta de que alguien me sigue; me tacha de loca y es tremendamente grosero conmigo e incluso ofensivo; me defiende en una pelea, pero es el tío más seco que he conocido y no da ninguna explicación al respecto; me dice que si hago algo a posta, pero no me dice el qué exactamente; unas veces parece molestarle mi presencia y otras hace comentarios que no sé cómo interpretar, como cuando se ha metido conmigo con la bromita de cacao, también le faltó poco para insinuar que soy una inútil cuando fue a coger las tazas antes de que pudiera alcanzarlas yo misma; ahora me asalta por la espalda en su cocina, eso sí, sin pretender asustarme. ¿Está de coña? ¡Claro que me asusta!
Me pongo frente a él, adoptando una actitud defensiva. Lo miro esperando que él diga algo, pero no lo hace y su silencio me enfurece.
-¡Mira no sé de que vas! -le mantengo la mirada e intento interpretar algo es sus ojos, pero nada, son como hielo, sin fondo-. Voy a hacer lo que me pediste, te voy a dejar tranquilo, pero tú no vuelvas a acercarte a mí.
Voy a salir de la cocina y noto cómo me sujetan por la muñeca, me giro y nuestras caras se encuentran de nuevo. Le ofrezco unos minutos de silencio para que diga algo, por Raner, porque sé que Kol lo ha pasado muy mal y tal vez yo sea la primera persona en mucho tiempo con la que trata, pero no lo hace.
-Si no me sueltas ahora, voy a gritar. -Lo miro con odio y arrugo la nariz al hablar, entonces él suspira y me suelta.
Continúo por el pasillo y me encuentro con mi madre en la puerta, sonrío y la madre de Kol nos despide. Él se ha quedado al final del pasillo, serio.
-Te has pasado. -Ignoro a Raner, no me apetece tenerlo dándome la lata, pero él continúa-. No tienes ni idea de lo que es la vida de Kol.
《Lo he intentado》, pero no puedo decirlo en voz alta o mi madre sospecharía. Termino de desatar a Fergus y los tres cruzamos la calle, de nuevo en casa.
ESTÁS LEYENDO
TRAS EL SILENCIO
Paranormal'"¿Es porque estoy muerto?" Esa es la pregunta de Alexsy cada vez que lo rechazo. Somos amigos desde...no sé si puedo recordar desde cuando.' Janne Erikson es una adolescente de 17 años bastante peculiar a la que le cuesta hacer amigos, al menos cua...