A medida que iba pasando el tiempo, comencé a asumir por fin que poseía una discapacidad y que debía enfrentarme a ella si quería desempeñarme profesionalmente dentro de una sala de clases. A pesar de que intenté postergar el mayor tiempo posible mis prácticas profesionales, la realidad me mostraba que ya no podía seguir aplazándolas, por lo que conversé con mi padre y decidimos buscar ayuda médica y/o psiquiátrica para enfrentar de una vez los fantasmas generados por mi discapacidad.
Recuerdo que en un principio asistí al fonoaudiólogo, quien luego de un par de sesiones me recomendó que dejara de asistir, ya que según su diagnóstico mi problema no era algo que ella como fonoaudióloga pudiera solucionar. Concluimos que la verdadera causa de mi discapacidad era un tema psicológico. De esta manera, me derivó al psicólogo.
Con el psicólogo las cosas no cambiaron mucho. Mi experiencia fue bastante desilusionante, ya que sentía que solo iba a perder el tiempo a las sesiones. Aunque comprendo el trabajo de los psicólogos, yo necesitaba una solución inmediata y semana tras semana me quedaba con una muy amarga sensación, en la medida en que sentía que sólo hablábamos de mis experiencias y emociones, pero jamás avanzaba en ninguna dirección. Al final, abandoné el tratamiento luego de un par de meses sin notar ningún cambio.
Unos meses antes de iniciar mi proceso de práctica profesional, me decidí a intentarlo una vez más. Esta vez, acudí a la hipnosis clínica. Leí mucha información al respecto, y luego de conversarlo con mi padre, me atreví a enfrentar esa experiencia. Era mi última esperanza para intentar superar mi problema y poder así realizar la práctica profesional.
La primera vez que asistí la psicóloga me preguntó la razón de mi visita. Le comenté mi problema y le respondí que el motivo era poder hacer clases como un profesor "normal". Ella me escuchó y me dijo que a diferencia de los tratamientos psicológicos convencionales, en el caso de la hipnosis clínica existía un plazo de 7 a 8 sesiones en el que yo debía notar avances, por mínimos que fuesen.
Durante las tres primeras sesiones realizamos ejercicios de respiración y relajación, ya que según me comentaba la psicóloga, debía aprender a asimilar los ejercicios que realizaríamos posteriormente. Desde la cuarta sesión, comencé a sentir cambios y avances, ya que experimentaba emociones bastantes agradables durante los 40 minutos que duraba la sesión.
En la quinta semana, realizamos una regresión. Una experiencia bastante emotiva que recuerdo con total claridad. Luego de unos minutos de respiración guiada estaba en un estado de máxima relajación. En este contexto, la psicóloga me hizo situarme en un pasillo con puertas enumeradas (del 6 al 12), haciéndome escoger sólo una. Recuerdo haber escogido la puerta N°12, y tras abrirla me observé a mí mismo jugando videojuegos en mi habitación. Le pregunté (en realidad, me pregunté a mi mismo) que era lo que quería hacer, y él me respondió que jugar con amigos en la calle. Por lo que durante unos minutos, jugué conmigo (mismo) en la calle.
Cuando me encontré "conmigo mismo", comencé a sentir una sensación bastante desagradable. Sentía que estaba en el aire y que la silla en donde estaba recostado se daba vueltas. Estaba mareado y con ganas de vomitar. Cuando la experiencia terminó, le comenté a la psicóloga el desagradable momento que había pasado y ella me comentó que era normal, ya que mi mente intentaba detener esas experiencias, para evitar así revivir posibles traumas.
La penúltima sesión fue un día jueves y mi práctica profesional comenzaba el lunes siguiente. Estaba muy ansioso y le comenté a la psicóloga que esta era la última sesión antes de iniciar mi proceso de práctica profesional, por lo que solamente conversamos. Sin embargo y con el tiempo, comprendí que fue la mejor conversación que pude tener. Me narró dos historias que harían que nada fuese como antes.
Una de las historias era sobre una profesora que ella había tenido en su infancia. Me contó que le faltaba un brazo y que cuando iniciaba el año escolar, les comentaba a todos sus estudiantes sobre su discapacidad, por lo que presentaba cariñosamente su brazo. De esta manera, ella y sus compañeros comprendían desde un principio la "especial característica" de su profesora.
La otra historia me afectó aún más. Me comentó que durante su adolescencia, ella cada vez que se ponía nerviosa se sonrojaba exageradamente, por lo que evitaba hablar en público y/o encontrarse en situaciones incómodas. Sin embargo, durante una exposición universitaria, optó por contarles a todos sus compañeros de carrera la situación que la aquejaba, para que éstos no se distrajeran y le prestaran atención al tema que tenía que exponer. Cuando lo hizo, sintió un gran alivio y no se sonrojó durante toda la exposición.
Retrospectivamente, comprendí que el mensaje que me estaba dando era muy claro. Debía asumir mi discapacidad para relajarme lo suficiente como para poder hacer clases tranquilamente. Tenía que contarles a mis estudiantes sobre la situación que me afectaba, ya que aceptarme yo mismo, era el comienzo para que los demás lo hiciesen. De esta manera, durante el fin de semana anterior al inicio de mi práctica profesional sólo pensaba en cómo enfrentaría el tema con los estudiantes, ya que jamás lo había hablado con nadie.
Así terminé mi proceso de ayuda médica profesional. La hipnosis clínica cambio mi vida, ya que me permitió desenvolverme tranquilamente dentro de la sala de clases. A pesar de que hasta el día de hoy tengo dificultades evidentes derivados de mi discapacidad, dentro del aula la realidad es distinta. La hipnosis clínica me permitió ser feliz dentro de la sala de clases, ya que solamente ahí logro asumir mi discapacidad y con ello, hablar y expresarme sin mayores problemas.
Al fin había asumido mi tartamudez.
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Relatos de un profesor con discapacidad
Non-FictionLa Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que la discapacidad es parte de la condición humana y que prácticamente todas las personas tendrán en algún momento de sus vidas algún tipo de discapacidad, temporal y/o permanente. En la actualidad...