Relatos de un profesor con discapacidad

Capítulo 1: Primer día de clases (I)

Tenía miedo. Se acercaba el primer día de clases. ¿Cómo me presentaría? ¿Debía hablar sobre mi discapacidad? En realidad, era inevitable que los niños se percataran y me preguntaran. Durante toda mi vida había intentado ocultarlo, pero ahora se me hacía imposible. Comenzaron los cuestionamientos y arrepentimientos. ¿Por qué había decidido ser profesor si era una persona con discapacidad?

Había planificado durante semanas como me presentaría el primer día. Diría mi nombre, mi asignatura y reflexionaríamos brevemente sobre lo que significa ser una persona en situación de discapacidad. Sin embargo, también pensé en otra alternativa: no contar nada y que los niños me preguntaran cuando se percataran de la situación. No obstante, esa opción siempre la desechaba ya que recargaba en mis hombros mayor presión y nerviosismo, por cuanto me hacía lidiar mentalmente con los juicios emitidos por los niños a medida que se fuesen percatando de mi problema.

El día anterior al inicio de clases, protagonicé un eterno debate entre ambas alternativas que me mantuvo desvelado hasta altas horas de la madrugada. La ansiedad aumentaba y el tiempo para decidir disminuía. Una y otra vez, analizaba minuciosamente las ventajas y desventajas de cada una de las alternativas, proyectando como sería la reacción de los niños ante cada escenario posible. ¿Qué debía hacer?

***

Primer lunes de marzo. Tenía clases con un séptimo básico. Eran 35 niños y yo, un profesor repleto de dudas, miedos y ansiedades. Tenía 25 años y sentía que no estaba preparado para asumir el rol de profesor y menos para aceptar mi discapacidad.

- ¡Buenos días niños!

- ¡Buenos días profesor!

- Mi nombre es Nicolás y seré su nuevo profesor. Antes de empezar, quisiera contarles algo respecto a mi vida personal...