Capítulo 11: Último día de clases (I)

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- Hola a todos y todas. Hoy vaaaaamos a re-re-re- realizar una actividad fiiiiinal que nos per-per-per- permita reflexionar sooooobre nuestra experiencia durante el aaaaaaaaño escolar. ¿Alguien qui-qui-qui- quiere empezar diciendo aaaaaaalgo sobre este año? – pregunté.

(Silencio).

- Bien. En-en-en-en- entonces empiezo yo. En primer lugar, quisiera daaaaaarle las gracias a todos y todas... - comencé diciendo con una fuerte emoción contenida.

- ... du-du-du- durante todo el año me sentí suuuuumamente integra-gra-gra-gra... aceptado por ustedes, ya que ja-ja-ja-ja jamás me hicieron se-se-se- sentir una per-per-per- persona distinta a las deeeeeeemás, un profesor diferente al resto – sostuve.

- Gracias por to-to-to- todo, principaaaaaaa... especialmente por demostrarme que para ustedes mi discapacidad jamás fue un obstáculo en su aprendiza-za-za-za- zaje. Gracias por escu-cu-cu-cu- cucharme con paaaaaaaaciencia, por jamás buuuuuurlarse de mis evidentes dificultades al hablar y por último, gracias por hacerme amar la pe-pe-pe-pe- pedagogía – afirmé cada vez más emocionado.

- Para te-te-te-te-te- terminar, quisiera cooooonfesarles algo muy per-per-per-per- personal. Jamás, en niiiiiingún contexto de mi vida y con ninguna otra persssssssssssssona, me he sentido más inte-te-te-te-te-te tegrado y aceptado que aquí, con usteeeeeeeedes. Ni por mis pa-pa-pa-pa- padres, ni por mis amiiii... cercanos. Solo acá, en la sala de clases, me siento una per-per-per-per- persona como cualquier oooooootra. Una personal "normal" – añadí mirando a cada uno de los niños y niñas que integraban el curso.

- ¡Gracias por que-que-que-que- quererme tanto! ¡Gracias por aaaaaaaceptarme tal y como soy! – finalicé con algunas lágrimas.

Relatos de un profesor con discapacidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora